Alberto Fernández sabe que su gira exitosa por Europa será una anécdota de la diplomacia nacional si no consolida una relación estable con Estados Unidos a través de una agenda común basada en encontrar soluciones a la crisis económica post pandemia, los efectos del Cambio Climático y la deuda de 44.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional (FMI) que contrajo Mauricio Macri cuando ocupaba la Casa Rosada.
El presidente diseñó un método ad hoc para consolidar ciertas iniciativas sobre relaciones exteriores: pide ayuda al ministro de Economía, Martín Guzmán, y al secretario de Asuntos Estratégicos, Gustavo Beliz, y a continuación redacta sus papers antes de programar una nueva gira al exterior.
Y una vez que sube al avión para moverse a otro país, Alberto Fernández incluye en la delegación a Guzmán y Beliz, dos miembros del Gabinete que acumulan poder propio por su influencia al momento de definir los asuntos que se abordarán en los viajes oficiales.
La cita del Presidente con Kristalina Georgieva, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, era un secreto de Estado que se comunicó apenas horas antes del encuentro en el hotel Sofitel de Roma. Sin embargo, Alberto Fernández trabajó casi una semana con Guzmán y Beliz para preparar con certeza la primera audiencia presencial con Georgieva.
La agenda de Alberto Fernández ante la directora gerente del FMI establecía cuatro reclamos básicos de la administración del Frente de Todos:
1. Plazo para refinanciar los vencimientos de capital de septiembre y diciembre de 2021
2. Reducción de las tasas aplicables a los créditos Stand By o de Facilidades Extendidas
3. Eliminación de los supercargos, una tasa extra que aplica el FMI a los países socios con muchísima deuda contraída en relación a sus aportes como estado-socio
4. Acceso a los Derechos Especiales de Giro (DEG) que los estados centrales no usan y que podrían cederse a los países medianos.
El aporte del ministro de Economía y del secretario de Asuntos Estratégicos no termina en la redacción de los papers y en las consultas que Alberto Fernández ejecuta para no pasar sofocones frente a sus futuros interlocutores. Guzmán y Beliz -en la Argentina- son los funcionarios que más cercanía tienen con la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Yanet Yellen y la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva.
En este contexto, para entender por qué Alberto Fernández empodera a Guzmán y Beliz, se debe tomar en cuenta que toda su producción académica termina matizada con la información y la opinión de figuras clave como Yellen, Georgieva, y los ministros de Economía y Finanzas de los países más poderosos que integran el board del FMI.
Cuando concluyó la reunión entre Alberto Fernández y la directora gerente del FMI, iniciaba un taller sobre deuda externa organizado por Francisco. En ese seminario, auspiciado por la Iglesia Católica, participarían Yellen, Jeffrey Sachs, Georgieva, Guzmán y otros ministros de Economía que pertenecen al G20.
La secretaria del Tesoro hizo una presentación que coincide con la mirada de Alberto Fernández respecto a los compromisos con el FMI y la manera de enfrentar los efectos sanitarios, económicos y políticos del COVID-19. Y a continuación, Georgieva pronunció un discurso vinculado a la deuda y la pobreza que terminó de una manera que nadie esperaba.
Sollozó.
Después de la primera sesión de la jornada académica, Beliz, Georgieva, Jeffrey Sachs -académico de Columbia- y Marcelo Sánchez Sorondo, que organizó el taller académico por instrucción de Francisco, se sentaron a comer al mediodía en los jardines del Vaticano. Todos pidieron risotto y algunos tomaron agua mineral sin gas. Cuando promediaba el almuerzo, Beliz le preguntó a Georgieva qué evaluación hacía del encuentro con Alberto Fernández.
-Fue buena. Cara a cara. Constructiva-, contestó la directora gerente del FMI.
El presidente empodera a Guzmán frente a los avances del ala más dura del kirchnerismo. Se trata de un ejercicio político indispensable: el ministro es respetado por sus pares del G20, pero es agredido todos los días por su política energética y su mirada personal acerca de la estrategia para negociar la deuda con el FMI.
En la agenda doméstica, Guzmán se transformó en un blanco móvil de La Cámpora por su decisión de remover a Federico Basualdo como subsecretario de Energía. Y esa sensación de cacería inmediata se multiplica cuando el Instituto Patria descubre que Guzmán ya le pico el ticket a Basualdo y que espera las instrucciones de Alberto Fernández para terminar con su faena.
Alberto Fernández está preocupado por la inflación, y es un tema recurrente cuando conversa a solas con Guzmán. El ministro le explica al Presidente las variables internas y externas, y sostiene que la inflación comenzaría a bajar hacia fines de agosto.
La Cámpora actuará sobre Guzmán, si la inflación no baja en el segundo semestre de 2020. Y Alberto Fernández ya explicó, tuiteó y comentó por teléfono que su ministro de Economía es “inamovible”. Guzmán es una pieza clave en su gobierno, y es el único ministro argentino en condiciones de mantener una conversación en ingles y exhibir rango académico con Yellen, Georgieva o Biden.
Bajo las instrucciones directas de Alberto Fernández, el ministro de Economía está a cargo de ejecutar la negociación con el FMI. Estados Unidos, a través de la presentación de Yellen, se mostró coincidente con la posición del Presidente y aguarda avanzar con mayor velocidad hacia fines de agosto.
“El camino es el multilateralismo, pero es fundamental que el multilateralismo brinde soluciones. Necesitamos tener un multilateralismo que sea lo suficientemente flexible para ofrecer soluciones rápidamente. Ahora es el momento de actuar. De lo contrario, el multilateralismo se autoinfligirá daños, y esto es algo que vemos día a día, en las diferentes conversaciones y reuniones bilaterales que mantenemos con responsables políticos de todo el mundo”, dijo Guzmán en el Seminario “Soñando con un mejor reinicio” que organizó por El Vaticano.
Guzmán propone refinanciación de la deuda, profundizar la aplicación de políticas multilaterales, y diseñar una hoja de ruta con la Casa Blanca. El ministro tiene la colaboración formal de Georgieva y los contactos fluidos con Yellen que conducen directamente al salón oval que ocupa Biden.
Y si ese camino implica vueltas en círculos, Guzmán puede dialogar con Francisco. El ministro de Economía y el Papa tienen una relación fluida, y esa relación será importantísima en Washington cuando se esté a punto de cerrar el programa económico del 2022.
Junto a Guzmán que profundiza los vínculos con Estados Unidos a través de las negociaciones con el FMI, Gustavo Beliz tienen idéntica faena pero por medio del Acuerdo de Cambio Climático firmado en Paris hacia fines de 2015.
Durante la administración de Donald Trump, el Acuerdo de París se transformó en un hecho prohibido para la Casa Blanca. Biden piensa al revés que Trump y su política exterior está orientada a privilegiar la naturaleza frente a las emisiones de carbono que pueden transformar al mundo en una mala copia de Mad Max.
Desde esta perspectiva, Beliz es una jugador importantísimo al momento de acercar las relaciones entre Buenos Aires y DC. La Casa Rosada ya sabía que habría un encuentro entre Alberto Fernández y Kerry, y Beliz asumió la responsabilidad de acercar información exclusiva al Presidente antes de su cónclave con el enviado especial para el Cambio Climático de los Estados Unidos.
Alberto Fernández y Kerry se reunieron en Roma y dialogaron a solas durante 45 minutos. Los dos tocan la guitarra y son fan de Bob Dylan. Y los dos asumen que el Cambio Climático es un asunto que necesariamente unirá los intereses geopolíticos de Argentina y Estados Unidos.
La Casa Rosada y la Casa Blanca consideran que el Cambio Climático puede incluir a China en una mesa de diálogo diplomático y aplacar su política de polución constante para bajar costos e inundar los mercados con mercaderías fabricadas sin leyes laborales ni mayores consignas tarifarias.
Pero así como China puede aparecer en el horizonte forzada por las circunstancias, Brasil empieza a alejarse de los centros de poder como consecuencia de su política negacionista del Cambio Climático. Kerry le contó a Alberto Fernández sobre su fastidio respecto a Brasil, y el Presidente calló por piedad con un socio principal del Mercosur.
La presencia activa de la Argentina y la retirada lenta de Brasil en el escenario del Cambio Climático, facilita las relaciones bilaterales de Alberto Fernández con Joseph Biden. Washington busca un aliado confiable en América Latina, y el Presidente está dispuesto a coronar esa posibilidad si no implica una renuncia total a los intereses del Estado Nacional.
Alberto Fernández tiene la oportunidad para lograr una agenda común con Biden que incluya la deuda externa, el cambio climático y el mundo post pandemia de COVID-19. Guzmán y Beliz tienen contactos importantes en DC, y Francisco utilizará su relación personal con Biden para fortalecer una estrategia de acercamiento diseñada en Balcarce 50.
Este plan tiene un flanco endeble: Cristina Fernández de Kirchner no confía en Beliz y Guzmán ya no es más su ministro preferido. Por ahora, la vicepresidente se ha quedado en silencio. Durará poco.
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