Alejandro Bercovich, tiene 39 años, es economista y periodista, y actualmente conduce Pasaron cosas, en Radio con Vos, y Brotes verdes, en C5N. Desde hace doce años está en pareja con Ángela Lerena, periodista deportiva. Tienen tres hijos: Victoria, de 15 años, hija de Ángela, a quien Alejandro conoció cuando tenía 2 años; y luego juntos tuvieron a Manuel, de 6, y a Maite, de 3.
Llegó al auditorio de la radio con el tiempo justo, luego de haber tenido una mañana bastante movida en su rol de papá. Muy cuidadoso por la pandemia, se acercó a la ventana y la abrió aún más para tener una mejor ventilación. Tanto él como toda su familia transitaron el COVID, y vivieron en primera persona el miedo a la enfermedad.
En una charla a fondo con Infobae, el periodista habló de todo: del “imperdonable” papel del periodismo durante la pandemia en la Argentina; de la “grieta”; de la vacunación de Carlos Zannini; y de Alberto Fernández y la necesidad de que “muestre más decisión en la segunda mitad de su mandato”.
¿En qué momento de tu vida te encontrás?
—En un momento profesional y personal muy lindo, pero también de muchas preguntas, de mucha incertidumbre, de mucha confusión, de mucho temor por lo que pueda pasar en el futuro inmediato. La verdad que esta pandemia me pegó personalmente, porque nos agarró el virus a toda mi familia. Por suerte, lo transitamos en casa y leve, pero me golpeó, porque me hizo ver la vulnerabilidad que tenemos, me puso frente a la perspectiva de pérdidas que no imaginé, que me daba tanto miedo, y eso es lo que me parece que siente la mayoría de la población hoy. Mucho miedo, mucha incertidumbre, mucho desamparo, y eso no lo pierdo de vista, aunque, como te digo, a mí me va bien en el trabajo, estoy muy contento con los programas que hacemos, tanto en la tele como en la radio, y estoy muy contento por la repercusión que tiene ese trabajo, por la gente con la que podemos hablar, de la que no nos imaginamos que íbamos a poder, es un agridulce.
—¿Por qué creés que muchas personalidades te eligen para que las entrevistes?
—En el plano local me parece que después de veinte años de trabajar, aun teniendo posiciones muy fuertes que a veces cierran puertas, está claro que somos profesionales, está claro que el interés que tiene la gente con la que trabajo y que tengo yo es la verdad, y es el periodismo bien entendido, es una forma de tratar de entender y de construir juntos un relato, una realidad; pero me parece también que la pandemia abrió puertas de diálogo inesperadas, y por eso yo el año pasado, por ejemplo, pude entrevistar a Lula, a Thomas Piketty, el economista francés super best-seller, jamás pensé que iba a poder, y lo hice. Ahora en pandemia te atienden, porque están en su casa, porque están más abiertos a dialogar. Es un momento también de mucha discusión, de mucha elaboración en el mundo, y eso me parece que lo estamos pudiendo aprovechar bien.
—Hablaste de periodismo bien entendido. ¿Cómo percibís el periodismo hoy? ¿La grieta afecta tu trabajo, te saca energías?
—No, no, no me afecta, me saca energía, y creo que el periodismo está en su peor momento, es un momento lastimoso, un momento en el que además se tuvo la oportunidad de mostrase mucho más útil, en el que un montón de gente hacía preguntas y nosotros podríamos haber dado respuestas. Sin embargo, lo que dimos fueron gritos. Es imperdonable lo que hizo el periodismo durante la pandemia en la Argentina, gritos, confusión, mal chequeo de datos, operaciones de prensa, versiones malintencionadas para poner más nerviosa a la gente.
La grieta es, ante todo, un negocio, es una forma de disfrazar la verdadera contradicción que tiene una sociedad como la argentina, que es la fractura, la grieta nos propone una escisión vertical, y la fractura es horizontal, es entre los que cada vez acumulan más y los que cada vez tienen menos. Entonces, la grieta es un distractivo que les funciona a los políticos de determinada tendencia para que peleemos cosas que no son las importantes, pero también es funcional a los medios, y a lo cual los periodistas le fuimos malamente funcionales. Los medios, en vez de invertir y trabajar para que la verdad tenga más eco y se elabore de una manera más compleja y más polifónica, precarizaron e hicieron negocio con panelismo, y nosotros muchas veces nos terminamos sumando a ese griterío por figuración, por negocio personal y por vagancia, también por vagancia, porque la grieta esconde una holgazanería intelectual que es imperdonable.
La grieta esconde una holgazanería intelectual que es imperdonable
—¿Por qué hablás de vagancia?
—Y porque es mucho más fácil ya saber lo que pensás antes que pensar, mucho más fácil; pero además los medios se volvieron recontrapredecibles. Vos ponés a cada hora del día un canal de televisión y ya sabés lo que van a decir antes de prenderlo. Eso es una locura.
Yo soy un tipo que no oculta sus posiciones, trato de ser lo más explícito posible desde dónde hablo, y qué cosas me gustan y qué cosas no me gustan, pero separo eso de los hechos, y los hechos se construyen consultando a todas las fuentes, siendo lo más honesto posible, y estudiando, estudiando, estudiando y laburando. En Ámbito Financiero, en una época, hace treinta años, había discusiones sobre periodismo, y Julio Ramos, de esa vieja guardia, decía: “Ojo que para discutir el periodismo hay que leer un libro por semana, ¿eh?”, y la verdad es que yo cuando entré a un set de televisión, que fue hace poco —no fue hace tanto, porque yo laburé mucho tiempo solo en gráfica—, cuando entré a un set dije: “¿Dónde están los libros?”. Miré por todos lados y no había ningún libro en ningún lado, y de repente encontrabás alguno sosteniendo los monitores, que en ese momento eran más grandes, y ahí me asomé a una realidad que diez años después es mucho peor. La ignorancia, el regodeo en la ignorancia, el que no te importe la ignorancia porque total resuena y hace eco con la ignorancia de la sociedad a la cual vos podrías ayudar, contribuir por lo menos en una pandemia mitigar y no, al revés, a potenciar el grito, la intolerancia, el odio al otro, los discursos violentos. Ese es un ejercicio que haría falta: prender la televisión y quedarse mirando y preguntar por qué gritan.
—¿Y por qué gritan?
—Para mí es para vender, gritan por impotencia, y de vuelta por pereza.
—¿Cómo ves la gestión de Alberto Fernández?
—La veo conflictiva, la veo falta de coordinación y la veo, de a ratos, falta de rumbo también, y eso es, quizá, lo más preocupante. Me parece que hay buenas intenciones en muchos funcionarios, diría, en la mayoría, y me parece que la propuesta de revertir las políticas del macrismo que nos hundieron en la peor crisis de los últimos treinta años era una propuesta que merecía ser escuchada, y por eso me parece que ganó en primera vuelta frente a un presidente que buscaba la reelección rodeado de un dispositivo de poder inédito. Porque a Macri lo apoyaban no solamente los grandes medios de comunicación, con sus grandes audiencias, sino, también, todas las grandes cámaras empresarias, casi todos los jueces, la Corte Suprema, las Embajadas extranjeras. Hasta parte del peronismo lo apoyaba, y la verdad que perdió porque su gobierno fue tan malo para el pueblo, para la mayoría de la gente que perdió por catástrofe, por paliza, bueno, aupado a ese poder, el Frente de Todos podría haber hecho mucho más de lo que hizo.
—¿Cómo es tu vínculo con Alberto Fernández, por ejemplo?
—No sé si es apropiado dar mucho detalle, pero tengo diálogo directo.
—¿Cómo ves el vacunatorio VIP?
—Un escándalo y una herida moral para un Gobierno que justamente venía a decir que era distinto; muy corrosiva, algo que incluso me parece que la grieta y la hipérbole medio que ayudó a mitigarlo, porque como todo es tan grave, entonces algo que fue realmente muy grave pasó inadvertido entre otras cosas que se indican como graves.
—¿Qué fue lo más grave de los vacunados VIP?
—El problema son los privilegios, una fuerza política que nace con la vocación de combatir los privilegios de clase, como el peronismo, no puede nunca alumbrar un privilegio tan escandaloso y tan evidente. Es imperdonable, e hiere para siempre el vínculo moral que tiene que establecerse en toda forma de representación política, porque si es capaz de robarte la vida, ¿qué queda para la hacienda?
—Hace poco entrevistaste a Carlos Zannini. ¿Qué pensaste cuando te respondió que él sí estaba bien vacunado y que se arrepentía de no haberse sacado la foto?
—Me dio curiosidad, por eso le pregunté si no se arrepentía de la vacunación de su mujer; pensé que quizá eso sí lo ponía más en contradicción con lo que había hecho, y después, cuando terminó reivindicando la vacunación de Verbitsky me pareció que había quedado expuesto en su pensamiento más íntimo, y con eso ya había suficiente para el escrutinio público, me parece que esa es la búsqueda en un reportaje… Lo que el entrevistado responda.
—Trabajás en un medio cómo C5N, con una ideología bien definida, ¿te molestan las críticas?
—Yo laburé en muchos medios de líneas editoriales distintas, y siempre me hice responsable de lo que está de la firma mía para abajo, ni siquiera del título porque el título lo ponen los editores, a veces las autoridades deciden sobre eso, y eso me sirvió para darme cuenta, también, de que en los medios la heterogeneidad es recontravaliosa, eso se ve en Infobae. En Infobae ustedes tienen firmas de mucho vuelo y de distintas posiciones, me parece que en C5N se puede hacer lo que yo hago en televisión, y que en TN no se podría, y mucho menos en La Nación +; quizá sí en Crónica, en Canal 26. Pero creo que aun cuando es tan claro que C5N es de un lado de la grieta y TN y La Nación + son de otro, esa libertad que yo tengo para lo que está debajo de mi firma es también C5N , y yo le estoy muy reconocido por eso, porque la verdad no dicen nada respecto de mis reportajes, nunca hubo ninguna consideración frente a mis críticas, por ejemplo, a la política económica del Gobierno de esta primera parte del 2021. Me parece que ajustó, que fue una policía económica ortodoxa, de ajuste del Fondo Monetario, yo todo eso lo dije en C5N.
—¿Cómo ves el futuro económico del país?
—Y bueno, pienso que la moneda está en el aire, así como en términos políticos, también. Es hora de ser lo más creativos posibles para resetear una economía muy frágil, pero que ya venía dando muestras de esa fragilidad. Creo que estamos muy mal, estamos en uno de los peores momentos económicos de la Argentina. La verdad es que ahora me parece que está más en disputa la posibilidad de una política económica que ayude a la recuperación, hasta ahora, hasta fines de abril, hasta el viaje de Alberto Fernández a Europa, lo que hizo el Gobierno fue ajustar, ajustó salarios, ajustó el gasto público, ajustó la política monetaria, o sea, giró pesos, hizo todo lo que el Fondo Monetario suele recomendar en sus programas de ajuste y todo lo que suele conducir a las economías a la recesión. Después de la discusión que tuvo Guzmán por el tema tarifas, me parece que hubo toda una revisión de esa política y que, en realidad, lo que estaban discutiendo era mucho más que tarifas, no era una cuestión de a quién subsidiar y a quién no, era una cuestión de si el Estado gasta, de si el Estado empuja la recuperación o si se retira a la espera de tranquilizar las cosas y de que algo derrame. Bueno, esto último no funciona.
Ping pong político
—¿El funcionario que funciona de este gobierno?
—Qué difícil, qué difícil. Mi hermano, que es subsecretario de Desarrollo Regional Pyme, porque lo veo laburar 14 o 16 horas por día con el culo en la silla con mil reuniones que tiene para tratar de que a las pymes les llegue algún crédito subsidiado o alguna política de fomento.
—¿El papa Francisco?
—Una figura internacional, imposible de soslayar para cualquier aspecto de la política que se piense hoy, la geopolítica, la deriva del capitalismo, la discusión moral también, un distinto, totalmente, en una institución donde no abundan los distintos.
—¿Alberto Fernández?
—Y el Presidente tiene una vocación indiscutible de aglutinar pero a la vez una pasión irrefrenable por autoboicotearse, porque la verdad es que muchas cosas se podrían haber evitado con, simplemente, más decisión y mejor presentación, mejor comunicación. Es difícil su lugar, no estaría en sus zapatos, pero bueno, todavía está abierta la perspectiva de que muestre más decisión en la segunda mitad de su mandato.
—¿Cristina Fernández de Kirchner?
—De Cristina Fernández de Kirchner me sorprende su capacidad de reinventarse, su potencia para decir y también para resistir, porque la verdad que la persecución de la que fue objeto y la virulencia en un determinado sector del poder yo nunca lo había visto. Me tocó vivir el peronismo, el original, pero nunca lo había visto. Y después, una persona incapaz de procesar una crítica, la verdad que han dado muestras Cristina Fernández de Kirchner y su núcleo, quizás a fuerza de esa persecución, de que son absolutamente impermeable a cualquier crítica y a cualquier pregunta, incluso incisiva o molesta, que a mí me ha tocado hacerle. Por ejemplo, acá una vez, cuando estaba con la Negra Vernaci, no la moví ni un milímetro de su posición original, ni la hice reflexionar, ni repensar prejuicios.
—¿Axel Kicillof?
—Me parece que Kicillof es una persona que puede encarnar un liderazgo nuevo, más reflexivo, más pensado, pero que también es objeto de una fuerza que lo empuja a la grieta, y a veces se deja empujar. Él me parece que es consciente de que la verdadera grieta no es así, sino que es esa fractura de la que te hablaba antes, pero bueno, a veces, como te digo, me parece que lo llevan las circunstancias, y también tiene que administrar un montón de poder, que hay debajo suyo, que no le responde, porque, en parte, lo excede y en parte no es su vocación construirlo. Kicillof es más él que nosotros, se nota que le cuesta confiar, algo que, por ejemplo, a Alberto Fernández no le pasa, son, quizá, extremos opuestos en ese sentido.
—¿Máximo Kirchner?
—Máximo Kirchner era mucho más normal de lo que creíamos cuando no hablaba. Es un tipo particular, singular, porque es hijo de dos ex presidentes, es un lúcido analista de la realidad, me parece que está endiosado por una militancia que le atisba poderes mágicos. Hereditarios, pero me parece que era más normal de lo que nos lo habían pintado antes cuando él justamente estaba encerrado en ese hermetismo que daba lugar a todas las especulaciones.
—¿Horacio Rodríguez Larreta?
—Horacio Rodríguez Larreta me parecía un político con pocos parangones, de tan hábil, en la política argentina, hasta que se encerró en la discusión de las clases presenciales. Esa discusión le puede salir excelente porque puede encarnar eso que el Partido Popular en España encarnó, que cuenta Caparrós, que es el localismo que no paga costo político por los encierros, reclama aperturas, reclama vacunas y no se hace responsable de la pandemia; como si fuera responsabilidad del Gobierno central. Si eso le sale bien, puede ser presidente, pero me parece que jugó demasiado presionado y demasiado al límite, porque hay un riesgo cierto de que le salga mal y “que le salga mal” son miles de muertos, entonces, si ese era el riesgo, no sé si es tan buen calculador como pensaba yo hace dos meses.
Si la discusión por las clases presenciales le sale bien, Larreta puede ser presidente
—¿Martín Guzmán?
—Guzmán es el tipo más formado del gabinete, indiscutiblemente, pero me da la sensación de que le falta conocimiento específico de la puja distributiva en Argentina y de la lucha de clases acá, por decirlo esquemáticamente, y también de la política.
—¿Mauricio Macri?
—Macri fue el presidente que más daño le hizo a nuestra economía y a nuestra democracia en tiempos democráticos. Lo que dejó como herencia lo van a terminar de pagar o mis hijos o mis nietos, y lo que generó de daño nos hizo retroceder por lo menos veinte años. No es una cuestión ideológica o estética la que me hace denunciar tantas cosas de las que hizo Macri, sino una profunda convicción de que es la dirección opuesta a la que propuso él en la que se tiene que mover el país.
—¿Carla Vizzotti?
— Y la verdad que con Carla Vizzotti tuvimos una suerte, yo la veo explicar con la paciencia de especialista en vacunas las cosas que explica ,y digo “qué suerte”, porque imaginate si el ministro fuera otro, la verdad que me da tranquilidad.
ALGO PERSONAL
—¿Cómo es Alejandro papá y Alejandro esposo?
—Estamos muy felices. Hace doce años que estoy en pareja con Ángela. Antes de la pandemia había tomado la decisión, acá en la radio, de cambiar el horario, nos fue muy bien a la tarde, a la vuelta, que es el horario fuerte de la radio, pero pedí cambiarme al mediodía para poder estar con los chicos a esa hora, porque ellos iban doble turno, cuando existía el doble turno, y yo sentía que no me quería perder esta fase que es una fase preciosa de los chicos, tienen 3 años y 6. Tenemos a otra más grande, que tiene 15, presenta otros desafíos también, pero trato de estar lo más que puedo con ellos. Después de tomar esta decisión vino la pandemia, y no fueron más a la escuela, así que los tengo todo el día en casa, nos compramos una cama elástica, saltamos en la cama elástica con ellos, tratamos de que jueguen a la pelota, de que se muevan un poco.
Nuestra familia es como una carrera de postas. Me parece que todas deben ser así en pandemia, pero la nuestra es así: tenemos horarios, entonces llega mami, le choca la mano a papi, papi se va, agarra el zoom, los turnos de zoom de la tarde, ponemos los zooms, alguien en el medio cocina o pide, descongelamos algo. De alguna manera todo funciona, no sé cómo, pero nos organizamos. Y Ángela está muy contenta con su rol ahí en TV Nostra, porque le habla a otro público, y a mí eso me pone muy contento, también. Nosotros, los dos, tenemos mucha exposición en redes sociales, muchas veces nos cruzan insultos de uno al otro, cuando hay una explosión de insultos a Ángela me los dicen a mí y viceversa, pero tratamos de mantener eso lo más afuera posible, y de enfocar en lo importante, que son los chicos. Y ahora el laburo, que nos está yendo bien a los dos.
—¿Qué te gusta hacer cuando no trabajás?
—Me encanta tocar la batería, pero la verdad es que antes era dos veces por semana, ahora es una vez cada quince días, me gusta mucho la música, escucharla también, me gusta tocar con otra gente con la que lo hacía en su momento…
—¿Cómo te autodefinís?
—Yo soy un trabajador, hago lo mejor que puedo mi trabajo, y con la mejor gente que encontré para hacer este trabajo, nos potenciamos mutuamente, tratamos de divertirnos, y bueno, en esa búsqueda de divertirnos encontramos una forma de sobrevivir a tanta desgracia cotidiana, así que seguimos trabajando.