“Nosotros seguimos negociando con Pfizer. Nosotros queremos las vacunas”, dijo Alberto Fernández a Infobae. Recién aterrizaba de su viaje a Mendoza, y marchaba hacia la quinta de Olivos.
-¿Qué traba el acuerdo definitivo?-, preguntó este medio al Presidente.
-Pfizer pide determinadas exigencias jurídicas que no puedo consentir. Estaría violando la ley nacional.
-¿Qué exigencias?-insistió Infobae.
-Exigencias. No puede revelarlas. Tengo un acuerdo de confidencialidad. Pero debo confesar que nunca pidieron los glaciares. Eso que le imputaron a Pfizer fue una tontería.
Vilma Ibarra conoce derecho penal como los pasillos que comunican su oficina con el despacho presidencial. Alberto Fernández tiene confianza ciega en su secretaria Legal y Técnica, y esa confianza hizo que se hiciera cargo de la negociación con Pfizer. Ibarra sólo rinde cuentas al jefe de Estado, que también sabe de derecho penal y más de una vez lideró las conversaciones con los abogados de la poderosa empresa farmacéutica de los Estados Unidos.
El Gobierno desea cerrar un acuerdo comercial para obtener miles de vacunas contra el COVID-19, pero un concepto jurídico y una exigencia legal presentada por Pfizer aún mantiene en quimera un eventual convenio definitivo.
Negligencia es el concepto jurídico: un término que fue recomendado por la oposición para la Ley de Vacunas y que ahora quita la respiración a los abogados, accionistas y directores de Pfizer.
Alberto Fernández e Ibarra entienden la aprehensión de la empresa farmacéutica con el concepto Negligencia, y podría ocurrir un milagro político en el Parlamento que ayude a superar este obstáculo de la negociación. Sin embargo, el Presidente y la secretaria Legal y Técnica no avalarán una ley penal en blanco.
“Negligencia es una palabra muy fuerte en la terminología jurídica de los Estados Unidos, y lo comprendo. Pero ellos (Pfizer) tienen que hacerse cargo de sus eventuales errores en el cumplimiento del contrato. Por ejemplo: qué pasa si se corta la cadena de frío en el transporte de las vacunas. Ellos serían los responsables, y no el Estado argentino. Y lo que yo digo, en esos casos, es que Pfizer tiene que hacerse cargo. Entonces, vamos a tratar de contemplar sus razones jurídicas y que ellos contemplen las nuestras”, explicó Alberto Fernández en tono académico.
-¿Y cómo está ese tramo de la negociación?-, preguntó Infobae.
-Negociando. Tenemos un acuerdo de confidencialidad. Puedo decir que negociando.-, contestó Alberto Fernández.
Al margen de la negociación por la palabra negligencia, o sus posibles sinónimos legales, Pfizer exige una cláusula jurídica de protección patrimonial que Alberto Fernández e Ibarra no están dispuestos a conceder. La empresa propone una garantía por eventuales demandas penales y civiles que fue calificada como surrealista en Balcarce 50.
Y frente a ese reclamo, que se niega a revelar, el Presidente tiene una teoría que Pfizer nunca se atrevió a poner en jaque. “Ellos no han cumplido con los contratos que firmaron con otros países. Y me impresión es que piden tanto para que sea difícil cerrar un acuerdo posible, porque si lo hubiera, no se si podrían cumplirlo”, opinó el jefe de Estado.
La predisposición de Alberto Fernández a negociar con Pfizer ya exorcizó cierta versión teñida de aparente tono geopolítico que se viralizó en el Ala Oeste de la Casa Blanca. Ese rumor aseguraba que la Casa Rosada no quería cerrar con Pfizer por imposición de China y Rusia que proveen al país millones de dosis de Sinopharm y Sputnik V.
Joseph Biden anunció ayer que donará seis millones de dosis a 17 países de América Latina, y Argentina está en la lista de buena fe. El presidente de los Estados Unidos ya sabe que la administración de Alberto Fernández no rechazará ninguna vacuna que parta del Norte al Sur del Continente. Incluida Pfizer.
Mientras tanto, a la par de las millones de vacunas que llegarán desde Moscú, Beijing, Washington y Ciudad de México, el presidente está dispuesto a seguir negociando a la búsqueda de un acuerdo que satisfaga los intereses de ambas partes.
Es apenas un gesto de buena voluntad.
Alberto Fernández y Pfizer asumen que sólo un acontecimiento extraordinario podría enderezar la disputa legal. Y ya se sabe: en pandemia hay pocos milagros.
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