El fuerte incremento de los contagios y las muertes por coronavirus contribuyeron a cambiar el escenario político. Tras varios meses de disputas y cruces mediáticos, el presidente Alberto Fernández y el jefe de gobierno porteño Horacio Rodíguez Larreta retomaron el diálogo para anunciar el cierre estricto hasta el 30 de mayo.
A diferencia de los últimos anuncios de restricciones, no hubo diferencias sustanciales entre las posiciones de la Casa Rosada y de la Ciudad. Las conversaciones que venían manteniendo el jefe de Gabinete nacional, Santiago Cafiero, y su par porteño, Felipe Miguel, allanaron el camino para consensuar las medidas que se aplicarían en el AMBA.
Cuando llegó el turno del Presidente y el Alcalde, que por la mañana compartieron un encuentro virtual con una docena de gobernadores y luego, pasado el mediodía, hablaron nuevamente a solas, la estrategia común ya estaba bastante avanzada.
En la sede de Uspallata manifestaron satisfacción con el hecho de que esta vez “el Presidente no avisó cuáles iban a ser las medidas cinco minutos antes”.
Sin embargo, a pesar de que había coincidencias en relación a la gravedad del cuadro sanitario, hubo algunos puntos de negociación. La Casa Rosada insistió en la importancia de suspender las clases presenciales durante el período de cierre estricto para reducir lo más posible la circulación de no esenciales. De hecho, dio marcha atrás y restauró el feriado del lunes 24 de mayo para que sólo queden tres días laborables en la semana.
El pedido resultó razonable ante la realidad epidemiológica. El jefe de Gobierno explicó en la conferencia de prensa de anoche que los contagios habían empezado a bajar pero hace una semana “volvieron a subir a un ritmo preocupante” y que la tasa de contagiosidad volvió a ser mayor a 1 (actualmente es de 1,07). A esto se suma un aumento de la ocupación de las camas de terapia intensiva, que en el sector público llegan al 83%.
No obstante, desde el gobierno porteño insistieron en la importancia de la educación presencial y decidieron que los tres días perdidos se recuperarán del 20 al 22 de diciembre. “Las escuelas son lo último en cerrarse y lo primero en abrirse”, repitió Rodríguez Larreta.
Por su parte, desde la sede de Uspallata reclamaron algunas salvedades para resguardar la actividad comercial. En ese sentido, obtuvieron el visto bueno del Presidente para que los comercios no esenciales puedan trabajar aunque sea “de la puerta hacia afuera”.
“Nos parece importante que ante una situación de tanta incertidumbre, con el agravamiento de la situación sanitaria, con la preocupación que eso genera, es muy importante mostrarnos todos juntos y hacer el mayor esfuerzo para buscar consenso. Por eso valoro que hayamos podido trabajar de forma coordinada”, contestó Rodríguez Larreta al ser consultado sobre la uniformidad de las medidas adoptadas.
En el plano político, en la sede de Uspallata se esforzaron por cerrar el frente interno y lograr una “tregua” para evitar las críticas de referentes de Juntos por el Cambio al propio Rodríguez Larreta por plegarse a las restricciones impulsadas por el gobierno nacional.
Si bien varios de los principales referentes de la oposición, como Mario Negri, Alfredo Cornejo y Patricia Bullrich, cuestionaron a Alberto Fernández y la estrategia sanitaria, no hubo cuestionamientos en relación a la suspensión de las clases en la ciudad de Buenos Aires.
Este viernes por la mañana será el turno del vicejefe Diego Santilli, quien deberá coordinar con el gobierno bonaerense cómo se implementarán los controles en los puntos de acceso y egreso a la Ciudad para evitar la circulación interjurisdiccional.
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