Como si se tratara de una partida de ajedrez cada movimiento se observa con suma atención de un lado y del otro del tablero. La reunión de los cancilleres de los cuatro países miembros del Mercosur se postergó una semana y pasó para el martes 15 de junio porque las posiciones sobre dos grandes temas como la flexibilización del bloque regional y la reducción del Arancel Externo Común (AEC) siguen por caminos diametralmente opuestos. Argentina cuenta como aliado a Paraguay y Brasil a Uruguay para imponerse en esta puja.
Hace dos días, el jueves 3 de junio, Felipe Solá recibió en la sede de la Cancillería argentina a su par de Paraguay, Euclides Acevedo, para analizar los temas de la agenda bilateral y también los del mercado común creado hace tres décadas. Argentina, que ejerce la presidencia pro témpore del bloque hasta fines de este mes, quiere alcanzar el mayor consenso posible hacia una reducción del AEC y esperar al fin de la pandemia de coronavirus para tomar decisiones más audaces sobre el rumbo económico del Mercosur.
Ambos ministros coincidieron “en la importancia de respetar lo establecido en el Tratado de Asunción en materia de reglas del consenso e iniciación de negociaciones externas con países y regiones de modo conjunto”, según el comunicado conjunto que se emitió tras el encuentro en el Palacio San Martín.
En el otro rincón de la mesa están los otros dos países que son miembros plenos del Mercosur. Los ministros de Relaciones Exteriores de Uruguay y de Brasil, Francisco Bustillo y Carlos França, respectivamente, se reunieron el 24 de mayo en Ecuador durante la visita de ambos a ese país para la asunción presidencial de Guillermo Lasso para acordar una postura común que ya quedó explicitada en reuniones anteriores del Mercosur. Mayor apertura comercial sin contar con el respaldo de sus socios comerciales es la principal bandera que agitan.
Brasil se apoya en Uruguay porque tanto Jair Bolsonaro como su par uruguayo, Luis Lacalle Pou, aplican un plan económico de tendencia liberal. Quieren abrirse a nuevos mercados porque sienten al Mercosur como una atadura para encontrar divisas.
Los brasileños además, afrontan una encrucijada. Su posición encuentra resistencias hasta en el propio empresariado brasileño que mira con recelo las iniciativas que impulsa Paulo Guedes, el titular de la cartera de Economía del gobierno de Jair Bolsonaro. Lo habían manifestado a fines de marzo en un documento que la Confederación Nacional de la Industria de Brasil (CNI) firmó con la Unión Industrial Argentina (UIA), la Unión Industrial de Paraguay (UIP) y la Cámara de Industrias de Uruguay (CIU).
En esa ocasión, con firmeza, reclamaron ante los gobiernos del bloque “no adoptar ninguna decisión que implique modificar o revisar el AEC o el régimen de origen del Mercosur sin conocer ni dar oportunidad al sector privado, en general, para que pueda expresar su opinión”. Guedes quiere que la baja del arancel externo común se reduzca en un 20%, mientras que desde el gobierno de Alberto Fernández proponen ahora una reducción del 10,5% que abarcaría a cerca de 3000 productos sin afectar a la industria de bienes industriales y aplicar otra rebaja similar en enero de 2022, aunque esa intención argentina tuvo poca receptividad.
En las últimas semanas el embajador argentino en Brasilia, Daniel Scioli, continuó con su ronda de conversaciones con varias cámaras empresariales de Brasil y en varios de esos contactos le manifestaron estar más cerca de la iniciativa argentina que de la de Guedes. Hubo algunos empresarios, como Adalberto Maluf, presidente de la Asociación Brasileña de Vehículos Eléctricos (ABVE) que se animaron a hacer público ese descontento. “No habrá industria automotriz. Seremos exportadores de productos agrícolas y hierro. En la agenda exportadora domina la agroindustria. Alguna vez fuimos un importante exportador de productos manufacturados. Sin incentivos y sin planes, no veo futuro”, afirmó Maluf.
Scioli conoce muy bien tanto al canciller França como al secretario de Asuntos Estratégicos del gobierno de Bolsonaro, el almirante Flavio Viana Rocha. El diplomático que desembarcó hace un par de meses en el Palacio de Itamaraty para reemplazar a Ernesto Araújo fue uno de los primeros en reunirse con el gobernador bonaerense cuando arribó a la capital brasileña y el encargado de aconsejarlo en sus primeros movimientos políticos en esas tierras. El almirante Viana Rocha es considerado como la mano derecha de Bolsonaro y llegó a visitar Buenos Aires invitado por Scioli. Con ellos también el canciller argentino, Felipe Solá, conversó en Ecuador durante la asunción de Lasso, intentando acercar posiciones.
Los movimientos de Scioli también abarcaron el espectro político. Porque visitó sucesivamente a los ex presidentes brasileños Lula Da Silva, Fernando Henrique Cardoso y José Sarney, que se oponen a los manejos de Bolsonaro en el terreno económico y especialmente respecto del Mercosur. Todos se inclinan por mantener más que nunca vivo al bloque regional.
La propuesta de Uruguay de flexibilizar el Mercosur ingresó formalmente el lunes 26 de abril al bloque. El anuncio lo realizó por las redes sociales la Cancillería uruguaya, desde donde aseguraron que la propuesta contaba “con el apoyo total de Brasil”.
Horas antes de la presentación de aquella propuesta, el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, había recordado, que “si todos (los socios) no están de acuerdo, el Mercosur no avanza”, en alusión a la propuesta enviada por su país a Argentina, Brasil y Paraguay.
El jueves pasado, Lacalle Pou, declaró que su país quiere “jugar en cancha grande” y competir en el mundo pero sin “pegar el portazo” al Mercosur, con el cual, remarcó, está “íntimamente vinculado”.
El mandatario uruguayo, quien participó del evento virtual “Economía regional. ¿Qué esperar para los próximos meses”, organizado por la Unión de Exportadores de Uruguay (UEU) con motivo del Día de la Exportación 2021, dijo en su discurso que la cabeza de su gobierno está puesta en “potenciar el mercado” y fortalecer las exportaciones. ”El Gobierno se ha embarcado decididamente en un compromiso (...) que es abrirse al mundo porque confiamos en Uruguay y en los uruguayos. Nos gusta jugar en cancha grande, no queremos cancha chica y protegida, queremos cancha grande y así lo han demostrado los uruguayos individualmente cuando salen al mundo”, expresó.
En esa línea, Lacalle Pou hizo alusión a d-Local, el primer unicornio uruguayo que empezó a cotizar desde el jueves en el índice Nasdaq, como “un claro ejemplo de que el uruguayo tiene las condiciones para salir adelante”, y aseguró que las negociaciones que conduce con sus socios del Mercosur, Argentina, Brasil y Paraguay, apuntan a ello.
Durante la cumbre virtual de presidentes del Mercosur que se había realizado el 26 de marzo a 30 años de su creación, hubo un duro cruce entre Lacalle Pou y Alberto Fernández. El uruguayo afirmó en esa ocasión no estar conforme con las condiciones actuales en las que funciona el mercado común y dijo que le generaba “frustración” la imposibilidad de avanzar en acuerdos extrarregionales. Sus palabras más potentes fueron cuando manifestó que esos límites representaban “un lastre” y “un corsé” para el desarrollo de su país. Notoriamente incómodo el jefe de Estado argentino le contestó que el Mercosur no debía transformarse en “una carga o un lastre para nadie” e invitó a quienes se sintieran disconformes a “tomar otro barco”. Ese episodio pareció diluirse con el correr de los días pero desnudó las rispideces que conviven entre sus miembros.
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