Washignton DC - Cuando Sergio Massa pise este martes el imponente edificio que alberga al Departamento de Estado comenzará a acelerar aspectos clave de su gira de seis días por los Estados Unidos. Una visita que es la primera de alto nivel del gobierno argentino en 18 meses de gobierno peronista y que está llevando al presidente de la Cámara de Diputados a ejercer, por momentos, labores propias de un canciller.
“El ambiente en las relaciones entre los dos países es más positivo de lo esperado”, dijo a Infobae Juan Cruz, ex asesor de Donald Trump y jefe del Departamento de América Latina en el Consejo Nacional de Seguridad (NSC) de la Casa Blanca.
Republicano, Cruz trabajó muchos años en el Departamento de Estado, cuyos pasillos conoce de memoria tras recorrerlos por más de tres décadas. El ex funcionario es hoy director del Foro Estratégico Argentina-Estados Unidos en el Centro Internacional de Estudios Estratégicos (CSIS), uno de los think tanks más influyentes de Washington. A Cruz no se le caen los anillos al elogiar a Juan Sebastián González, que ocupa hoy el mismo cargo que tuvo él, pero como asesor de Joe Biden.
“Yo había opinado que esta administración iba a tener un interés menor en Argentina, me sorprendí cuando el asesor principal de la Casa Blanca hizo su primera visita... a Argentina. Su equipo es bueno, preparado, conocedor. Y el gobierno se ha encontrado con muchas crisis al mismo tiempo, el tema de la frontera, el problema migratorio que hubieran querido manejar de otra formas. Y tienen gobiernos en Brasilia y México que se demoraron bastante en reconocer la victoria de Biden. Eso es una oportunidad para Argentina”, destacó Cruz.
Esa es la oportunidad que busca aprovechar Massa, que históricamente cinceló con esmero su vínculo con Washington y ahora está allí con más poder que nunca en su vida y como enviado directo del presidente Alberto Fernández. Una oportunidad que el líder del Frente Renovador difícilmente vaya a dejar pasar. Más allá de una eventual visita de Fernández a Estados Unidos en algún momento, Massa es el dirigente argentino más encumbrado que pueda pisar el país. Lo supera Cristina Kirchner, claro, pero la vicepresidenta difícilmente pise Washington: no logró que Barack Obama -cuyo vicepresidente era Biden- la invitara en los siete años que coincidieron en el poder. Y su figura genera grandes recelos en los círculos de poder estadounidenses.
Así, este martes, tras una noche de lunes con tormentas eléctricas y lluvia furiosa en Washington, Julie Chung, la secretaria de Asuntos del Hemisferio Occidental, recibirá a Massa junto a González, que trabaja habitualmente a unos cientos de metros, en la Casa Blanca.
Chung ya estaba en el cargo durante la administración Trump, y sigue de forma interina en él. Massa ya se ha visto con ella en Buenos Aires -la invitó a un asado en su casa en Tigre-, y sabe que se trata de una diplomática experta. ¿Un ejemplo? Sus muchos viajes a Corea del Norte para negociar un mínimo acuerdo entre Washington y el régimen de Kim Jong-un en Pyongyang. Comparado con eso, América Latina podría ser un tema sencillo. No lo es, mucho menos hoy, con la región asimilable a una gran olla a presión.
Massa no se verá con Anthony Blinken, jefe de Chung y secretario de Estado, que en los últimos meses tuvo dos conversaciones virtuales con el canciller Felipe Solá. Mientras recorre los pasillos del mastodóntico edificio, a Massa podrán contarle que cuando Thomas Jefferson, el primer secretario de Estado, asumió en 1790, su equipo consistía en cuatro funcionarios, un traductor, un mensajero, un embajador en Londres, otro en París y diez consulados. Hoy, 231 años más tarde, Blinken dirige a 13.000 integrantes del servicio exterior, 56.000 empleados públicos y gente en más de 270 misiones diplomáticas en todo el mundo.
La semana pasada, en ese edificio, Infobae preguntó por el estado real de las relaciones entre Washington y Buenos Aires. “Hay un compromiso compartido con la democracia, con la prosperidad, con la seguridad de nuestros ciudadanos”, dijo el vocero Ned Price antes de enfatizar: “Y algo importante: la protección y la promoción de los derechos humanos en las Américas, eso es lo que sigue guiando nuestra política hacia Argentina y nuestra relación con Argentina”.
Al destacar que era algo “importante” y que afectaba a “las Américas”, Price hablaba, sin necesidad de decirlo, de la situación en Venezuela, donde el desacuerdo entre los dos países es notorio. Antes de ser designado para el cargo por Biden, González dijo durante una entrevista con Infobae que Venezuela es “una dictadura” y que los demócratas no iban a permitir que el régimen de Nicolás Maduro se aprovechara de un eventual diálogo para ganar tiempo. Sorprendentemente, la Casa Blanca está siendo hoy pragmática y prudente con Caracas, lo que le quita cierto peso a la Argentina, embarcada en una política oscilante, comprensiva con el régimen y a favor del diálogo con Maduro.
“Estados Unidos entiende hoy que no hay que estar necesariamente de acuerdo en todo, y no quiere imponer su posición como en otros tiempos. Por eso es que la posición de Argentina respecto de Venezuela no tiene por qué afectar en forma importante la relación”, analizó Michael Shifter, presidente de Inter American Dialogue, otro influyente think tank, en diálogo con Infobae. Cruz coincide.
“En los cuatro años anteriores, Venezuela era siempre el tema número uno”, recuerda. “Esta administración quiere poner a Venezuela en otra categoría, que no sea el monotema. Venezuela no forma parte de las cinco columnas de Estados Unidos en política exterior, aunque sí en función de temas como migraciones y derechos humanos. Las prioridades de Estados Unidos en sus relaciones exteriores hoy son cambio climático y derechos humanos, covid, centroamérica y migraciones”.
En cambio climático el acuerdo entre Estados Unidos y Argentina es total, y Fernández está aprovechando al máximo ese interés explícito de Biden. Tanto es así, que Massa hablará con Chung y González de la posibilidad de sentar una posición común entre los dos países en cuanto al cambio climático en la Cumbre del G-20 de octubre en Roma.
Más allá del tema de los derechos humanos también hace ruido en el vínculo entre los dos países la nula relación entre Fernández y el secretario general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), Luis Almagro. Una sola frase del secretario general, en una reciente entrevista con Infobae, permite calibrar la distancia que separa a la Argentina de la OEA: “Parte del gobierno argentino le debe mucho a Cuba, que influye muy directamente en las decisiones que se toman”. Lo de Almagro y Fernández se parece mucho a lo del presidente con su homólogo Jair Bolsonaro: no tiene solución.
En el tema del COVID-19, la Argentina viene buscando que Estados Unidos le envíe más vacunas que las ya prometidas, y en el caso de Centroamérica hay un embrión de intento diplomático, comandado por Solá, para intervenir en la crisis de Nicaragua, donde Daniel Ortega se encamina a clausurar la democracia. Y el tema de las migraciones también tiene que ver con la inestabilidad en la región, allí convergen en cierto modo todos los problemas: Venezuela, Centroamérica, el narcotráfico, los derechos humanos...
También se hablará del FMI y de la deuda, tema omnipresente en todas las giras de Fernández y que por momentos parece no dejarle sitio a casi ningún otro asunto. Massa hablará de la utilización que se le quiere dar al aporte extra de Derechos Especiales de Giro por parte del FMI e insistirá con el nuevo caballito de batalla del gobierno: si el préstamo en 2018 “fue político, la solución en 2021 debe ser política”.
Una visita de Fernández a Washington sigue siendo algo poco probable este año, aunque el embajador Argüello le dedica ingentes esfuerzos al tema. Otro asunto es que Biden celebre una reunión bilateral con el presidente argentino cuando coincidan en alguna Cumbre, ya sea la del G-20 o la de las Américas, en el segundo semestre de este año.
No están dadas hoy las condiciones para hablar de un encuentro en la Casa Blanca, dijo Price, el vocero del Departamento de Estado, a Infobae: “No quiero anticipar ninguna visita, ninguna invitación. Como sabe, la Casa Blanca recién comienza a estar en posición de recibir visitantes. No estamos en situación de anticipar nada aún”.
Así, lo que hable y logre Massa en estos días entre Washington y Nueva York cobra más importancia de la que sería lógica, excede a lo habitual en una visita de un presidente de la Cámara de Diputados, cree Cruz: “La visita de Massa es una excelente movida, siempre ha dejado buen sabor acá, tiene mucha credibilidad, es serio. Y ha hecho un buen tándem con el embajador Argüello. Por último: no hay que subestimar el aspecto ‘feel good’ de las relaciones internacionales. Y Massa sabe manejar ese aspecto”.
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