El juez federal Daniel Rafecas transita estos días resignado la despedida de su sueño: convertirse en Procurador General, el cargo que le ofreció en diciembre del 2019 el presidente Alberto Fernández y cuyo pliego nunca llevó a debate en el Senado que dirige la vicepresidenta Cristina Kirchner. Es que Rafecas le dijo a sus allegados y luego a la sociedad que mantiene su convicción de no aceptar el cargo si se modifica el requerimiento del acuerdo de dos tercios de los votos en el Senado para ese nombramiento.
“No puedo seguir siendo el candidato si esto va a ser así. No se puede llegar de cualquiera manera”, le dijo a sus colaboradores, según relataron a Infobae fuentes que estuvieron presentes en ese encuentro. “Sea yo o el que sea, el Procurador tiene que ser elegido por los dos tercios del Senado”.
En esos diálogos, Rafecas sostiene que la conducción del Ministerio Público, sea un cargo vitalicio o no, requiere de una mayoría calificada, tal como existe ahora. “No solo porque es el Procurador el que actúa ante la Corte Suprema de Justicia sino porque es un actor frente a otros factores de poderes”.
“La tarea del Procurador, máxime en esta etapa de sistema acusatorio, no solo es estar al frente de un grupo de fiscales que, en algunos casos, están muy organizadores. También es llevar adelante una serie de reformas que son imposibles de pensarse sin un procurador que llegue con las espaldas y el apoyo político suficiente para concretarlas”, subraya Rafecas cuando le preguntan en su entorno si puede aceptar el cargo cuando se haya aprobado la reforma.
La posición de Rafecas no es una novedad. Ya había sido expresada, incluso a través de sus redes sociales, cuando comenzó a especularse con las reformas en el Ministerio Público. Pero ahora sus colaboradores y allegados volvieron a abordarlo frente a un escenario que, ahora sí, podría concretarse en el cambio de mayorías.
Y con el correr de las horas decidió este lunes jugar su carta pública: escribir en su Instagram un mensaje lo más claro posible. “Si a mitad del proceso para mi designación, se reduce por ley la mayoría necesaria en el Senado para nombrar al Procurador, eso será para mí un limite ético insuperable, que me hará imposible seguir adelante con la postulación. Respeto otras posturas, pero esta es mi convicción, ética y jurídica”, planteó.
El mensaje de Rafecas sirvió además para pasar factura. No solo porque desde la postulación que promovió el presidente su pliego nunca avanzó en el Senado siquiera para hacer una audiencia pública en este año y dos meses que lleva de candidatura, sino porque además jamás recibió un llamado en consulta sobre el cambio de la ley del Ministerio Público que promueve el oficialismo. Ni de los que impulsaron la reforma en el Senado, ni de los que organizaron las audiencias en Diputados, ni del nuevo ministro de Justicia Martín Soria. Soria sí en cambio tuvo tiempo de mantener diferentes reuniones con la Asociación de Magistrados, la de Fiscales, con un grupo de fiscalas y hasta con diputados de la oposición que ahora se muestran dispuestos a aprobar la ley.
El 17 de diciembre de 2019, apenas a una semana de jurar como presidente, Alberto Fernández oficializó la elección de Rafecas. “Confío en su independencia y capacidad para esa tarea”, dijo.
En vez de tratar el pliego de Rafecas como candidato a Procurador -en donde cosechó 650 adhesiones a su candidatura, en particular de todas las agrupaciones de derechos humanos, contra tres impugnaciones, entre ellas la del ex ministro de Planificación Julio De Vido-, el el kirchnerismo decidió activar desde el Senado las reformas de la Justicia.
A la reforma judicial que planteó el presidente, le sumó inesperadamente los cambios a ley del Ministerio Público, que aliviana las mayorías para designar al jefe de los fiscales, acorta su mandato y le impone un nuevo régimen en el tribunal de enjuiciamiento y la vigilancia de una comisión bicameral con amplias facultades.
Con la llegada de Martín Soria como ministro de Justicia en reemplazo de Marcela Losardo, el Gobierno decidió activar esos proyectos que no consiguen mayoría en Diputados. Sin posibilidades de avalar la unificación de fueros para Comodoro Py, Soria avanzó con la reforma al Ministerio Público después de un año y medio de estar cuestionando abiertamente el papel de Eduardo Casal, que ese convirtió en el procurador interino desde finales del 2017 y hasta ahora sigue en ese cargo.
El macrismo disparó abiertamente contra la última procuradora Alejandra Gils Carbó. “Lamento que Gils Carbó insista en permanecer en el cargo, es una militante kirchnerista”, llegó a decir Mauricio Macri en 2017. A fin de ese año, su procesamiento por la compra de un edificio para la Procuración derivó en su renuncia.
Fue entonces que el macrismo tuvo la oportunidad de llevar su propio candidato para ser el jefe de los fiscales. Mientras se barajaban nombres del riñón de Comodoro Py como el fiscal de Casación Raúl Pleé o el juez de Casación Gustavo Hornos, Macri promovió como candidata a la Procuración a la jueza del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad Inés Weinberg de Roca. Aunque fue invitada a una audiencia en el Senado, el macrismo nunca consiguió los votos para convertirla en procuradora.
Con el cambio de Gobierno, Alberto Fernández promovió el nombre de Daniel Rafecas. Pero lo que se activaron fueron los cambios en la Procuración.
El 22 de noviembre pasado, el presidente Alberto Fernández afirmó: “Nadie ha planteado cambiarlo a Rafecas de candidato a la Procuración” y añadió: “Por supuesto que Cristina (Kirchner) apoya a Rafecas, si hubiera puesto algún obstáculo hubiese tenido en cuenta lo que ella pensaba”.
Pero lo cierto es que la candidatura de Rafecas nunca fue una prioridad para el kirchnerismo más duro. En Juntos por el Cambio la única que salió a “bancarlo” abiertamente fue Elisa Carrió. Es que parte del macrismo no le perdonaban haber cerrado la denuncia del fiscal Alberto Nisman contra Cristina Kirchner por el Pacto con Irán y parte del radicalismo no olvidaba haber llevado adelante la investigación por las coimas en el Senado durante el Gobierno de la Alianza, que llevó al ex presidente Fernando De la Rúa y un grupo de legisladores al banquillo donde todos terminaron absueltos.
Carrió, sin embargo, valoró que Rafecas avanzara con una causa contra la AFIP kirchnerista cuando la acusaron por enriquecimiento ilícito. Pero también que cerrara otra acusación en su contra cuando se descubrió que el que la había radicado era un albañil que contó que le habían pagado para denunciarla. “Daniel Rafecas no es el candidato de Cristina y es la mejor opción”, le decía “Lilita” a su espacio en noviembre pasado.
Rafecas seguirá sintiéndose candidato hasta que se apruebe la ley que cambie las mayorías y el presidente Alberto Fernández la promulgue. Entiende que la política aún está a tiempo de darse cuenta de la gravedad de esa modificación. Mientras la política define su futuro, se mantiene al frente del juzgado federal.
Aún le queda un plan B: la chance de que avance el concurso por los cuatro cargos que están vacantes en la Cámara Nacional de Casación Penal. Durante el macrismo había quedado en primer lugar pero el oficialismo retiró los pliegos y hasta ahora ese concurso tampoco se activó.
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