Desde su casa, donde cumple prisión domiciliaria tras haber sido condenado en una causa por asociación ilícita, el empresario de la carne Alberto Samid publicó mensajes agraviantes hacia Hugo Sigman, Marcos Galperín y Gustavo Grobocopatel. La Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) tomó nota de los comentarios, a los que calificó como “violentos” y “fundados en el odio” hacia la comunidad judía.
“Samid, que tiene un largo historial de provocaciones contra los judíos, está exento de prisión por razones de edad y salud. Esto le permite dedicar su tiempo a atacar violentamente a tres empresarios judíos argentinos”, dice el comunicado del Centro Wiesenthal, que condena “el constante antisemitismo” de este personaje.
“Este MOISHE no tiene límite. No se cansa de robarnos!!!! Cuando vamos a ir a Garín a bloquearle el laboratorio ese????”, escribió por ejemplo Samid en su cuenta de Twitter en referencia a Hugo Sigman, el dueño del laboratorio que participa en la producción de la vacuna de AstraZeneca contra el coronavirus.
Los mensajes agraviantes no finalizaron ahí. Poco después, el matarife redobló sus críticas y cargó contra Galperín y Grobocopatel: “Estos PAISANOS son todos iguales. Los dos primeros hicieron la guita acá y se fueron a vivir a Uruguay”. Y volvió a aludir a Sigman: “La otra rata le da nuestras vacunas a los gringos”.
Ante los comentarios injuriosos, la DAIA elevó a su Mesa de Denuncias las publicaciones hechas a través de Twitter y comunicó que se trata de expresiones que se encuadran en la definición de antisemitismo de la Alianza Internacional del Holocausto (IHRA), adoptada por el Estado nacional y distintos organismos del país. Aquella definición sostiene que “el antisemitismo es una cierta percepción de los judíos que puede expresarse como el odio a los judíos”. “Las manifestaciones físicas y retóricas del antisemitismo se dirigen a las personas judías o no judías y/o a sus bienes, a las instituciones de las comunidades judías y a sus lugares de culto”, agrega.
De esta manera, la representación de la comunidad judía rechazó “el violento contenido divulgado por el empresario de la carne Samid que se funda en mensajes de odio y preconceptos”, como “ya lo hizo en el pasado”, recordó la DAIA.
No es la primera acusación que formula la entidad contra el matarife. En octubre pasado, lo denunció por mensajes similares, también contra Galperín y Grobocopatel.
“Marcos Galperín y Gustavo Grobocopatel se hicieron ricos en La Argentina y ahora, de millonarios, se van a vivir y a pagar impuestos a Uruguay. ¿Qué tienen en común? Entre los ganadores que acierten qué tienen en común, vamos a sortear un lechón”, escribió entonces Samid.
“Este antisemita consuetudinario aprovecha su situación para ir más allá de los límites civiles. Samid nunca pierde la ocasión para difundir el mensaje de odio”, dijo Ariel Gelblung, director del Centro Wiesenthal para América Latina.
Mientras que Shimon Samuels, director de Relaciones Internacionales del Centro Wiesenthal, recordó: “Esta semana el presidente de la Cámara de Diputados, Dr. Sergio Massa, calificó la tarea de nuestra institución como fundamental para ayudar a las sociedades a distinguir la libertad de expresión del discurso y la incitación al odio y a la violencia”.
Recientemente, y a raíz del súbito fallecimiento del periodista Mauro Viale, todos los medios recordaron el encontronazo que hace 19 años tuvo con Alberto Samid, que lo agredió cuando el conductor televisivo le reprochó su antisemitismo. Aquella discusión derivó en agresiones verbales y terminó en un enfrentamiento a golpes de puño, uno de los momentos más recordados de la televisión argentina. En ese episodio, Viale le había reprochado a Samid su pensamiento antisemita, mientras que el matarife, confirmando la acusación, le había hecho una chicana sobre su apellido de origen judío. “Si (yo) supiera cómo se llama… No se sabe si usted es Viale, José Pérez o Rodríguez”, había dicho Samid, en alusión al hecho de que el verdadero nombre del periodista era Mauricio Goldfarb, aunque, como muchos profesionales de la comunicación y del espectáculo, usaba un seudónimo profesional: Mauro Viale.
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