Se especulaba con una cumbre de cancilleres de los países miembros del Mercosur donde se discutiría sobre la flexibilización comercial del bloque y rebajas en el Arancel Externo Común (AEC) para poder negociar en mejores condiciones con otros mercados del mundo en la que habría un fuerte nivel de discusiones y tensiones. Y lo que se preveía ocurrió.
Además de los cancilleres Felipe Solá (Argentina), Carlos Alberto Franco França (Brasil), Euclídes Acevedo (Paraguay) y Francisco Bustillo (Uruguay), participaron ministros de cada uno de los países. El momento de mayor tirantez del encuentro virtual se produjo cuando intervinieron los ministros de Economía de Argentina y de Brasil, Martín Guzmán y Paulo Guedes, respectivamente.
—“La mano invisible de Adam Smith es invisible porque no existe”, expresó el argentino tras escuchar la exposición de su colega que había ponderado al célebre economista escocés, considerado el padre de la economía moderna.
—“Nosotros conocemos muy bien a los economistas que cita el ministro Guzmán, pero más de la mitad de los premios Nobel los ganaron economistas de la Universidad de Chicago”, le respondió el funcionario de Jair Bolsonaro, de pensamiento liberal como los economistas que mencionó.
Por el lado argentino también participaron los responsables de las carteras de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas y el de Agricultura, Ganadería y Pesca, Luis Basterra, quienes estuvieron al lado de Guzmán y de Solá en la videoconferencia desde el Palacio San Martín, la sede de la Cancillería argentina. Junto a Solá, además de sus colegas del gabinete nacional, estuvieron el secretario de Relaciones Exteriores, Pablo Tettamanti; el secretario de Relaciones Económicas Internacionales, Jorge Neme; el jefe de Gabinete de la Cancillería, Guillermo Justo Chaves; la subsecretaria del Mercosur y Negociaciones Económicas Internacionales, Rossana Surballe y el subsecretario de Asuntos de América Latina, Juan Valle Raleigh.
En la cumbre quedaron expuestas más que nunca las diferencias políticas, ideológicas y económicas que reinan en el bloque en el contexto de la pandemia de coronavirus que afecta al mundo. Brasil y Uruguay son aliados en la propuesta de la apertura del mercado común a una mayor flexibilización comercial, mientras que Paraguay tiene una posición más moderada y Argentina, que ejerce hasta mayo la presidencia “pro témpore”, quiere que pase lo peor de la pandemia para adoptar medidas al respecto.
Desde el Gobierno argentino dejaron en claro que existe “un Mercosur dormido” y que se deben hacer algunas modificaciones con el objetivo de revitalizarlo. Para eso estiman que es necesaria una modernización y una adaptación de los países que lo conforman. “Estamos de acuerdo en que la integración es de fundamental importancia, pero la integración debe servir como medio y no como fin”, sostienen. El camino al desarrollo de la región debe incluir un dinamismo que permita aumentar la competitividad y la productividad. “El crecimiento de las exportaciones es una condición necesaria para que nuestros países cuenten con las condiciones para un crecimiento sostenible en las economías y en sus mercados internos”, sostuvo Guzmán en su alocución.
También desde el lado argentino apuntaron que “la agenda de desarrollo tiene que encarar el problema de la sustentabilidad ambiental”. El presidente Alberto Fernández junto al brasileño Jair Bolsonaro participaron el jueves de la Cumbre por el Cambio Climático a la que fueron invitados por el presidente estadounidense Joe Biden y en ese sentido Argentina destacó la importancia de estos aspectos.
“Hay un gran valor al trabajar como bloque, que requiere reconocer que hay asimetrías. Argentina reconoce las distintas situaciones que están experimentando los distintos países del bloque. Por eso es importante reconocer la necesidad de la flexibilidad para lidiar con esas situaciones. Pero también es fundamental no olvidar que a la integración la estamos pensando como un medio para el fin del desarrollo”, destacó el ministro de Economía argentino.
“Hemos presentado una propuesta de reducción promedio del Arancel Externo Común pero utilizando una metodología de segmentación del universo arancelario en productos agroindustriales, industriales, bienes de capital, de informática y telecomunicaciones, con cinco eslabones diferenciados entre sí por el grado de elaboración del producto en cada caso, y de allí sale una recomendación de mayores reducciones en insumos y materias primas, y menores reducciones en bienes finales”, afirmó el canciller Felipe Solá que presidió la XII Reunión Extraordinaria del Consejo del Mercado Común convocada por Argentina.
Tanto el presidente uruguayo, Luis Lacalle Pou, como sus pares de Brasil y Paraguay, Jair Bolsonaro y Mario Abdo Benítez, respectivamente, consideran que es necesario “flexibilizar” al Mercosur. Quieren cerrar acuerdos de manera individual con terceros países sin la necesidad del aval unánime de los otros socios del bloque regional. Se trata de una ecuación económica -con efectos geopolíticos- que Alberto Fernández no acepta en esta coyuntura histórica debido a la pandemia de coronavirus. Otra de las aristas importantes es la reducción del Arancel Externo Común (AEC), el impuesto que paga cada mercancía para ingresar al Mercosur. Una discusión que empezó hace dos años y que todavía no logró zanjarse.
Durante la cumbre virtual de presidentes del Mercosur que se había realizado el 26 de marzo a 30 años de su creación, hubo un duro cruce entre Lacalle Pou y Alberto Fernández. El uruguayo afirmó en esa ocasión no estar conforme con las condiciones actuales en las que funciona el mercado común y dijo que le generaba “frustración” la imposibilidad de avanzar en acuerdos extrarregionales. Sus palabras más potentes fueron cuando manifestó que esos límites representaban “un lastre” y “un corsé” para el desarrollo de su país. Notoriamente incómodo el jefe de Estado argentino le contestó que el Mercosur no debía transformarse en “una carga o un lastre para nadie” e invitó a quienes se sintieran disconformes a “tomar otro barco”. Ese episodio pareció diluirse con el correr de los días pero desnudó las rispideces que conviven entre sus miembros.
“La pandemia es un shock sin precedentes en la historia del capitalismo moderno. Nos deja un manto de incertidumbre muy grande. Por eso tenemos que hacer política económica, comercial y como bloque, entendiendo que esa incertidumbre está presente y que para dar pasos más firmes hay que ir construyendo con una audacia responsable y equilibrada, poniendo énfasis en los puntos en los que hay acuerdo”, expresó el titular de la cartera económica del gobierno argentino.
Uruguay, más que Brasil y Paraguay, propicia la flexibilización del Mercosur, principalmente por su comercio bilateral con China. Lacalle Pou habló con los otros tres presidentes del bloque para convencerlos de la necesidad de incrementar su volumen de exportaciones locales si articula también acuerdos estratégicos con Estados Unidos y ciertos países de Europa. El mandatario uruguayo afirma que tanto las economías de Argentina como la de Brasil se estancaron. Pone como ejemplo que hace diez años, Brasil adquiría el 24 por ciento de las exportaciones uruguayas y China apenas rozaba el 5 por ciento. En 2020, como promedio, Beijing compró el 28 por ciento de las exportaciones de Uruguay y Brasil apenas el 14 por ciento.
“La posición argentina tiene similitudes y diferencias con los demás miembros del bloque, pero busca construir equilibrios que den condiciones de mayor prosperidad e impulsen comportamientos responsables. Consideramos que no avanzar y no hacer nada sería contraproducente. Vemos las diferencias, pero vemos que hay puntos de acuerdo, y lo importante es avanzar sobre esos puntos de acuerdo para ir construyendo un Mercosur más moderno y adaptado a la necesidad del desarrollo de nuestras naciones”, indicó Guzmán.
Solá, por su parte, puntualizó: “Debemos pensar qué capacidades tienen distintos sectores de la economía para soportar una baja de distintas posiciones del arancel externo común (AEC), y qué implicancia tiene una rebaja unilateral del AEC frente a negociaciones externas -algunas se han iniciado pero no se han concretado-, que el Mercosur tiene con siete grupos que implican 36 países, pero además tenemos negociaciones con Corea, Singapur, Canadá, Israel, y pensamos que la rebaja del AEC debe hacerse mientras dure la negociación y como producto de la negociación”.
Si las condiciones de la pandemia en la región mejoran, durante el mes de mayo en Buenos Aires habrá un nuevo encuentro de los cancilleres y de los ministros de Economía del bloque, aunque en ese caso, se intentará que sea de manera presencial.