“No creemos que no nos va a llegar. A la inversa. Estamos seguros que la segunda ola nos va a llegar en poco tiempo. Pero estamos tranquilos y fortalecidos con nuestras estrategias sanitarias. Tenemos insumos, medicamentos y oxígeno”. Bárbara Di Prieto es la Secretaria de Salud de Jujuy y en su definición describe la espera como quién avizora un bombardeo en el futuro. Estamos bien, pero podemos estar mal. De eso se trata.
La provincia que gobierna el radical Gerardo Morales se está preparando para la llegada de un nuevo brote de coronavirus. Saben que, tarde o temprano, el virus arribará con fuerza al último distrito al norte de la Argentina. Pero, por el momento, no están desbordados de casos ni cerca de un colapso sanitario. Viven una realidad distinta a la de la mayor parte del país.
En agosto del año pasado Jujuy estuvo al límite de la saturación del sistema. El 95% de las camas de terapia intensiva que tiene la provincia estuvieron ocupadas, el personal médico estuvo sobrepasado durante largas semanas y tuvieron que asumir que actuaban bajo un esquema de extrema emergencia.
Ese momento de crisis sanitaria les sirvió para implementar una serie de estrategias que, al día de hoy, son claves para poder evitar la saturación de los hospitales y cortar con efectividad la circulación del virus. En medio del pico de contagios las autoridades sanitarias empezaron a realizar rastrillajes de infectados casa por casa, barrio por barrio.
Buscaban al contagiado con síntomas, lo testeaban y, de ser positivo, los aislaban en sus casas. Luego, cargaban su nombre a un sistema provincial para que un médico le hiciera un seguimiento telefónico. Apelaron a la telemedicina como una opción para controlar a los contagiados con cuadros leves o moderados, y evitar que esas personas, con un proceso más largo de enfermedad, acudan a los centros médicos.
Esa misma estrategia es la que están aplicando en este momento donde la segunda ola empezó a golpear con fuerza en todo el país, pero aún no generó demasiados inconvenientes en Jujuy. Para determinar a que barrio ir a rastrillar mantienen una vigilancia epidemiológica.
Es un monitoreo que les permite conocer que lugares están más afectados. En muchos casos lo determinan por el lugar donde viven los jujeños que van a hisoparse a los centros que tiene la provincia. Entrecruzan datos y actúan en consecuencia.
Al día de hoy Jujuy tiene a disposición un total de 187 telemédicos que residen en distintas provincias del país y hacen un seguimiento telefónico de los pacientes que son Covid-19 positivo o que tienen síntomas y están aislados. El objetivo es generar un filtro que permita reducir la cantidad de personas que consultan el sistema de Salud o que son internadas por el cuadro que atraviesan. Así evitan que los hospitales se llenen.
“Detectar al paciente que se le está complicando su salud y aislarlo o internarlo en forma más precoz, está haciendo que muchas personas se recuperen sin llegar a las camas de terapia intensiva. Y sino, en el caso de que tengan que ser internados, requieren de hospitalizaciones muy cortas que no terminan en las terapias”, le explicó Di Pietro a este medio.
Otra estrategia sanitaria que le está dando resultado la empezaron a implementar hace dos meses. Se trata de la apertura de lo que denominan nodos de testeo. Son centros distribuidos en toda la provincia a los que los habitantes que tienen síntomas o dudas sobre su estado de salud pueden recurrir. Se los testea con test de antígenos y obtienen el resultado en 20 minutos.
Es un esquema similar al que implementó Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad de Buenos Aires. La diferencia es que en Jujuy hay gente que vive en localidades donde el operativo de rastrillajes no llega o se hace una vez cada 15 días. Entonces la gente no tiene acceso a poder testearse y saber si tienen o no coronavirus.
A los nodos de testeos acuden un promedio de 3500 personas por semana. Del total, un 30% da positivo de coronavirus. Cuando las autoridades sanitarias conocen el resultado, les asignan un médico y un tratamiento. Así logran interrumpir más temprano el proceso del virus. El 10% de los positivos testeados terminan internados.
La secretaria de Salud jujeña explicó el proceso con más precisión. “Estamos llegando mucho más temprano al sintomático. El paciente antes se aislaba en su casa porque tenía miedo de ir a un hospital. Entonces llegaba a una dificultad respiratoria que, cuando acudía al centro de salud, terminaba en terapia intensiva. Acá el mismo día que sale positivo, el médico lo está llamando”, sostuvo.
El paso siguiente al aislamiento es activar los Vehículos de Intervención Rápida (VIR). Autos y camionetas con médicos que atiendan a las personas en su domicilio. Dependen de la coordinación del SAME provincial. Esos médicos, en el caso de ser necesario, derivan a los pacientes que están en sus casas a un hospital.
Los últimos datos del Ministerio de Salud de Jujuy indican que, con un promedio de 80 casos diarios, en el sistema de salud pública hay una ocupación del 60% del las camas de terapia intensiva, mientras que en el sector privado la ocupación alcanza al 75%. El peor momento fue después de los feriados de Carnaval, en febrero, cuando llegaron al 85% de ocupación.
En Jujuy no están cerca del colapso pero tienen un porcentaje elevado de las camas utilizadas y, al igual que en otras provincias del país, los médicos están viendo que la mayoría de los infectados tienen entre 25 y 35 años, y que muchos de ellos terminan internados con cuadros graves pese a no tener ninguna patología previa.
Una tercera estrategia que implementaron con éxito es la internación domiciliaria. Comenzó el año pasado con pacientes que tenían coronavirus y no podían acceder a una cama. Entonces, como opción alternativa, eran internados en sus casas y se les recetaba un tratamiento con oxígeno, medicamentos y kinesiología. El mismo proceso que en el Hospital, pero en la habitación de sus casas. A ese punto los llevó la crisis sanitaria del año pasado.
Este año están utilizando la internación domiciliaria para pacientes con cuadros leves o moderados. Les dejan el tubo de oxígeno y la medicación en sus casas. Un médico les hace un seguimiento presencial y otro los monitorea a través de llamadas telefónicas. La estrategia implementada les permite tener camas disponibles en los hospitales. En definitiva, es un filtro más para evitar que la gente termine en los centros de salud.
“No estamos cerca del colapso sanitario. Los rastrillajes, los nodos de testeo, la estructura de Vehículos de Intervención Rápida, la internación domiciliaria y el seguimiento por telemedicina nos han dado buenos resultados. Hoy la situación está controlada, pero no quiere decir que la semana que viene no se complique. Es muy dinámico”, señaló Di Prieto. La pandemia y su dinamismo.
En Jujuy viven una vida bastante parecida a la que los argentinos tenían antes de la pandemia. Tienen una nueva normalidad. Hay restricciones para circular entre las 2 y las 6 de la mañana, las escuelas tienen un sistema mixto de virtualidad y presencialidad, y el transporte público está habilitado para que viaje cualquier persona, no solo esenciales, como sucede en otros lugares del país.
Esa vida con protocolos le permite al gobierno de Morales tener bastante margen para aplicar medidas restrictivas en los próximos meses. Si fuera necesario, podrían ampliar el horario de restricción para la circulación, suspender las clases, dejar el transporte solo para esenciales y suspender todas las actividades recreativas y deportivas.
Respecto al operativo de vacunación, hasta el momento se aplicaron148.584 dosis. Son 126.617 primeras dosis y 21.967 de las segundas. Hay 32.378 vacunados que forman parte del personal médico, 82.161 que son mayores de 60 años, 31.535 de entre 18 y 59 años con factores de riesgo y 2.510 del personal estratégico.
A partir de la semana que viene en la provincia comenzarán con un operativo especial para vacunar en los pueblos que están lejos de los cascos urbanos y a los que es difícil acceder con vehículos. Por eso llevarán vacunas en mulas y caballos, mientras que en algunos casos específicos irán con un helicóptero de la provincia para vacunar los pocos habitantes del lugar. Esas comunidades están lejos de los centros médicos y dependen exclusivamente del Estado para poder ser atendidos con rapidez.
Localidades como El Durazno, Alto Calilegua, Molulo o Chañi son algunas de las que están dentro de la nómina que armó el gobierno jujeño para llevar vacunas con animales o por el aire. Es la única opción que tienen. Una realidad muy lejana a la que se vive en el centro del país.
En Jujuy esperan la segunda ola con una estructura sanitaria que, por el momento, no tiene grietas. La sociedad quedó muy golpeada por la grave situación que vivió la provincia el año pasado y parece haber tomado conciencia de la necesidad de cuidarse y cumplir con los protocolos. Sin embargo, un sector, donde sobresalen los jóvenes, siguen incumpliendo las normas. Lo hicieron antes y lo hacen ahora.
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