El pasado jueves 3 de junio el Banco Ciudad realizó una subasta por orden de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). Se pusieron a la venta 7.700 botellas de bebidas alcohólicas que estaban en poder de la Dirección General de Aduanas. Eran botellas que habían sido incautadas luego de que a partir de 2016 se desarticulara la llamada “mafia de los contenedores”.
Las botellas habían llegado al puerto de Buenos Aires en un contenedor en el que también había celulares, consolas Play Station, zapatillas, cargadores, notebooks y reproductores de DVD, entre otras cosas. El valor estimado del contenido total de aquel cargamento que fue retenido por la Aduana es de U$D 794.000.
La mayor parte del cargamento de bebidas alcohólicas que intentaron contrabandear correspondía a 4.986 botellas de un licor alemán llamado Jägermeister. En la misma “lata” (como se denominan a los contenedores) había 1.085 botellas de distintos tequilas como José Cuervo y Patrón. Y la gema de aquel cargamento eran 1.645 botellas de variados tipos de whisky. Las botellas eran de marcas como The Balvenie, Bruichladdich, Singleton, Caol ila, Macallan, Mortlach, Buchanan´s, The Glenlivet, Glenfiddich y Glenmorangie. También llegaron botellas de licor de ajenjo que no salieron a remate.
Fuentes consultadas por Infobae aseguraron que en general las etiquetas del whisky que venían en el contenedor no se consiguen con facilidad en Argentina. La calidad y el precio de las botellas de whisky hacen presumir a los investigadores judiciales que se importaron (de manera ilegal) porque ya tenían clientes específicos interesados. A cada botella la esperaba su dueño. Pero se quedaron sin nada.
Por el intento de ingresar al país 76 contenedores de contrabando -uno de ellos el que traía las botellas- el juez Marcelo Aguinsky dictó el procesamiento de Diego Vestillero, un agente de carga imputado en la causa conocida como “la mafia de los contenedores”. Lo procesó por el delito de contrabando agravado en grado de tentativa y le trabó un embargo por $1.240.283.372. La cifra del embargo fue calculada por Aguinsky como la equivalente a cuatro veces el valor de la mercadería que intentó ingresar al país al valor que el dólar tenía en 2015 cuando se produjeron los delitos.
En el procesamiento de Vestillero Aguinsky explicó lo que implica el contrabando: “No cabe duda, por lo relatado, que al momento en que esas mercaderías son finalmente despachadas a plaza, ingresan a una cadena de producción y comercialización absolutamente ‘en negro’, momento a partir del cual se manifiestan todos los perjuicios adicionales derivados de su ingreso ilegal al país. Se genera así, un ‘Paraíso Fiscal’ ad hoc para los verdaderos dueños de las mercaderías, que luego de conseguir burlar el control aduanero acceden a manejar sus productos fuera del alcance de las autoridades tributarias locales. Ello es así, pues las transacciones comerciales de las que son objeto aquellos enseres, jamás podrían transparentarse sin dejar en evidencia su adquisición previa no registrada. Todas aquellas operaciones comerciales sucesivas se realizan fuera del control tributario, generándose en consecuencia una especie de ‘daño continuado’ contra la recaudación y el erario público”, señaló.
En la causa llamada “la mafia de los contenedores” se incautaron 1.200 cargamentos. Por la suma de todos los casos que acumula el expediente radicado en el juzgado de Aguinsky hay más de 150 procesados y se dictaron embargos e inhibiciones de bienes por más de 158 mil millones de pesos. También hubo condenados.
Los contenedores con la mercadería de contrabando llegaban a la Argentina con trámites hechos por importadores. Declaraban que los contenedores traían mercadería de poco valor que pagan por impuesto de ingreso pero adentro había artículos gravados con alícuotas mucho más altas. La maniobra tenía de un lado a empresarios locales y del otro a funcionarios de la Aduana que -coimas mediante- acomodaban los papeles para que el contenedor entrara.
Buena parte de la mercadería retenida debido a la investigación judicial (especialmente ropa) se donó a entidades de bien público. Otra se remató. Entre los productos que no se puede donar están las bebidas alcohólicas.
Fue por eso que hace unos días salieron a remate los 51 lotes de whisky, tequila y licor en que se dividió aquel cargamento de 7.700 botellas. Se fijó como precio de base para cada lote un equivalente solo al impuesto que debieron haber pagado las bebidas si hubieran ingresado legalmente al país. La subasta fue “on line” y se registraron más de 400 personas para poder participar.
Según fuentes de la Aduana se vendieron 42 de los 51 lotes ofrecidos. Explicaron que los que quedaron eran lotes de muchas botellas y que probablemente se vuelvan a rematar pero fraccionados en menor cantidad.
El monto recaudado es –hasta ahora- de $ 22.344.285 . “El valor de base que tenían los 42 lotes vendidos al momento de iniciar la subasta era de $ 9.729.585, por lo que el resultado es un 130% superior”, señalaron las fuentes. “El monto obtenido de la subasta se utiliza para, en primer lugar, cubrir los tributos que esa mercadería debió pagar en la importación, mientras que el excedente va a rentas generales”, agregaron.
Las botellas de whisky, tequila y licor ya tienen nuevos dueños. En breve serán retiradas de los depósitos y podrán ser comercializadas. Pero de manera legal.
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