Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta tienen posiciones irreductibles sobre las clases presenciales: el Presidente considera que facilitan los contagios de COVID-19, mientras que el jefe de Gobierno asegura que no hay un solo informe científico que pruebe que la educación en las aulas multiplica los efectos devastadores de la tercera ola de coronavirus.
Al contraste respecto a los datos técnicos se suma la situación personal entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta. Prima la desconfianza mutua y poco pueden hacer los mediadores políticos que fatigan los celulares y recorren en secreto los jardines de Olivos para acercar posiciones entre el Presidente y el jefe de Gobierno porteño.
“Horacio se pasó dos estaciones”, comentó Alberto Fernández en la intimidad del poder.
—¿Eso que significa? —le preguntó un amigo de toda la vida para descifrar el argot presidencial.
—Que se pasó de rosca, que me trató de mentiroso, y que no cumplió los acuerdos. Significa que tiene que dar vuelta a la rotonda y volver. ¿Me explico?
El tono irritado del Presidente no desentona con el humor que exhibe Rodríguez Larreta cada vez que recuerda que le avisó sobre la hora que recortaba la coparticipación federal de la Ciudad y que decretaba la suspensión de las clases presenciales sin una mínima consulta protocolar.
“¿Alberto está enojado?... Yo estoy enojado”, replicó el jefe de Gobierno a un intermediario político con despacho propio en Balcarce 50 que le trasmitió el humor presidencial. Y añadió: “Las reglas las rompió él. Me llamó amigo y después se cortó solo”.
Es paradójico: Alberto Fernández y Rodríguez Larreta se cruzan a la distancia, pero mantienen un diálogo respetuoso cada vez que están solos en Olivos. Así sucedió la última vez que se vieron, cuando el jefe de Gobierno pidió una audiencia para explicar cara a cara qué pensaba sobre las medidas presidenciales que suspendían las clases presenciales en el AMBA.
“Lo vi cansado, desmejorado”, comentó Rodríguez Larreta cuando regresaba a su despacho de la calle Uspallata. Agregó vía Zoom frente a sus ministros de confianza que Alberto Fernández tenía “una posición intransigente” y que sólo compartieron el diagnóstico acerca de la profundidad viral de la tercera ola del COVID-19.
En esta oportunidad, como ya sabe qué hará Rodríguez Larreta, el Presidente no lo convocará a un cónclave en Olivos o la Casa Rosada. Alberto Fernández considera que es una pérdida de tiempo y que las posiciones sobre la educación presencial son irreconciliables.
“A mí los informes de contagios por las clases presenciales en la Capital Federal me confirman que tengo razón. Y por eso no voy a cambiar mi estrategia. Estamos en un promedio de 25 mil casos por día y lo tengo que llevar a 15 mil casos por día. Si no lo hago, el sistema sanitario colapsa. Por lo tanto, no voy cambiar mi postura sobre las clases presenciales”, aseguró el Presidente en Olivos.
Rodríguez Larreta utiliza otro método para monitorear los casos de contagio en la Ciudad, jura que la curva ya no crece y que las clases presenciales no actuaron como un gatillo para sumar más tragedia a la tragedia causada por el COVID-19.
Esa información clave fue trasmitida a la Jefatura de Gabinete, pero en Balcarce 50 nadie la tuvo como cierta.
Con todo, y aunque asume que puede parecer una contradicción con su propia lectura de los efectos de la pandemia, Rodríguez Larreta ofreció suspender las clases presenciales en los dos últimos años del secundario. Sería un sistema mixto de clases virtuales y presenciales a partir del lunes próximo.
“Es un gesto. Una señal de convivencia”, opinó un ministro de Rodríguez Larreta que vive detrás de su sombra.
“Que haga lo que quiera. Ya decidí sobre la educación presencial. Mi decisión está tomada”, comentó Alberto Fernández cuando conoció la eventual posición diplomática del jefe de Gobierno porteño.