Reinterpretar la historia argentina reciente a través de una exhaustiva crónica de la Unión Obrera Metalúrgica, desde sus orígenes hasta nuestros días. Desde los tiempos de Ángel Perelman hasta la actual conducción de Antonio Caló. Ese es uno de los objetivos que se propone Víctor Ramos con su libro “Hombres de Acero. Historia política de la UOM”, una edición de autor impresa por Editora Grande. Pero no solo eso. Ambiciona desde sus más de 400 páginas señalar “episodios negados, falsificados o sepultados por el discurso oficial”. Asegura que se trata de una verdadera “batalla cultural” y se propone darla.
En esa línea, Ramos -periodista, documentalista y docente- busca rescatar la actuación de los metalúrgicos en acontecimientos relevantes, sobre todo del siglo XX, como la Semana Trágica, el nacimiento del peronismo y la resistencia a las distintas dictaduras. Desde su análisis de archivos, entrevistas y documentos, el autor reivindica a figuras surgidas del seno de la UOM, como el “Lobo” Augusto Timoteo Vandor, José Ignacio Rucci y Lorenzo Miguel, dirigentes que precisamente no son bien tratados por muchos investigadores e incluso son cuestionados por sectores del propio peronismo. Conflictos de otros tiempos que siguen presentes.
A continuación, la entrevista de Infobae con Ramos:
-¿Cómo surgió la idea de escribir la historia de la UOM?
-La amistad que me une con el compañero Roberto Bonetti, secretario general adjunto de Antonio Caló de la seccional Capital, me retrotrajo a mi infancia y adolescencia, cuando conocí a Ángel Perelman, fundador y primer Secretario General de la UOM. Este compañero integraba la Izquierda Nacional junto a mi padre (Jorge Abelardo Ramos) y fue autor de un libro que conservé en la biblioteca, “Como hicimos el 17 de octubre”.
Mi curiosidad periodística me llevó a buscar información histórica de la organización metalúrgica y en un principio encontré poco y nada. Producto de las diversas intervenciones militares, los archivos de la UOM fueron incinerados. Fotos, videos y documentos, todo fue destruido. Así me lo manifestó el secretario de organización nacional y lider de la seccional Campana, Abel Furlán, quien me facilitó varios contactos donde comenzamos la investigación.
A poco de empezar me llamó la atención que nadie desde el peronismo y el sindicalismo haya respondido a tantos ataques y mentiras contra la UOM y sus dirigentes. El que calla otorga y me pareció que era hora de responder.
- Sobre los orígenes del gremio, usted sostiene que la UOM es anterior al peronismo y no un instrumento de la Secretaría de Trabajo y Previsión del por entonces coronel Perón, como generalmente está instalado. ¿Por qué cree que se da esta posible tergiversación?
-La UOM es anterior al peronismo, ya que se funda unos meses antes de la revolución del 4 de junio de 1943. El acta constitutiva que he tenido la posibilidad de conseguir, indica que el 20 de abril de 1943 se realizó la Asamblea Constituyente con la presencia del entonces secretario general de la CGT, José Domenech. Se reúnen sesenta delegados en la sede de la Unión Ferroviaria de Avenida Independencia 2880, que en ese entonces era también lugar de reunión de la central obrera.
Las mentiras, silencios y omisiones sobre la historia de la UOM forman parte de una cultura universitaria pseudo progresista, con influencia de la izquierda estalinista, que al día de hoy se mantiene.
El nacimiento de la UOM es producto de la traición por parte del Partido Comunista a las grandes huelgas de 1942. Cuando Hitler invade a la Unión Soviética, el PC argentino de inmediato promovió el ingreso de nuestro país a la Segunda Guerra Mundial, para ayudar a la “madre patria socialista”. Mientras que los trabajadores argentinos luchaban contra la explotación inhumana de las condiciones de trabajo que sufrían en nuestro país, estos falsos progresistas proponían suspender la lucha y donar horas de trabajo para la causa de los aliados, Estados Unidos e Inglaterra. De esa traición al movimiento obrero no se recuperaron más. Pero siguieron dominando el sistema cultural progresista porteño.
-¿Considera que lo que algunos autores llaman el “entrismo” es un fenómeno que ya se dio en los años 40, en el primer peronismo?
-Sí. Luego del fracaso de las izquierdas frente al peronismo, el PC ordena a sus cuadros militantes afiliarse a los gremios peronistas y desde allí organizar su resistencia. Tiempo después, el grupo trotskysta de Nahuel Moreno, padre espiritual de muchas de las actuales vertientes de la izquierda cipaya ingresó al peronismo solapadamente. La experiencia fue un fracaso y optaron por combatirlo desde afuera.
-En cuanto al Cordobazo, usted plantea una versión diferente. ¿Por qué asegura que la participación en los hechos de Elpidio Torres, secretario general de SMATA, fue relativizada?
-Lo que me he propuesto con este libro es desnudar el discurso antiperonista y anti obrero. Con este libro pretendemos contar la historia argentina desde la perspectiva del movimiento obrero.
La historia de los trabajadores ha sido relatada por sus enemigos de clase. La reivindicación absurda de (Agustín) Tosco, no tiene otro objeto que relativizar el rol de Elpidio Torres del SMATA de Córdoba, aliado a Vandor. No resiste el menor análisis, Tosco (y el sector radical que representaba) se suma a las movilizaciones populares cuando la gestación realizada por la UOM de Alejo Simó, el SMATA y la Unión Tranviarios Automotor de Atilio López ya estaba en la calle. La izquierda y ultra izquierda estuvieron ausentes del Cordobazo. Fueron las organizaciones de la CGT llamada ‘vandorista’ quienes promovieron esta lucha que marcó el fin de la dictadura.
-En el libro hace una fuerte reivindicación de la figura de Vandor contando facetas no tan conocidas de la vida política del “Lobo”. ¿Cree que el peronismo se debe una revisión de lo escrito hasta ahora sobre Vandor?
-Sin duda. Vandor fue el dirigente obrero más importante de la historia argentina. Motivo suficiente para que los diarios de la oligarquía y la izquierda funcional lo quieran difamar... luego de haberlo asesinado.
- Y justamente en cuanto a Vandor, usted cuestiona la influencia que tuvo lo escrito por Rodolfo Walsh en “¿Quién mató a Rosendo?” e incluso lo confronta con el expediente judicial sobre el tiroteo en “La Real”. ¿Qué me puede decir al respecto? ¿Por qué quedó instalada la versión de Walsh?
-La versión de Walsh es interesada. Su libro no es una investigación sino un novela. Tal es así que lo consideran como un “ícono” del periodismo ficcional. Walsh fue integrante de los servicios de inteligencia cubanos en 1959 y posteriormente del grupo Montoneros. Enemigo declarado de Vandor y el sindicalismo peronista. De Walsh se podrían decir muchas cosas, como su apoyo a los bombardeos a Plaza de Mayo de 1955, pero eso es para otro libro. La versión de Walsh quedó instalada porque nadie le contestó. Yo tuve acceso al expediente de la muerte de Rosendo García y Walsh nunca lo consultó. Se trataba de acusar a Vandor de asesino a cualquier precio. A los 30 días de lanzar su libro, el muerto era Vandor. Tiempo después dirá Walsh: “Nosotros le decíamos traidores a ellos, a los Vandor, a los Matera, a los Remorino. Pero los traidores éramos nosotros. Porque Perón siempre los apoyó a ellos.” Pero ya era demasiado tarde.
-¿Considera que lo sucedido con Vandor puede hacerse extensivo a las figuras de Rucci y Lorenzo Miguel, otros dos metalúrgicos que han sido cuestionados?
-“Rucci traidor, a vos te va a pasar lo mismo que a Vandor”, gritaban alegremente algunos estudiantes universitarios. En lugar de ocuparse de la conducción de la UBA en manos del PC y la UCR, opinaban sobre quienes eran los dirigentes que tenía que darse el movimiento obrero. Con Augusto Vandor y José Rucci asesinados; y Lorenzo Miguel preso, la dictadura militar sin oposición alguna entregó el poder económico a la oligarquía. De ese golpe aún no nos recuperamos.
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