11.746 casos en promedio diario son los que se registraron la semana pasada en la provincia de Buenos Aires. El número es casi similar al que se evidenció entre el 12 y 18 de abril cuando los positivos arrojaron 11.740 casos. Esa cifra le da dos diagnósticos al gobierno de Axel Kicillof. Por un lado, que las medidas de restricción lograron desacelerar la curva de contagios. Por el otro, que los casos no bajan. Con estos parámetros, el regreso de la presencialidad escolar en el conurbano bonaerense aparece cada vez más lejos en el horizonte.
La lógica que rige a la administración de Kicillof desde el 2020 hasta estos días es siempre la misma: a mayores contagios, mayores restricciones. En el medio de esa máxima asoma el esquema de fases para definir qué actividad poder hacer y cuál no. Ese mecanismo es la herramienta dinámica que tiene hoy la administración provincial.
En el gobierno bonaerense deslizan que las medidas de restricción que tomó el gobierno nacional el 14 de abril último y que la Provincia adaptó al pie de la letra, consiguieron ralentizar la suba de casos, pero que todavía no alcanza. En esas restricciones para bajar la movilidad emergió suspender la presencialidad escolar.
“Si no hubiéramos tomado las medidas, llegábamos a lo que pronosticaba (el viceministro de Salud bonaernese, Nicolás) Kreplak que eran 50 mil casos por día”, le aseguran a Infobae cerca del gobernador.
Hoy, las clases están suspendidas de manera presencial en los 35 municipios del AMBA. Tampoco hay clases ni en Castelli, General Villegas, Bolívar y Zárate, que se encuentran en Fase 2.
La situación sobre la presencialidad escolar se ha vuelto una disputa política. Así es que la Ciudad se aferró en sostener las escuelas abiertas en desmedro del Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU). El PRO se subió a esa batalla que encabeza el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y del otro lado de la General Paz, en la Provincia, salieron al cruce en línea con el fastidio del presidente Alberto Fernández por la disputa judicial que abrió la Ciudad. Este lunes, como reveló Infobae, el jefe de Gobierno porteño adelantó ante los suyos que ratifica su estrategia sanitaria de mantener las clases presenciales y los comercios abiertos.
Kicillof hace un esfuerzo para pararse al costado de la grieta. Por eso ya acordó con algunos intendentes del interior que están en una situación epidemiológicamente frágil, e integran las filas opositoras, una Fase 2 intermedia. Es decir que se avance con mayores restricciones en la circulación y limitación de actividades como ocurre con la Fase 2 con el AMBA pero con las escuelas sosteniendo la presencialidad.
Así se acordó con Miguel Lunghi (Tandil-UCR) y Víctor Aiola (Chacabuco-UCR). Este mecanismo puede repetirse con otros distritos del interior donde los casos vienen en alza semana a semana como por ejemplo en Lincoln, en la Cuarta sección electoral al noroeste del territorio provincial. Sin disputas por las clases, tanto oposición como oficialismo salen políticamente menos dañados de esa instancia de negociación.
El ministro de Salud bonaerense, Daniel Gollan, sugirió que hay que hacer un cierre total por 15 días. Una restricción que abarque incluso la actividad del fútbol profesional. Lo mismo sostiene su par de Seguridad, Sergio Berni. Por el momento, Kicillof no da demasiadas pistas. Pero Kreplak adelantó en declaraciones a Radio La Red que “por algunas semanas, esperemos que pocas semanas, tendremos que hacer un esfuerzo extraordinario”.
En La Plata coinciden en que los casos siguen altos, que no bajan y que el sistema a este ritmo no podrá resistir. Según el reporte del Ministerio de Salud de la Nación, la ocupación de camas UTI está en 76,2% en todo el AMBA, incluyendo CABA y PBA.
Tampoco hay margen para abrir más actividades ni extender los horarios de circulación para no esenciales que actualmente en el AMBA es hasta las 20 horas con cierre de comercios a las 19 horas. El escenario más positivo, al inicio de esta semana, es poder sostener las restricciones tal cual están.
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