El próximo 24 de julio es el límite en el calendario electoral para que las fuerzas políticas presenten sus candidatos para las elecciones legislativas que tendrán lugar entre septiembre y noviembre. Se avecina el tiempo de rosca política.
En suelo porteño, donde se desató una batalla interna en Juntos por el Cambio, queda un mes y medio para que el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, ordene el espacio, avale el diseño final de la lista y defina los nombres propios.
Las dos dirigentes buscan su lugar en las próximas elecciones. Bullrich quiere encabezar la lista de diputados nacionales por la Ciudad de Buenos Aires, mientras que Vidal, aún sin tener una definición tomada, apunta a ocupar el mismo lugar en la lista. Cuenta con una ventaja. El jefe político del territorio quiere que ella encabece la nómina.
En la reunión, Rodríguez Larreta intentó explicarle a Bullrich los motivos por los que considera que no tiene que ocupar el primer lugar de la lista. No se los dijo todos, pero le dejó en claro que su candidata en Vidal y que lo mejor sería evitar una PASO entre ambas. La ex gobernadora aún no definió su futuro. En Uspallata esperan el confirmación final.
En el gobierno porteño entienden que si Bullrich va en el primer escalón rompería el discurso moderado que tiene Rodríguez Larreta y terminaría desatendiendo la presidencia del PRO, que afronta, una vez más, el desafío de construir, o en algunos casos solidificar, un armado nacional de cara a las elecciones.
También creen que tendría dificultades para ganar en los sectores medios de la Ciudad de Buenos Aires, donde suelen tener más cercanía con los perfiles moderados, lo que le implicaría no poder romper el techo de votos que ya le da el núcleo más duro que encarna.
Si Bullrich no se mueve de su voluntad, terminará enfrentándose al Jefe de Gobierno porteño que ya tomó la decisión y ha dado señales públicas claras de que su candidata es Vidal. Si no respalda a la ex gobernadora y cambia de parecer en el camino, terminaría perdiendo credibilidad y peso político en la toma de decisiones de la coalición.
“Si Horacio no puede manejar su distrito, sería una muestra de debilidad”, reflexionó un dirigente que sigue de cerca las negociaciones internas en este tramo de la disputa electoral. El análisis sobre los movimientos de Rodríguez Larreta están atados a su proyección como candidato a presidente en el 2023. Necesita ganar conocimiento, autoridad y poder.
En Uspallata consideran también que no es necesario una figura que tenga un discurso tan duro para ganar el distrito. La Ciudad de Buenos Aires es un reducto donde Juntos por el Cambio tiene el corazón de su fortaleza política. Algo similar a lo que ocurre con el peronismo en el conurbano. No deberían tener inconvenientes para ganar la elección.
“Hay muchos candidatos para la Ciudad y es un territorio donde no deberíamos tener problemas en ganar. No hace falta esta confrontación”, sostienen cerca de Rodríguez Larreta. Buscan encontrar argumentos válidos para frenar la presión que está metiendo Bullrich con sus estruendosas apariciones públicas y reducir su margen de acción.
En definitiva, creen que se tiene que quedar donde está, al frente del partido, marcando la agenda pública en los medios y sosteniendo el discurso público para mantener sin fisuras al electorado que más acompaña. “Está obstinada y quiere jugar. Su ego la puede”, asumen en el entorno de Rodríguez Larreta.
En territorio porteño le reconocen a la ex ministra de Seguridad que logró instalar al PRO en la agenda política. Su voz y su imagen son uno de los sellos distintivos de la oposición. Además, consideran que logró solidificar el núcleo duro de la oposición. Pero entienden que no tiene sentido que salga del armado nacional para enfocarse en una disputa interna en la Ciudad de Buenos Aires
Un funcionario del gobierno porteño ironizó: “Lo mejor que le podría pasar a Horacio es que sea diputada. Si gana termina siendo una diputada rasa, en cambio ahora está parada sobre la presidencia del PRO. Si se quiere posicionar para ser presidenta en el 2023, le conviene más”. Si Bullrich pierde una posible interna, asumen, terminará siendo desplazada del cargo de presidenta partidaria. El resultado le impediría mantenerse a flote.
Es una discusión de estrategia electoral que aún no está resuelta. Bullrich no encuentra motivos para moverse del casillero en el que está parada. En su entorno aseguran que fue la primera en “poner el hombro para representar al 41% de los votos de la última elección y que no se pierdan”.
El mensaje tiene una decodificación particular que se convierte en argumento para la discusión actual. Sostienen que Bullrich estuvo en la línea de batalla mientras María Eugenia Vidal se quedó un año y medio en silencio.
La Capital Federal, insisten, es la base política de la presidenta del PRO. En todo caso es Vidal la que decidió volver a jugar en territorio porteño después de ser gobernador de Buenos Aires. “Es su distrito. Es normal que quiera competir ahí. Aparte ella siempre lo apoyó a Horacio. Cree que tiene ganado ese lugar”, reflexionó una voz de consulta permanente con Bullrich.
Ese mismo dirigente del PRO se preguntó: “¿Cómo la van a convencer a Patricia de no jugar en la Ciudad de Buenos Aires?”. No hay respuesta. Rodríguez Larreta se enfrenta a un desafío político complejo. En su hoja de ruta, que tiene como destino la llegada a la Casa Rosada en el 2023, no puede dar un paso en falso en esta elección de medio término.
Si su decisión es inclinarse por Vidal como candidata, entonces deberá intentar imponerla para mostrar que su peso en el distrito que conduce. Si acepta que Bullrich sea la primera en la lista, habrá perdido terreno y fortaleza, ya que desde hace varios días ha dado señales claras de que su preferida es la ex gobernadora. Es un laberinto espinoso.
Tal es así que en el entorno de Bullrich entendieron el mensaje rápidamente. “A Patricia le dijeron que no la querían como candidata a través de los medios”, aseguraron. Se refieren a la foto que Rodríguez Larreta y Vidal se sacaron en Tigre hace cinco días, en una clara muestra de unidad.
Entre los dirigentes que respaldan a la ex ministra de Seguridad tienen en claro que la discusión interna no puede generar un estallido. “No es interna o muerte. Hay que priorizar la unidad. Pero Patricia no quiere regalar la Ciudad, ni quedar como una caprichosa”, indicaron. La interna de Juntos por el Cambio tomó temperatura. Comenzó al disputa de poder.
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