Alberto Fernández evalúa por estas horas postergar su gira europea ante el avance mortal de la segunda ola del COVID-19. La situación sanitaria es extremadamente compleja. Las camas de terapia se siguen ocupando a un ritmo vertiginoso aunque no llegan a un nivel de colapso. Sin embargo, en el Gobierno esperan que las medidas tomadas empiecen a hacer efecto en el corto plazo.
El Presidente pensaba protagonizar un raid de siete días para visitar Portugal, Italia, España y Francia con la intención de avanzar en las negociaciones con el Club de París y el Fondo Monetario Internacional (FMI), pero no quiere estar a miles de kilómetros de la Casa Rosada si existe la posibilidad de un colapso sanitario por la ausencia de camas UTI en la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano.
La segunda ola del COVID-19 golpea en un dramático número de muertos y contagios, y la existencia de Unidades de Terapia Intensiva (UTI) empezó a mermar como consecuencia del incremento geométrico de víctimas del coronavirus. Fernández se plantea la posibilidad de quedarse para monitorear el día a día desde Argentina.
A cargo de la gestión de la pandemia, en especial del operativo para frenar la segunda ola, están el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y la ministra de Salud, Carla Vizzotti. Ambos tiene comunicación permanente con el Presidente. Aún así, el jefe de Estado quizás prefiera quedarse en el país y evitar estar lejos si el escenario epidemiológico obliga al Gobierno a tomar nuevas medidas.
La última semana el Presidente acordó un paquete de medidas con los gobernadores y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, para reducir la circulación. El único punto de conflicto fue el mismo que ya estaba vigente en las últimas semanas: la presencialidad de las clases. Sin embargo, en el resto de las medidas hubo unanimidad sobre la necesidad de restringir las actividades.
En la Casa Rosada están monitoreando de cerca estos primeros días de la semana. Se debería ver el impacto del DNU previo al último que se publicó. Es decir, el que el Gobierno sacó el 14 de abril, cuando Fernández decidió suspender las clases presenciales en el AMBA y abrió un campo de batalla con Rodríguez Larreta.
Si bien el panorama sanitario es delicado, Alberto Fernández se inclinó por mantener la mayoría de las medidas que ya había tomado y ajustar algunas otras en base a un nuevo semáforo epidemiológico, que clasifica, en cuatro categorías diferentes, cuáles son las ciudades con mayor cantidad de casos de coronavirus y, por ende, las que deben aplicar mayores restricciones.
El Presidente se guardó una carta para las semanas que se avecinan. Si bien esperan que las medidas hagan efecto y el sistema sanitario se estabilice, debe estar preparados para avanzar con nuevas restricciones si los casos no ceden y la capacidad de atención hospitalaria entra en jaque.
En paralelo a esa preocupación, el jefe de Estado afronta un conflicto interno por el pedido de renuncia que el ministro de Economía, Martín Guzmán, le hizo a Federico Basualdo, el actual subsecretario de Energía. Pese a la orden del titular de la cartera económica, el funcionario kirchnerista se mantiene en el cargo. Desde ese sector de la coalición lo sostuvieron hasta lograr que la disputa se congele.
En Balcarce 50 aseguran que el futuro de Basualdo ya está dibujado en el mapa. Más temprano que tarde deberá dejar su lugar por no acompañar la línea de trabajo de Guzmán en lo que respecta al armado de un nuevo esquema de tarifas. En Hacienda esperan que la renuncia se haga efectiva, mientras que en el kirchnerismo dan el tema por cerrado.
En ese contexto de pujas internas y crisis sanitaria, el Presidente evalúa la posibilidad de quedarse en Argentina. Tiene motivos para hacerlo. Lo resolverá en las próximas 48 horas.
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