Con las restricciones por el avance del coronavirus se limitaron casi todas las prácticas sociales y las actividades religiosas no quedaron exentas. Por eso, luego de varias semanas en las que la ciudadanía no pudo acudir a las iglesias, desde la Conferencia Episcopal Argentina emitieron un comunicado dirigido al gobierno nacional para que se habilite a los templos llevar a cabo ceremonias.
“Hay un sentimiento interior que todos de alguna manera experimentamos: la pandemia se hace larga. Lo saben especialmente los esenciales que están en la primera línea, cuidando la fragilidad de nuestro pueblo, entre ellos el personal de salud y tantos otros servidores de la comunidad como, por ejemplo, las mujeres que llevan adelante los comedores comunitarios”, comienza el texto, que lleva la firma de Oscar Ojea, presidente de la institución, Mario Poli, arzobispo de Buenos Aires, Marcelo Colombo, arzobispo de Mendoza y Carlos Malfa, obispo de Chascamús.
Y luego introduce el pedido de que se pueda practicar misa: “¿Qué ayuda a mantener encendida la esperanza en este tiempo tan dramático que vivimos? Con claridad lo decimos: la dimensión trascendente y religiosa de la vida. Así lo expresa y tiene necesidad de hacerlo nuestro pueblo. Ella constituye el horizonte de muchos argentinos y los llena de fortaleza, consuelo y esperanza. Aún para muchos que habitualmente no participaban de celebraciones y encuentros religiosos, la enfermedad y la muerte cercana de algún ser querido, así como la angustia y la desesperanza, se revelan como momentos difíciles que la fe ayuda a afrontar con mayor fortaleza. Entonces, la mejor política arraigada en el pueblo, es también la que reconoce la importancia de la espiritualidad en la vida de los pueblos”.
“Desde el 20 de marzo de 2020, como Iglesia entendimos y acompañamos las disposiciones sobre el cuidado de la vida y de la salud de todos. Pero también constatamos que nuestro pueblo, ante esta terrible incertidumbre, necesita vivir la dimensión comunitaria de la fe en estos momentos significativos de su vida. Así, poder dar cristiana sepultura a los seres queridos, como tener los espacios de oración y celebración de fe, nos fortalece en medio de la crisis en estos tiempos de soledad y aislamiento, de duelo y angustia por lo incierto del futuro”, agregan.
E insisten: “Por eso necesitamos rezar, acudir a algunos de los santuarios donde alguna vez hemos experimentado con fuerza la ayuda de Dios o pedir la contención espiritual del ministro religioso. En estos casos, contemplamos con gratitud cómo la vocación sacerdotal y religiosa, no presentan reparos a la hora de estar con el que sufre”.
Asimismo, recuerdan que la Iglesia “ha adoptado todas las normas que eviten la difusión del COVID-19″ y que hay sobrados ejemplos en comunidades en donde “se han ido perfeccionado los protocolos, los cuidados y sobre todo el sentido de responsabilidad social de ministros”.
Ante esto, sostienen: “Creemos que el respeto de esta sensibilidad religiosa no puede quedar librado a respuestas arbitrarias de las autoridades o a decisiones fundadas en la opinión personal de un funcionario. Por eso, a partir de la experiencia satisfactoria de tantos barrios, ciudades y provincias, solicitamos a las autoridades se adopten aquellas normas razonables que posibiliten la realización de celebraciones durante estos tiempos de bajas temperaturas, dentro de los templos, con la previsión de aforos en la proporción adecuada a sus espacios físicos”.
“En un diálogo abierto y eficaz, creemos posible se adopten aquellas medidas que garanticen estas celebraciones, asumiendo los ciudadanos y las autoridades religiosas, el pleno cumplimiento de las disposiciones en materia de distanciamiento y aquellas otras medidas sanitarias que se vienen llevando adelante en este tiempo”, completa el comunicado.