De regreso a la política activa, con un libro bajo el brazo que antecede su reaparición luego de 17 meses de silencio y especulaciones sobre su candidatura, la ex gobernadora María Eugenia Vidal planteó duros cuestionamientos al gobierno nacional por la gestión de la pandemia, planteó que es Cristina Kirchner y no Alberto Fernández quien toma las decisiones del Gobierno y advirtió que en la Provincia la principal herramienta para enfrentar el COVID es “la agitación del miedo y las prohibiciones”.
En una entrevista con Infobae que se realizó minutos después del anuncio de la nueva etapa de restricciones ante la segunda de la pandemia, la ex gobernadora evitó dar definiciones sobre si participará como candidata en las próximas elecciones, como así tambió eludió la creciente interna entre sectores duros y moderados en Juntos por el Cambio.
En cambio, apuntó con dureza contra el kirchnerismo y respondió a las acusaciones lanzadas por el Presidente por su actuación como gobernadora de la provincia de Buenos Aires. Aunque criticó a su sucesor al frente del Ejecutivo bonaerense, afirmó que Axel Kicillof “sabe que puede contar” con la oposición para enfrentar la pandemia. Y defendió el mantenimiento de las clases presenciales que decidió Horacio Rodríguez Larreta.
-¿Cuál es su análisis sobre las medidas que anunció Alberto Fernández para extender las restricciones frente a la segunda ola?
Lo primero que queda en evidencia es que las medidas que hace 15 días nos dijeron que eran por 15 días no lo eran. Y que con la suma de estas tres semanas los chicos van a estar más de un mes sin clases. Lo segundo es la ausencia de alguna mención sobre cómo va a seguir el plan de vacunación. Difiero con el Presidente respecto de que este plan sea un éxito. El 2% de los argentinos se aplicó las dos dosis y el 15% una sola. Eso no puede ser considerado exitoso y me preocupa porque la vacuna es el verdadero remedio a la situación que estamos atravesando. Cuanto más rápido avancemos con la vacunación menos restricciones vamos a necesitar. La restricción no puede ser la única política. Ninguno quiere que haya que elegir a quién ponerle un respirador en un hospital y nadie quiere la muerte, pero hay muchas maneras de enfrentar lo que está pasando y pareciera ser que la única desde el gobierno nacional pasa por la restricción y, en particular, por las escuelas, que deberían ser el último lugar en cerrar o al menos encontrar otras salidas intermedias.
-¿Por qué piensa que tomó esta decisión sobre los colegios? ¿Por convencimiento o porque los gremios presionan para que las escuelas sigan cerradas?
No sé cuáles son las motivaciones del Presidente. Lo que se necesita es un Presidente que, con calma, defina un plan. Así como en otros temas que preocupan en la Argentina, como el empleo o la inflación, sentimos que no tenemos un plan, con la pandemia nos pasa lo mismo. No sabemos lo que va a pasar mañana o el mes que viene y eso genera mucha angustia, mucho agotamiento, se pierde la credibilidad. Hay que recuperar cuanto antes el diálogo con todos y decidir un camino previsible que nos diga dónde estamos parados hoy y hacia dónde vamos para no estar las próximas tres semanas pensando cómo va a seguir esto.
- Esta vez, para tomar las medidas, el Presidente consultó a los gobernadores e incluso a Horacio Rodríguez Larreta.
Está claro que en lo que hace a la apertura de las escuelas no hay acuerdo. Comparto con el Presidente la preocupación por la circulación, pero vemos que se anuncian más restricciones y luego no se controla. La restricción no tiene sentido si no hay capacidad real de controlarla. Eso, por ejemplo, termina afectando a los chicos que no pueden ir a la escuela. Esta enfermedad es de comportamiento social y se ha apelado poco al cuidado responsable de cada uno. La inmensa mayoría de los argentinos hemos hecho un enorme esfuerzo por cuidarnos y por respetar las normas. Todavía se puede trabajar más ahí. Hay muchas maneras de combatir esta enfermedad, pero el gobierno nacional y el provincial sólo se han enfocado en una y, además, no han sido capaces de controlarla.
Desde el principio, la agitación del miedo y la prohibición ha sido la principal herramienta de combate al Covid que ha utilizado la Provincia
- ¿A qué atribuye el hecho de que el gobernador Axel Kicillof tenga una postura más dura sobre las restricciones que el Presidente? ¿Es sólo miedo al colapso sanitario?
Desde el principio, la agitación del miedo y la prohibición ha sido la principal herramienta de combate al COVID que ha utilizado la Provincia. Esto está claro: el año pasado, escuchábamos al ministro de Salud hablar de cadáveres por las calles. No niego que la situación tiene una gravedad como para preocuparse y ocuparse, pero quien gobierna es quien más tiene que mantener la calma y apoyarse en todas las herramientas que tiene a disposición. Reitero: la mejor manera de enfrentar lo que nos está pasando es la vacuna. Ese es el camino para evitar que nuestros chicos se tengan que quedar encerrados en casa, que tengamos un familiar en terapia intensiva, que tengamos que lamentar una pérdida y que haya mucha gente que perdió un ser querido y ni siquiera lo pudo despedir. La única política no puede ser la prohibición y que no tengamos un abanico más amplio. Entiendo que hay que restringir y que la circulación tiene que ser controlada, pero con un criterio de racionalidad, sin pánico y tratando de usar todos los caminos posibles.
- En las últimas semanas, Alberto Fernández y Kicillof aludieron a los problemas generados en su gestión como gobernadora y criticaron el cierre de escuelas o los hospitales que no se terminaron. ¿Hay una utilización política de la pandemia?
Eso responde a una actitud que pasa mucho en la política, que es buscar a quién echarle la culpa en lugar de resolver el problema. Al ciudadano común lo que le importa es si su hijo va a ir a la escuela hoy, no la discusión sobre mi gobierno con afirmaciones que, además, son falsas. Y justamente en este momento donde seis de cada diez chicos son pobres, donde perdimos un millón de puestos de trabajo, donde nuestros chicos en la Provincia no van a las escuelas, y no sólo en los últimos quince días porque hay muchas que este año no abrieron y venimos de un año donde tampoco lo hicieron. No sé cuál es el sentido de hacer política y campaña electoral en este contexto.
- El Presidente dijo hace pocos días que el gobierno de Cambiemos no inauguró vivienda por odio ¿qué piensa de eso?
¿De verdad hay que responder eso?
- Fue el Presidente el que lo dijo en un acto oficial.
¿Tengo que contestarle algo peor? ¿Cuán lejos está dispuesta a llegar la política en un momento como éste para su provecho personal? ¿De verdad alguien puede pensar que un gobierno, cualquiera sea, no termina una vivienda por odio? Es inadmisible. Cuando llegamos al gobierno había 30 mil viviendas sin terminar. 30 mil, no 14, 15 o 100. Y a nosotros jamás se nos hubiera ocurrido decir que no las terminaron por odio. El Presidente no tiene un discurso claro. El día anterior había dicho que teníamos que trabajar como en una sinfonía y al día siguiente dice que no hacíamos viviendas por odio. Es difícil para una oposición que quiere colaborar, que entiende que estamos en un momento en donde lo único que importa es darle respuestas a la gente, dialogar con un Presidente que se para en ese lugar, que, además, es un lugar alejado de la necesidad de la gente. ¿Piensa que los argentinos que lo están escuchando, muchos que perdieron su trabajo o que no pueden viajar en colectivo porque son informales pese a ser esenciales, es lo que esperan de nuestro Presidente? Me parece un error enorme.
- ¿Cuál es su interpretación sobre el motivo que tiene Alberto Fernández para decir eso?
Hay muchos dirigentes que creen que su trabajo es agrandar cada vez más la grieta que hay entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio. Lo único que hacen es profundizar la distancia que tienen con la sociedad. Cuanto más se pelean, más hablan del otro y menos respuestas dan, más lejos están de la gente. Hoy la gente la está pasando mal. Se enfermó alguien de la familia o se enfermaron ellos o perdieron alguien por COVID. Son más pobres de lo que eran antes de esta pandemia, les cuesta llegar a fin de mes, tienen miedo de perder su trabajo o ya lo perdieron. Y si tenían un pequeño comercio ahora van a tener que cerrar a las 7 de la tarde y seguramente tienen miedo de que en tres semanas directamente lo tengan que cerrar. En ese contexto, a la fuerza política que gobierna le importa más insultarme a mí o a Mauricio Macri que resolver esos problemas. Eso es lo realmente grave. No es grave lo que diga de mí, de mi gobierno o del gobierno de Mauricio (Macri). Ese ciudadano nos está mirando para ver cómo le vamos a resolver esas angustias y lo único que ve son políticos peleando sobre temas que no lo afectan. Llamo a la reflexión al Presidente y a todos los que gobiernan en esta pandemia para que entiendan el lugar donde está parada la gente y cuanta distancia se ha ido construyendo en estas discusiones de campaña, ridículas.
- ¿Por qué se insiste en esa línea dura si la gente está con otras preocupaciones? No solamente en el oficialismo, sino que parece un fenómeno que se repite en Juntos por el Cambio, donde hay una línea dura que a veces predomina sobre la moderada.
Me permito plantear algo porque lo he hecho en el interior de mi partido: definamos lo que es duro. La firmeza, la dureza, el límite, se imponen desde la acción, no desde el discurso. No porque yo me ponga a insultar al Presidente soy dura. Creo que fui dura cuando cerré los casinos y los bingos, cuando entré en barrios a buscar narcos y transas que nunca la policía había buscado, cuando por primera vez le hicimos controles de consumo de drogas a la policía o cuando me enfrenté con el Pata Medina. Eso es ser duro, lo demás son discursos, es campaña, es ver quién insulta más a quién. No creo en esa forma de hacer política. En el interior de mi espacio también me paro en ese lugar, que no es un lugar tibio ni débil, pero las discusiones se dan sobre los problemas de la gente. Al Presidente lo votaron los argentinos, igual que al gobernador y al jefe de Gobierno. Si somos democráticos tenemos que entender que ese fue el resultado de la elección. Y a la oposición la votaron 11 millones de personas y las tenemos que representar. Nuestro límite siempre son nuestros valores. De ahí no me muevo un centímetro. No estoy dispuesta a decirles a los argentinos que tienen que esperar dos años y medio a que Juntos por el Cambio gane la elección para que ellos vivan mejor. Eso es mezquino.
- Es evidente que Patricia Bullrich tiene una mirada distinta que la suya o la de Rodríguez Larreta. No creen en las mismas formas de enfrentarse al Gobierno.
La unidad en Juntos por el Cambio no significa unanimidad ni uniformidad. Está muy bien que haya diversidad y que haya distintas voces. Eso es bueno para el espacio. Lo que no puede haber es distintos valores y creo que los valores son los mismos en todos, defendemos todos algunas cosas fundamentales como la Constitución, la división de poderes, la libertad. Puede haber matices entre nosotros y no está mal que los haya y que expresemos distintas voces. Pero me parece que lo que se juega no es duro o blando.
-¿Cómo juzga la actitud de Bullrich como presidenta del PRO?
Patricia se hizo cargo del proyecto el año pasado, cuando tanto Mauricio como yo habíamos decidido salir de la escena pública un tiempo, respetando el resultado electoral, y Horacio estaba absolutamente involucrado en la pandemia y no podía ocuparse de cuestiones partidarias. Es valioso que ella haya tomado ese rol de presidenta del partido.
- ¿Y cómo lo está haciendo?
El PRO tiene un enorme desafío de crecimiento en cada lugar del país. En muchos lugares hemos crecido mucho, como en Córdoba, Santa Fe, Mendoza. Es un partido joven, un partido que tiene 20 años y competimos contra el peronismo y el radicalismo, que tienen mucha mas historia, pero seguimos siendo un espacio para mucha gente que no hizo política nunca, que quiere empezar por primera vez, que quiere algo distinto.
-Sigue sin calificar a Bullrich.
Es que no tengo por qué calificarla.
-¿Pero se siente identificada con la impronta que le da al PRO?
Somos parte de un mismo espacio político y de un mismo frente político, y me parece muy bien que se haya hecho cargo de la presidencia el año pasado.
- Hay un acuerdo entre oficialismo y oposición para que las elecciones se posterguen un mes por la pandemia. ¿Está de acuerdo en diferir las PASO?
Si los criterios son sanitarios, me parece razonable.
- Algunos temen que eso implique eliminar las PASO.
Nosotros presentamos un proyecto de ley al oficialismo, sobre el que todavía no tuvimos respuesta, donde queda avalada la postergación, pero claramente queda expresado que no pueden eliminarse las PASO este año.
- En Juntos por el Cambio no hay unanimidad sobre cómo tienen que resolverse las candidaturas para las próximas elecciones. ¿Cuál es su opinión? ¿Hay que ir a internas o apostar por el consenso?
No sólo es un escenario lejano sino que hablar de estas cosas es casi una falta de respeto hacia la gente que hoy está tan angustiada. Siempre he sido dentro del espacio una promotora de la unidad, pero si no es posible, por supuesto está la herramienta de las PASO para que la gente salde este teme. Tampoco me parece dramático que así sea, pero hoy me parece casi irrespetuoso en este contexto. Ya habrá tiempo para eso.
- ¿Tampoco va a revelar si será candidata en Capital o en Provincia?
Hoy no me desvela. Ya tomé una decisión y es que en esta campaña voy a estar presente. Le voy a poner el cuerpo, como se lo puse siempre, para defender las cosas en las que creo. Hoy me preocupa más este contexto de pandemia y cómo la gente está pasándola mal. La definición sobre mi candidatura es un hecho que puede posponerse.
- Pero más allá de las candidaturas, pueden ser prematuras, ¿no se necesitan liderazgos definidos, fuertes, desde la oposición?
Juntos por el Cambio no sólo tiene el valor de la unidad. Debe haber sido la primera oposición no peronista desde 1983 que se sostiene frente a un oficialismo como éste, y eso es un valor: habernos sostenido unidos y de alguna manera representamos bien lo que nos pedían esos 11 millones de argentinos que nos votaron. También es bueno que tengamos varios liderazgos. Es un síntoma de crecimiento que no haya un liderazgo único. Esa es una buena noticia. Están Horacio, Martín Lousteau, Alfredo Cornejo, Lilita Carrió, Mario Negri, los gobernadores como Gerardo Morales o Gustavo Valdés. La gente va eligiendo y definiendo el lugar que a cada uno le corresponde.
-¿Qué rol cree que debería cumplir Mauricio Macri?
Siempre el mejor liderazgo o el mejor lugar es el que uno elige porque uno está convencido de eso. Con lo cual, esa es una decisión de Mauricio. Es un ex presidente que tiene un montón de valor para aportar al espacio. ¿Desde dónde lo va a aportar? Él tiene toda la libertad para elegirlo y hoy está diciendo que su lugar es promover nuevos liderazgos, ayudar a que crezcan,. Si es eso, bienvenido porque muchos de los que estamos en el espacio vamos a valorar este aporte. Y si no, será el que él defina.
- Había dicho cuando era gobernadora que no estaba de acuerdo con algunas decisiones de Mauricio en el Gobierno y que se arrepentía de no haber hablado en su momento. ¿Por qué no habló? ¿Qué es lo que lleva a una persona con su impronta a no decir lo que piensa?
Hablar, hablé. No es que no hablé. Mi libro dice hacer oír mi voz más fuerte. Sobre todo en el 2018, porque creo que ya en 2019 la situación era muy difícil de revertir. Pero cuando empezó la crisis en abril de 2018 la decisión tuvo que ver con ser parte de un gobierno, del primer gobierno no peronista que tenía que terminar su mandato en los últimos 90 años.
- Pesó más el miedo a la ingobernabilidad…
El gobernador de la provincia de Buenos Aires no es un actor menor en la fortaleza institucional del presidente. Y desde septiembre, incluso antes del 2018 se hablaba del helicóptero, se hablaba de que no se terminaba el mandato. Era en ese contexto que se daba la crisis económica. Yo sentía que mi posición no era indiferente a la fortaleza del presidente y a la fortaleza del gobierno. Prioricé eso. Lo que dije en mi libro es que a veces generar alguna discusión interna o externa más fuerte termina fortaleciendo y ayudando. Esa es una autocrítica que yo hago sobre todo en lo que hace al tema económico.
- Kicillof tiene un rol más protagónico en este momento al lado de Alberto Fernández, como el que usted quisiera haber tenido...
Yo creo que Cristina tiene un rol protagónico. Y que en todo caso Cristina prioriza la provincia de Buenos Aires.
- Entonces Kicillof es una mera correa de transmisión de Cristina...
Bueno, nadie tiene dudas de que hoy quien toma las decisiones centralmente es la Vicepresidenta.
- ¿Las decisiones del país o las de la Provincia?
Las dos.
- ¿Y por qué pasa eso o por qué Alberto Fernández permite que eso ocurra? Que sea la vicepresidenta la que toma las decisiones fundamentales del Gobierno.
Bueno, hay un problema de origen que es la vicepresidenta eligiendo al presidente. Y todos lo sabemos. Más allá de que yo creo que son lo mismo. Esto de diferenciar... son lo mismo. El Presidente defiende, expresa y sostiene las ideas de la Vicepresidenta.
- Ideas que Alberto Fernández antes no tenía, o tenía contrarias a las que tiene ahora sobre Cristina Kirchner.
Sí, hemos visto antes que hablaba recién, un día la sinfonía y otro día la oposición es la que odia. A veces es difícil entender dónde el Gobierno se para.
- Elisa Carrió piensa que en realidad es difícil aliarse con los peronistas porque siempre te terminan traicionando. ¿Piensa lo mismo que ella?
Creo que hay un peronismo republicano, un peronismo que incluso ha sido parte de mi gobierno cuando yo fui gobernadora y que es valioso para que sea parte de Juntos por el Cambio. Creo que además de la Coalición Cívica, la Unión Cívica Radical y el PRO, el peronismo tiene que tener un espacio en Juntos por el Cambio y ser parte de la toma de decisiones y de la construcción de una alternativa de poder al oficialismo en la Argentina. Pichetto, Joaquín de la Torre, son una muestra entre tantos otros nombres de personas que están dentro de nuestro espacio y que no dejan de lado su identidad y sin embargo creen en otra forma de hacer política y de gobernar en la Argentina.
- Trascendió mucho que usted tiene contacto con Máximo Kirchner, con Sergio Massa. ¿Por qué cree que hay tanta mirada negativa sobre estos contactos o estos diálogos?
No creo que la mayoría de la gente lo vea mal. Tal vez algunos extremos lo ven mal. Yo creo que la Argentina es tan compleja y tiene dificultades tan profundas que para ponerla de pie no podemos pensar que ninguna fuerza política va a poder sola. Y éste creo que es uno de los errores que está cometiendo el Presidente, pensar que él solo, con su propio espacio político, va a poder poner a la Argentina de pie. Definitivamente necesita de los demás. Porque además hay un 40% de argentinos que no lo eligieron y que también necesitan ser representados.
- Dirigentes políticos de primer orden dentro de la oposición están esperando su definición, aliados y otros que no lo son tanto. ¿A ellos qué les dice?
Que las elecciones no las ganan los nombres y apellidos, las elecciones las ganan lo que uno representa. En el 2015 alguien como yo, prácticamente desconocida, gané la provincia de Buenos Aires y no la gané desde ser María Eugenia Vidal, la gané desde lo que los bonaerenses vieron en mi representación, alguien que no era del sistema, una mujer aparentemente que nunca había estado metida en todos los manejos de la provincia de Buenos Aires. Los bonaerenses querían algo distinto, querían algo que cambiara ese sistema. Hoy, si somos capaces de representar lo que quieren, lo más importante no es el nombre y el apellido. Y para representar lo que la gente necesita hay que escucharla y hay que estar en la calle escuchándola. Ahí representás lo que el pasa a la gente y el nombre y el apellido pasan a ser secundarios.
- Igual, ¿de qué depende su decisión de presentarse o no este año, hacerlo en Capital o en Provincia o esperar hasta el 2023?
Es un tema de prioridades. Hoy mi prioridad es ayudar a los intendentes, ayudar a Horacio (Rodríguez Larreta). Seguir trabajando en los barrios.
- ¿Qué le diría a Kicillof ahora, en un momento de pandemia?
Lo que le diría a Kiciloff es que para enfrentar esta dificultad cuente con nosotros. Eso le diría. Él lo sabe. Se lo dije desde el minuto uno que empezó la pandemia. Estamos hablando de una enfermedad y de la vida de miles de personas. Contar con el otro es escucharlo, admitir que piense distinto y pensar que puede tener razón. Así se construye el contar con el otro que, en nuestro caso, representamos a 3 millones de bonaerenses. Estamos dispuestos a representarlos a ellos y a acompañar al gobierno en las decisiones difíciles que supone esta pandemia. Pero no en la arbitrariedad. No en la decisión destemplada. No en la falta de calma. No en la ausencia de sentido común. En eso no. En lo que le dé tranquilidad a la gente, que sea serio, que tenga que ver con un plan. Que tenga pasos secuenciales. Que los bonaerenses puedan prever. Ahí nos va a tener sin especulación como nos tuvo desde el primer día.
- ¿Si tuviera que tomar una decisión ahora en este momento en la provincia de Buenos Aires hubiese mantenido las escuelas abiertas?
Hubiera sido lo último que hubiera cerrado.
- ¿Siente que hay presiones para que defina su candidatura?
No me siento presionada. La verdad es que no me siento presionada. Me sentía presionada o me sentía preocupada cuando gobernaba la provincia y tenía que enfrentar situaciones muy difíciles como las que conté antes, pelearme con el juego, pelearme con las barrabravas, pelearme con el narcotráfico. Esas son situaciones que generan presión o estrés. Ésta no. Ésta es una decisión de una candidatura y no creo como dije antes que ningún argentino deje de dormir para ver si yo soy o no soy candidata.
- Pero desde la política se le puede achacar no haber sido candidata y quizás exponer a Juntos por el Cambio a una derrota.
— Yo creo que Juntos por el Cambio ha crecido mucho. Que como dije antes tiene muchos liderazgos y eso no pasa solo a nivel nacional, también pasa en la provincia de Buenos Aires. No creo que sea dependiente de una sola persona.
- ¿Cuán importantes son las elecciones legislativas?
La mejor manera de que los políticos no se alejen de la gente es no darles demasiado poder. Aquel político que no tiene tanto poder está más obligado a escuchar. Y este año lo que se define es la mayoría o no en las Cámaras del Congreso para el oficialismo. Creo que si la gente elige a la oposición, y en particular a Juntos por el Cambio, va a poder elegir una manera de evitar que el espacio del Frente para Todos tenga todo el poder. Que me parece que no es bueno, no es bueno. No va a ser bueno ni para el presidente ni va a ser bueno para los argentinos. Siempre que haya controles y que haya límites hace que se gobierne mejor.
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