Fuego cruzado, el sello de la paz y unidad para enfrentar a la Corte Suprema: el Gobierno expuso en una semana su interna constante

Del enfrentamiento por la fallida renuncia del subsecretario de Energía al alineamiento total para librar una nueva batalla contra la Justicia. El vínculo tenso de los accionistas del Frente de Todos que desgasta la autoridad presidencial

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La foto de la unidad del Frente de Todos. Así lo describió Alberto Fernández (Presidencia)
La foto de la unidad del Frente de Todos. Así lo describió Alberto Fernández (Presidencia)

Se aman, se odian, se vuelven a amar. Se enojan, se cruzan, se reprochan, se esconden. Pero, cuando pasa el temblor, buscan el acuerdo. La unidad. La necesitan todos. Para sobrevivir, para gestionar y, sobre todo, para gobernar. Así vive el gobierno de coalición este tiempo de luchas internas y pactos políticos para enfrentar, juntos, a un enemigo en común: la Corte Suprema.

En el final de esta semana el Gobierno logró dejar atrás la turbulencia que debió atravesar cuando discutió internamente la salida de Federico Basualdo, el subsecretario de Energía al que el ministro de Economía, Martín Guzmán, le pidió la renuncia el viernes de la semana pasada pero, pasados ocho días, aún se mantiene en el cargo. Y se mantendrá hasta que el Presidente encuentre el momento de sacarlo de su oficina.

En el mediodía del miércoles, durante un acto en Ensenada, el Frente de Todos montó una foto de unidad. Alberto Fernández lo dejó en claro desde el discurso. A su lado estaban Cristina Kirchner, Sergio Massa, Axel Kicillof, Jorge Ferraresi, Verónica Magario y Mario Secco. La imagen fue compacta. El discurso bien direccionado. Un dardo a la Justicia y al principal espacio opositor.

Lo único que desentonó fue la inoportuna frase del intendente de Ensenada. “Si quieren venir, que vengan”, le gritó a la oposición en clave electoral, emulando a Leopoldo Galtieri a los ingleses en el inicio de la Guerra de Malvinas. Durante los últimos días el oficialismo utilizó expresiones pocos felices. Las banalizó. Y degradó su discurso político.

Alberto Fernández y Cristina Kichner lograron alinear el discurso frente al fallo de la Corte (Presidencia)
Alberto Fernández y Cristina Kichner lograron alinear el discurso frente al fallo de la Corte (Presidencia)

“Saquen esta foto, sáquenla y no se olviden nunca más. Aquí estamos los que estamos convencidos de lo que hay que hacer en la Argentina. No va a haber tapa de diario ni sentencia judicial que no nos lleve a hacer aquello que debemos hacer en favor de los argentinos; esta es la foto de nuestra unidad”, dijo Fernández. En ese párrafo intentó cerrar la grieta abierta por el caso Basualdo.

La nueva unidad se logró después del fallo de la Corte Suprema, que le dio la razón al gobierno de Horacio Rodríguez Larreta en el conflicto por la presencialidad en las escuelas en el medio del impacto de la segunda ola de coronavirus. El Gobierno se alineó para enfrentar al máximo tribunal, para volver a disparar en masa contra la Justicia y para mostrar que es una irrealidad que transitan diferentes caminos.

“Golpe blando”, “golpe a las instituciones”, “sentencias para favorecer a los candidatos que les gustan”, “formen un partido y ganen las elecciones”. La embestida oficial contra la justicia fue clara. Todos alineados. Kirchneristas y albertistas. Todos con un discurso unificado. La otra cara del conflicto por Basualdo, donde las armas estaban arriba de la mesa.

El ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo en el centro de la escena por la fallida salida de Basualdo (EFE)
El ministro de Economía, Martín Guzmán, estuvo en el centro de la escena por la fallida salida de Basualdo (EFE)

El camino de la reconciliación no surgió después del fallo de la Corte Suprema. Sino el domingo pasado cuando el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, mantuvieron una comunicación telefónica para acordar reducir el nivel de confrontación pública que se generó por la fallida renuncia del subsecretario de Energía. Bajar los decibeles para que no haya más heridos.

La gestión no dio tan buenos resultados en el corto plazo. El lunes a la mañana Axel Kicillof puso una ficha en el tablero y defendió la línea K sobre el nuevo esquema tarifario, motivo de fondo por el que Guzmán le pidió la renuncia a Basualdo. El subsecretario no avaló armar un plan de aumento de las tarifas tal como lo consideraba el titular de la cartera de Hacienda.

Ese mismo lunes hubo otro acercamiento entre las partes con una reunión que se llevó a cabo en Casa Rosada y en la que estuvieron representantes de las tres patas principales de la coalición. Un nombre propio por el Presidente, otro por Santiago Cafiero, dos por Sergio Massa y dos por Cristina Kirchner. Gente que entiende de comunicación logró llegar a un acuerdo para bajar el nivel de confrontación y evitar seguir perdiendo sangre por las heridas autogeneradas de la coalición.

“Es un tema sepultado. Del pasado”, sostuvo un dirigente de La Cámpora, en la noche del lunes, ante la consulta de Infobae. Ya habían decidido dejar atrás el conflicto. Aunque sea por un tiempo. Porque, al día de hoy, no está solucionado. Es un proceso que quedó a mitad de camino. Con final abierto.

El subsecretario de Energía, Federico Basualdo
El subsecretario de Energía, Federico Basualdo

El martes al mediodía el fallo de la Corte Suprema sirvió para volver a alinear el discurso político del Gobierno. Los ayudó la necesidad de abroquelarse frente a la decisión del máximo tribunal. Para que el daño sea menor tenían que tener una mirada común y dar una muestra de unidad. Así fue.

Después de conocer la sentencia, Alberto Fernández y Cristina Kirchner se comunicaron para poner blanco sobre negro la postura del oficialismo. Minutos antes la Vicepresidenta había marcado su mirada con una serie de tuits en los que apuntaba contra la Justicia. Hubo acuerdo sobre la idea de avanzar con un discurso duro contra el Poder Judicial.

“Alberto fue un paso más adelante que ella al decir que la Corte elige candidato”, reflexionaron en el entorno del Presidente, sobre la frase dirigida, en simultáneo, al máximo tribunal y a Horacio Rodríguez Larreta. Aunque lo intenten disimular la empatía entre el albertismo y el kirchnerismo es inexistente.

Santiago Cafiero y Eduardo "Wado" De Pedro, representantes del albertismo y el kirchnerismo
Santiago Cafiero y Eduardo "Wado" De Pedro, representantes del albertismo y el kirchnerismo

Por la tarde Cafiero y De Pedro hicieron lo mismo en el primer piso de Balcarce 50. Limaron asperezas como fieles representantes de Alberto y Cristina, del albertismo y el kirchnerismo. Luego, puntearon una serie de argumentos para desacreditar la sentencia judicial y amortiguar el impacto del fallo. Controlaron los daños. O, al menos, lo intentaron.

Tienen una buena relación. Sincera. Cada uno sabe a que jefatura política responde y cuál es el punto intermedio al que tienen que llegar por la responsabilidad de gestión que cargan.

“Se ataron los hilos que estaban desatados y se coció todo en pocas horas”, describió un funcionario del gobierno nacional respecto al acercamiento de posturas en el Frente de Todos. Se taparon las heridas. Aunque, en el fondo, siguen abiertas. La dinámica interna del Gobierno es, por largos momentos, autodestructiva. Aún así, la paz reina de vez en cuando y la sintonía aparece cuando el rival es pesado. La Corte Suprema es un buen ejemplo.

En el Ministerio de Economía esperan que, más temprano que tarde, Basualdo se vaya. En el ala albertista de la coalición sostienen que en el planeta de Cristina Kirchner no aceptan que también puede haber “funcionarios que no funcionan”, parafraseando a la ex jefa de Estado. Esa frase es el símbolo del fuego amigo.

Cristina Kirchner, la principal accionista del Frente de Todos (Presidencia)
Cristina Kirchner, la principal accionista del Frente de Todos (Presidencia)

Como primera medida, Alberto Fernández sostiene a Martín Guzmán en su cargo. Nunca estuvo en duda pese a los rumores. Al kirchnerismo, por más de que no esté de acuerdo con su política tarifaria, tampoco le conviene su salida. Podría implicar un impacto en el dólar y el retroceso en la negociación con el FMI. Ninguna sería una buena señal antes de las elecciones.

Por momentos la tranquilidad reina en la superficie. Aunque aparezca la mano derecha de la Vicepresidenta, el neuquino Oscar Parrilli, y proponga que los más de USD 4.000 millones que la Argentina recibirá del FMI en el corto plazo no sean utilizados para el repago de la deuda, sino para volcarlos a gastos vinculados con la pandemia. Un mensaje claro para el ministro de Economía. Le marcaron la cancha a Guzmán. Una vez más.

Las disputas internas entre el kirchnerismo y el albertismo son cíclicas. Se repiten. Porque Marcela Losardo no es la mejor opción para librar una batalla despiadada contra la Justicia o porque Venezuela no es el régimen autoritario que creen que es. El Presidente y la Vicepresidenta han llegado a estar tres meses sin hablarse. El pasado reciente es abrumador.

Alberto Fernández y Cristina Kirchner conviven en un Gobierno donde los conflictos internos son cíclicos
Alberto Fernández y Cristina Kirchner conviven en un Gobierno donde los conflictos internos son cíclicos

Es tan repetitivo el sketch que los propios interpretes de Alberto y Cristina están acostumbrados a buscar la línea de flote del barco en el que todos están a bordo. Se acostumbraron a las pujas de poder y a las necesidades encontradas. Cuando acomodan las desigualdades, exponen en público lo que se supone que es una unidad sin fisuras. Una foto martillada con un puñado de frases grandilocuentes.

La unidad es real, pero está lejos de no tener grietas internas que tensionen la gestión y lleven al Gobierno a enfrentar encrucijadas sin sentido. Sin embargo, a ninguno de los espacios internos les conviene tensar la cuerda hasta llegar al borde de la ruptura. Nadie, ni siquiera los representantes más duros, piensan en un virtual quiebre. Ese fantasma está siempre presente, pero la división de bienes nunca llegará.

La batalla por el lugar de Basualdo expuso, una vez más, el rigor que aplica el kirchnerismo, en especial La Cámpora, cuando advierten que les quieren absorber una milésima de poder. También el permanente desgaste al que está sometido el presidente de la Nación por parte de Cristina Kirchner y su espacio político, y la falta de una estrategia política más puntillosa de la Casa Rosada.

Además, volvió a dejar a la luz las limitaciones que tiene Alberto Fernández para imponer su autoridad presidencial en una decisión que involucra un funcionario de segundo orden. La salida de Basualdo estaba hablada con la Vicepresidenta, pero Guzmán no cuidó las formas, tal como esperaban en la Casa Rosada y en el kirchnerismo, y el corrimiento de un funcionario de segundo rango hizo estallar una bomba inesperada en el Gobierno.

Los principales referentes del Frente de Todos (Presidencia)
Los principales referentes del Frente de Todos (Presidencia)

Durante toda la semana la idea de la autodestrucción giró por los despachos de la Casa de Gobierno. “Una semana traemos millones de vacunas y festejamos, y a la otra nos tiramos un tiro en el pie con nuestras peleas”. La sensación atraviesa todos los pasillos de Balcarce 50.

En el Gobierno asumen que el daño al que están sometidos es parte de las reglas del juego que no pueden esquivar. La sociedad debería asimilar lo mismo y acostumbrarse a los desencuentros frecuentes. En definitiva, son piezas de rompecabezas distintos. Como también lo eran los que hoy son oposición y hace un año y medio eran Gobierno.

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