Pisó por primera vez la arena nacional en medio de la vorágine política que provocó el derrumbe económico de 2001. Victoria Tolosa Paz tenía 29 años, seis de militancia en el peronismo de La Plata, tres hijos, una casa y el título de contadora. Había entrado al Estado en 1996, de la mano de una vecina, Nélida Doga, funcionaria en el Consejo de Desarrollo Humano bonaerense que comandaba Hilda “Chiche” Duhalde. En 2002, cuando asumió la Presidencia, Eduardo Duhalde nombró a Doga al frente de Desarrollo Social. Y la flamante ministra, que apreciaba a la joven administrativa, se la llevó como parte de su equipo a los despachos de la cartera más caliente, en el centro de la Capital Federal.
Fue el primer puntapié de una carrera política que crecería entre cargos técnico-políticos de tinte asistencial, al calor del kirchnerismo, pero también entre roces con La Cámpora. En las últimas elecciones, la organización de Máximo Kirchner favoreció un armado que la dejó fuera de pista en la contienda y la capital bonaerense se transformó en una cuenta pendiente para la funcionaria, que dos años después, como presidenta del Consejo Nacional de Políticas Sociales, se perfila para ser candidata a diputada nacional en la Provincia.
Con la pelea por Buenos Aires en el centro de las especulaciones electorales para las PASO de septiembre, las conversaciones sobre los candidatos provinciales del Frente de Todos ya están en marcha. Y si bien los nombres no están definidos, por ahora hay cierto consenso sobre el perfil “moderado” de las cabezas de las nóminas de diputados y senadores. Mientras esa lógica continúa -puede cambiar en los meses que restan antes del cierre de listas, el 24 de julio- Tolosa Paz, es una de las posibles apuestas del oficialismo en el distrito más poblado, eje del poder de la vicepresidenta Cristina Kirchner.
En el complejo esquema de poder del Frente de Todos, Tolosa Paz abona la construcción de un perfil de síntesis. Figura todoterreno, identificada tanto en el albertismo como en el cristinismo, sin ser parte de La Cámpora, ni del Instituto Patria, la contadora platense dialoga, de vez en cuando, con Cristina Kirchner. La última vez que vio a la vicepresidenta fue la semana pasada, en su despacho del Senado. Fue una conversación a solas que las protagonistas preservan.
Al mismo tiempo, su esposo, Enrique “Pepe” Albistur, es uno de los mejores amigos de Alberto Fernández desde la presidencia de Néstor Kirchner, cuando uno era secretario de Medios y el otro, jefe de Gabinete. Ambos mantuvieron la relación después de que Alberto Fernández se alejó de Cristina Kirchner, en 2008.
Tolosa Paz conoció a Albistur un año antes de esa ruptura, en 2007, cuando el secretario de Medios de Néstor Kirchner era el jefe de la campaña de Cristina. De hecho, la primera vez que se vieron fue en el acto de lanzamiento presidencial de la entonces primera dama. En el preludio de su relación, la platense asistió desde la primera fila a los recovecos de las grandes ligas de la comunicación proselitista. Se casaron en 2012. Durante los últimos 12 años, Tolosa Paz compartió innumerables comidas con el actual presidente y su amigo, quien luego también se distanció de la ex presidenta.
Más allá de ese vínculo casi familiar, si hoy le preguntan por su relación con el Presidente, responde que rara vez habla con Alberto Fernández y asegura que su principal interlocutor en la Casa Rosada es el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero. “No estaría bien saltear”, argumentan en su equipo. Buscan, de alguna forma, desligarla de ese vínculo estrecho con la máxima autoridad.
En la oposición la ven como una kirchnerista pura. “¿La escucharon hablar? Es más dura que Luana Volnovich”, decía esta semana, en un café con periodistas, un referente de Horacio Rodríguez Larreta que oyó en los pasillos los nombres de Tolosa Paz y de la directora camporista del PAMI como posibles nominadas para competir por la provincia. En simultáneo, los propios la consideran moderada. “Es de Alberto”, la calificaba con seguridad un importante dirigente nacional.
Mientras festeja esa mirada heterogénea, su equipo también diagnostica, sobre su figura, un problema. Tolosa Paz es tildada, puertas adentro como hacia afuera de la coalición, como una “cheta de La Plata”. De doble apellido, hija de una empleada judicial, y de una familia “bien” de origen radical, la preconcepción de los que la consideran una “princesa que jugaba al hockey”, como la describió un dirigente opositor, es su karma. Nacida en La Plata, donde milita en el peronismo “social” desde mediados de los 90, en su entorno se esfuerzan por correrla de ese lugar alejado de la media, que podría perjudicarla a nivel electoral.
La herida
A diferencia de otros funcionarios nacionales que ya dejaron en claro, en público y en privado, que se aferrarán lo más posible a sus ministerios y secretarías, Tolosa Paz no ve con malos ojos una nominación en las legislativas.
El Consejo le brinda conexiones con las terminales más importantes del gobierno nacional, y la lleva, al mismo tiempo, al preciado territorio. Pero una campaña legislativa nacional y una eventual banca podrían ser escalones sobre los cuales pararse para sanar la herida abierta de la derrota en la interna del Frente de Todos de 2019 contra su principal contrincante, la exdecana de la Facultad de Periodismo de la Universidad de La Plata, Florencia Saintout, de perfil marcadamente kirchnerista -recordada por distintos hitos, entre ellos, la entrega del premio Rodolfo Walsh a la libertad de prensa a Hugo Chávez, en 2011-, quien finalmente perdió por amplio margen en las generales frente al reelecto intendente de PRO, Julio Garro.
Ese año sus planes de competir por la capital bonaerense se complicaron por la decisión de Máximo Kirchner de habilitar una interna de -nada menos- cinco candidatos. A pesar de que había integrado el gobierno de sus padres, de que había militado la candidatura a diputado nacional de Néstor Kirchner en 2009, y de que había logrado una banca de concejala en las elecciones de 2017 por Unidad Ciudadana, Tolosa Paz no formaba parte de “la orga”, tenía un perfil más moderado que Saintout, y se la veía como una outsider, que además provenía del duhaldismo. Así lo ven en su entorno.
Un referente kirchnerista que siguió de cerca aquella “novela” asegura que Saintout era la candidata puesta de La Cámpora en La Plata y que Máximo la favoreció al abrirle las puertas de una interna a Tolosa Paz, a pedido de Albistur, pero admitió que la complicó cuando “permitió” entrar también a otros tres jugadores. “Pepe le pidió una lista de dos. Máximo dijo: si abro, abro. Y no restringió, se presentaron los que quisieron”, dijo un hombre que participó de la campaña.
Los votos se licuaron en un combate feroz. “La polarización fue terrible, y la relación entre ellas hoy es irreconciliable”, dijo un referente del kirchnerismo que vivió de cerca aquella contienda. Finalmente, Tolosa Paz se quedó sin la nominación por un escasísimo margen de 1.500 votos. “Perdimos por un voto por mesa”, lamentan.
A pesar de la derrota local interna, en diciembre de 2019 Alberto Fernández la ungió con un cargo que algunos consideraron una “paleta de madera”: la coordinación del Consejo Nacional de Políticas Sociales. El ente desconcentrado que funciona en la órbita de la Presidencia, creado en 2002 -el mismo año que llegó a la Nación- para organizar las ayudas económicas y alimentarias que brotaban del imprevisto gobierno de Duhalde para paliar el caos social, funciona en paralelo al Ministerio de Desarrollo Social, pero históricamente había sido manejado por el ministro de turno.
Alberto Fernández decidió darle mayor entidad propia, y nombró a Tolosa Paz presidenta de la institución. Lo cual le valió la atribución de “ministra en las sombras”, en paralelo a la gestión de Daniel Arroyo, oriundo del Frente Renovador de Sergio Massa, pero también cercano al Presidente. Ambos fueron miembros de la fallida “Mesa del Hambre” que creó el Ejecutivo al comienzo de 2020, y allí empezaron los rumores de chispazos. En sus respectivos equipos niegan los roces, aseguran que se llevan excelentemente y que sus tareas “no se superponen más que con cualquier otra área del Estado”, según sostuvo una fuente de Desarrollo.
Más que competir con Arroyo, Tolosa Paz, que lleva la marca del fracaso de 2019 a flor de piel, tiene la mira puesta en regresar con fuerza a La Plata para la revancha. Esta vez, cree que su peso será distinto. El Consejo de Políticas Sociales es una plataforma que le sirve para construir poder y la relaciona desde hace dos años, a pesar de la pandemia -o, quizá, con más razón por la pandemia, durante la cual se dispararon los niveles de necesidad de asistencia social y se inyectaron fondos millonarios- con los ministerios, las provincias, las intendencias, los barrios y las organizaciones sociales.
A pesar del sabor amargo que le quedó por aquel “error enorme”, como describen en su entorno, de avalar una gran interna platense en 2019, la funcionaria mantiene el diálogo con el jefe de La Cámpora y no le oculta su ambición. Además, cuando se le presenta la oportunidad, en público y en privado, Tolosa Paz defiende a los líderes del Instituto Patria de las críticas de propios y ajenos. Y en las peleas internas de la coalición busca pararse en un punto intermedio. Cree que el ministro de Economía, Martín Guzmán se equivocó en intentar desplazar al subsecretario de Energía, Federico Basualdo, sin consultarlo antes con la vicepresidenta. Pero, también, considera que la segmentación de las tarifas es imperiosa. De hecho, colabora con el equipo que elabora esa política pública, que fue el centro de las disputas en el Frente de Todos hace un mes.
Enérgica y articulada, a veces frenética y verborrágica, en Balcarce 50 valoran su capacidad para comunicar, una característica muy apreciada en el Gobierno, que sufre por el perfil bajo de sus ministros. En agosto, Cafiero le pidió que se transformara en una de las “voceras” del Frente de Todos. No solo por su oratoria, sino por su condición de mujer, conveniente para una administración que pone énfasis en el género como caballito de batalla -aunque la mayor parte de los ministros sean hombres-. Ella aceptó sin dudarlo. No solo se siente cómoda frente a las cámaras; también es consciente de cuánto le sirve para posicionarse. “Le sale natural y la llaman porque levanta el rating”, describen en el edificio de Jefatura de Gabinete donde funciona el Consejo, a siete cuadras de la Casa Rosada.
Así, puede vérsela seguido en los medios opositores como oficialistas de distintos formatos, más descontracturados como formales, y las encuestas del Frente de Todos muestran repuntes de su nivel de conocimiento e imagen después de sus apariciones en prime time. Esa exposición despierta resquemores en la coalición, donde se susurra que el lugar le fue otorgado por su relación con Albistur, hombre fuerte de los medios desde hace 30 años. Como suele ocurrir con los hijos de los famosos, que detestan la atribución de sus logros a sus apellidos, Tolosa Paz resiente esa mirada, y responde que “se hizo desde abajo”, cuando firmaba vales de pago en el ministerio de Desarrollo bonaerense, en La Plata. Recuerda que su madre era empleada judicial, que su padre estuvo ausente durante su infancia, que trabaja desde los 16 años, y que construyó “a pulmón” su primera casa mientras criaba a sus tres hijos y hacía horas extra.
Decidida a ser intendenta de La Plata, su candidatura a diputada este año podría ser un trampolín para la pelea por su ciudad de origen en 2023, pero ni una ni la otra están determinadas. Ella sí.
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