El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) es una institución poderosa con juego financiero y político en la región. Alberto Fernández desea que Argentina ocupe su presidencia y protagoniza una negociación secreta que puede terminar en un éxito geopolítico. Sin embargo, el movimiento ejecutado desde Balcarce 50 dejó en evidencia la lejanía con sus socios del Mercosur y la dependencia con los regímenes populistas al momento de buscar espacios propios en el tablero internacional.
La CAF está integrada por 19 países y 13 bancos privados. Esos países son: Argentina, Barbados, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, Ecuador, España, Jamaica, México, Panamá, Paraguay, Perú, Portugal, República Dominicana, Trinidad & Tobago, Uruguay y Venezuela.
El voto de los miembros de la CAF no es uniforme para designar a su futuro presidente ejecutivo. Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela poseen dos votos, y uno el resto de los países y los 13 bancos privados.
Gustavo Béliz tiene la confianza absoluta de Alberto Fernández, domina el inglés y entiende cómo funciona el mundo. Soñaba con ocupar la titularidad del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y tuvo el aval presidencial, pero Donald Trump se apropió de ese espacio de poder regional y su deseo se transformó en calabaza.
El jefe de Estado perdió la batalla por el BID y decidió ir por la revancha en la CAF. Como un reflejo condicionado, Beliz se apuntó a la nominación de la CAF y lo conversó con Alberto Fernández. El cónclave fue breve: Beliz se queda en Buenos Aires. Fue una decisión presidencial sin atenuantes.
El secretario de Asuntos Estratégicos no tiene reemplazo en la Casa Rosada, y menos en plena negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la crisis de la pandemia, los enfrentamientos con Brasil, las vinculaciones asimétricas con China y Rusia, y la diplomacia en zigzag con Joseph Biden.
Christian Asinelli conoce todos los secretos de la CAF, tiene formación académica en la Universidad Católica Argentina, en la Universidad Di Tella y fue becario Fulbright. Es amigo personal de Beliz y Alberto Fernández confía en su mirada del mundo. Conclusión: Asinelli es el candidato del Gobierno para ocupar la presidencia de la CAF.
Estados Unidos no tiene silla propia en la CAF. Pero su peso político es tangible, y Joseph Biden puede mostrar su bolilla negra sin pestañear. Alberto Fernández conversó sobre la CAF con Juan González, principal asesor del Presidente de los Estados Unidos en asuntos de América Latina. Y González no puso una sola objeción.
“Yo le dije a González que Trump nos había dejado afuera del BID, y que ahora queríamos la CAF. Me dijo que no iban a bloquear nuestra candidatura”, comentó el Presidente en la intimidad de Olivos.
España y Portugal integran el directorio del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), y cada uno representa un voto cuando se eligen a las nuevas autoridades. Pedro Sánchez y Antonio Costa ya le adelantaron a Alberto Fernández que acompañarán al candidato del Frente de Todos. Esa confirmación sucedió durante la visita presidencial a Madrid y Lisboa.
El conteo para la votación de la CAF exhibe -por ahora- una extraña paradoja diplomática. Balcarce 50 tiene luz verde con Biden, los votos de Sánchez y Costa, y el silencio brumoso de sus tres socios del Mercosur. Este bloque geopolítico se creó para articular una estrategia común entre Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay frente a un mundo que abandonaba la lógica de la Guerra Fría y apostaba a las relaciones multilaterales.
Sin embargo, el Mercosur es un barco a la deriva. Alberto Fernández y Jair Bolsonaro tienen diferencias personales e ideológicas que ya no podrán superarse. Luis Lacalle Pou y el presidente argentino se cruzaron por las condiciones estructurales del bloque regional y Mario Abdo Benítez se plegará a la agenda de Brasilia y Montevideo.
En este contexto, los tres socios del Mercosur aún dudan en votar por Asinelli, el candidato del la Argentina en la CAF. Es una señal de aislamiento y de crisis diplomática. Es la factura que está pagando Alberto Fernández por su declaraciones públicas y la liviandad profesional en ciertos resortes de las relaciones exteriores.
“No le voy a pedir nada a Bolsonaro, no lo tengo en cuenta para la CAF. En realidad, no lo tengo en cuenta para nada”, confió el Presidente cuando le preguntaron en Olivos si estaba negociando con Brasilia su voto a favor de la Argentina en la CAF.
Alberto Fernández siempre mantuvo un trato cordial con el presidente de Uruguay: es más, compartieron un asado distendido para acercar posiciones respecto a la futura agenda del Mercosur. Pero el vínculo con Lacalle Pou se congeló durante una sesión del bloque regional que había sido convocada para rendir tributo a la creación formal del Mercosur.
Puede parecer un sino o un simple déjà vu: en esa oportunidad, el jefe de Estado también utilizó una parábola marítima para explicitar su opinión institucional. “Terminemos con esas ideas que ayudan tan poco a la unidad. No queremos ser lastre de nadie, si somos un lastre, que tomen otro barco, pero lastre no somos de nadie. Para mí es un honor ser parte del Mercosur”, señaló Alberto Fernández ante un planteo político de Lacalle Pou que apuntaba a flexibilizar el bloque regional.
El presidente de Paraguay juega al lado de Bolsonaro. Y sólo se acerca a la Casa Rosada si se trabaja muchísimo la relación bilateral. Alberto Fernández conoce esta necesidad política de Benítez, y ya desplegó un movimiento diplomático que es secreto y fue encargado a una pieza clave de la coalición de gobierno.
Alberto Fernández esperaba anoche una llamada desde Asunción para conocer los detalles de la negociación con Paraguay. Su enviado conoce la lógica del quid pro quo, y no debería sorprender que Benítez hubiera prometido -al menos- estudiar la trayectoria y la experiencia de Asinelli.
Cinco países tienen voto doble en la CAF: Bolivia, Ecuador, Colombia, Perú y Venezuela. Y de esos Estados, por razones ideológicas, Alberto Fernández ya tiene la adhesión de Luis Arce (Bolivia) y Nicolás Maduro (Venezuela). Cuatro votos seguros sobre 19: una cifra que tonifica la aspiración geopolítica del Presidente.
Perú fue sondeado por la Argentina en una capital que casi es el centro del tablero mundial. Su representante diplomático, con años de pull aside encima, fue pragmático: “Queremos votar al candidato de ustedes, lo conocemos. Haré la consulta con el gobierno entrante (Pedro Castillo aparece con más posibilidades que Keiko Fujimori), y si están de acuerdo votaremos a Asinelli”, le dijo el diplomático peruano a un representante de la Cancillería argentina que tiene experiencia en cooperación internacional.
Colombia y Ecuador, en principio, votan en tándem, desconfían del Presidente y cuestionan su agenda de política exterior. Ivan Duque (Colombia) y Guillermo Lasso (Ecuador) consideran que Alberto Fernández está muy cerca de Rusia, China, Venezuela, Irán y Cuba, y es poco probable que avalen a un candidato argentino en la conducción del tercer organismo multilateral de crédito que opera en América Latina.
Alberto Fernández apunta a lograr que la designación de Asinelli exhiba un fuerte consenso entre los 20 miembros de la CAF. Se trata de un objetivo complejo y muy difícil de alcanzar. El jefe de Estado sólo tiene votos de países con regímenes populistas, está frío con sus socios del Mercosur, logró la adhesión de España y Portugal, y quizás sume Chile y Trinidad y Tobago (cortesía de la Casa Blanca).
El 15 de junio, Argentina tiene que presentar a su candidato en la CAF. Y unas semanas más tarde, se hará la votación. Alberto Fernández tiene posibilidad de lograr el nombramiento de Asinelli, si no le juegan en contra sus declaraciones respeto a la evolución social de Brasil y México, su decisión de abandonar el Grupo Lima y su perspectiva sobre el conflicto de Medio Oriente.
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