Alberto Fernández confirmó anoche que había decidido mantener como subsecretario de Energía a Federico Basualdo, un alfil de Máximo y Cristina Fernández de Kirchner que Martín Guzmán intentó desplazar por su probada ineficacia en la gestión pública.
Guzmán no cometió suicidio político: estaba avalado por Alberto Fernández. Y el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, le dio luz verde para avanzar. Sucedió en una reunión que ambos protagonizaron -ayer en Balcarce 50- después del anuncio presidencial sobre las nuevas medidas para enfrentar la segunda ola del COVID-19.
“Basualdo tiene el boleto picado. Y ayer no se fue por la inexperiencia de Guzmán. Lo echó por los medios de comunicación. Fue una tontería que molestó mucho a Alberto (Fernández)”, describieron en las cercanías del jefe de Estado.
Guzmán considera que Basualdo es “un funcionario que no funciona”. Alberto Fernández comparte la mirada del ministro de Economía y respaldó su decisión de removerlo. Aún más: en la Casa Rosada juran que CFK no se inmutó cuando el Presidente le comentó que Basualdo ya era pasado en el gobierno justicialista.
Alberto Fernández, Santiago Cafiero, Matías Kulfas y Guzmán consideran que la política energética, la posibilidad de mejorar los servicios y favorecer a los sectores más pobres no avanza por la incapacidad burocrática de Basualdo.
Desde esta perspectiva, resulta importante una distinción política. El jefe de Estado y la vicepresidente comparten la necesidad de segmentar las tarifas para diferenciar entre los pobres, la clase media golpeada y los sectores de mayores ingresos.
Guzmán no se cansa de explicar en la Casa Rosada y en el Senado que un “subsidio plano” es un gasto sin sentido que no permite disponer de nuevos fondos públicos para cerrar asimetrías económicas y aliviar la situación de millones de argentinos que son pobres e indigentes.
El Presidente y CFK avalan la perspectiva del ministro de Economía y aceptaron que fuerce el desplazamiento del subsecretario Basualdo acusado de ineficacia manifiesta. Pero se trata de políticos de la vieja escuela que jamás aceptarían la renuncia de un funcionario ejecutada a través de los medios de comunicación.
Esa impericia de Guzmán -acorde a los códigos políticos que se aplican en Balcarce 50 y el Instituto Patria- provocó que Basualdo permaneciera en su cargo hasta nuevo aviso. Se trata de una decisión que asumió Alberto Fernández y que Cristina Fernández de Kirchner aceptó sin argumentar lo contrario.
Guzmán aún cree que Basualdo está renunciado y que vaciará su oficina en los próximos días. El ministro de Economía ayer solicitó al secretario de Energía, Dario Martínez, que pida su renuncia. Y un rato después, Santiago Cafiero -jefe de Gabinete- ratificó la jugada. En ambos casos, Martínez escuchó que todo estaba en conocimiento del Presidente.
Martínez cumplió con ellos, y a las pocas horas asumió que Basualdo no estaba solo en su resistencia a la decisión política que ejecutó Guzmán y reforzó Cafiero. El subsecretario permaneció impasible mientras Máximo y Cristina Kirchner cuestionaban al ministro por su presunta incapacidad de coronar con estilo peronista una renuncia cantada.
“Con un mismo bollo, Guzmán te hace un pan dulce y una rosca de Pascua. Pero aquí se equivocó. Basualdo no va a renunciar. Y menos con una operación en los medios de comunicación”, comentó un cuadro de la Cámpora que conoce a CFK desde la llegada de Néstor Kirchner a la Casa Rosada.
-¿Y ahora cómo sigue?-, preguntó Infobae.
-A Guzmán se le quemó la cocina. Se va a tener que guardar...-replicó el funcionario que tutea a Cristina.
Alberto Fernández aseguró anoche en Gobierno que frenó la renuncia de Basualdo por la mala praxis de Guzmán. Y que el subsecretario de la Cámpora será desplazado cuando el incidente político ya sea una anécdota amarga en la coalición oficialista.
Con todo, el Presidente y CFK dejaron una pieza sin acomodar que puede causar un efecto dominó en la administración peronista: Guzmán cavila sus próximos pasos políticos y odia quedar atrapado en una interna de poder que puede afectar su imagen pública y su capacidad de negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Club de París.
El ministro no tiene historias personales con Basualdo, pero le dolerá regresar al despacho asumiendo que su subsecretario de Energia -que considera ineficiente y remolón- continúa en un cargo que es clave para bajar los subsidios, beneficiar a los sectores más pobres y aplacar los efectos económicos de la segunda ola del COVID-19.
Guzmán extraña Manhattan. Final abierto.
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