Ya no se tratan de amigos, y muy de vez en cuando usan los nombres de pila. Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta protagonizaron una cumbre áspera, sin acuerdos institucionales, que tuvo como saldo una frágil tregua política que está a merced de la segunda ola del COVID-19.
El jefe de Gobierno llegó a Olivos para proponer la suspensión de los artículos del DNU que establecen la cancelación de las clases presenciales y el retiro inmediato de las fuerzas de seguridad federales que ya patrullan las calles de la Ciudad para garantizar el toque de queda desde las 20:00 a las 6:00 del día siguiente.
El Presidente, en cambio, concedió la audiencia para ajustar cuentas con Rodríguez Larreta y ratificar que no enmendará una sola coma del DNU que restringe la educación, el comercio, las actividades sociales y la circulación en el AMBA.
Rodríguez Larreta y Alberto Fernández se escucharon uno al otro. Pero fue un cónclave tenso, sin sonrisas de ocasión, donde no hubo margen para acuerdos institucionales o la posibilidad de atenuar las medidas dispuestas por el Poder Ejecutivo.
El titular de la Ciudad ni siquiera recibió un café.
Alberto Fernández explicó sus medidas sanitarias sobre la base científica de la circulación masiva en la llegada a las aulas. Rodríguez Larreta replicó que el concepto “circulación masiva” no es unívoco y que depende de distintas circunstancias vinculadas a las zonas del AMBA, a las edades de los estudiantes y al nivel de la educación.
El Presidente asume la circulación educativa como un todo de 12 millones de personas, mientras que el jefe de Gobierno considera que no es lo mismo la Capital Federal que el conurbano bonaerense y que es distinta la movilidad si estás en la primaria o la secundaria. Desde esta perspectiva, Alberto Fernández sostuvo que hay que cerrar sí o sí, en tanto que Rodriguez Larreta planteó que las realidades son distintas y el COVID-19 afecta de distinta manera.
Tras una hora de debate llano y respetuoso, cada uno con sus gráficos, la discusión científica tuvo un final predecible: Alberto Fernández mantendrá el DNU, y Rodriguez Larreta recorrerá los pasillos de la Corte Suprema exigiendo una solución rápida a los planteos presentados hoy en los Tribunales.
Con todo, en un momento de la conversación, el Presidente abrió la mano. Se comprometió a revisar, en dos semanas, si continúa en su decisión de anular las clases presenciales en el AMBA. No hay una certeza, y todo dependerá de los niveles de contagios y la ocupación de las camas UTI (unidad de terapia intensiva), pero Alberto Fernández no descartó que la prohibición de las clases vaya a continuar sine die.
Cuando promediaba la cumbre, Alberto Fernández ajusto cuentas con Rodríguez Larreta. El Presidente tenía un sabor amargo con el jefe de Gobierno, y planteó sus quejas sin levantar la voz. No le gustó su tono en la última conferencia de prensa, cree que Mauricio Macri, Alfredo Cornejo y Patricia Bulrrich “lo corren por derecha”, y desconfía de su capacidad de cumplir los acuerdos políticos que cierran en soledad.
Rodríguez Larreta escuchó con respeto. Defendió su posición. Y las cuentas quedaron saldadas.
El Presidente y el titular de la Ciudad se comprometieron a mantener un canal de diálogo institucional, que implementaran Julio Vitobello y Diego Santilli a ambos lados del campo de batalla. El secretario general de la Presidencia y el vicejefe de Gobierno son piezas claves para preservar una instancia de conversación que puede evitar nuevos chispazos entre Alberto Fernández y Rodríguez Larreta.
“Le dije todo lo que quería decirle”, comentó el Presidente a sus asesores antes de llegar a la conferencia de prensa.
“Desacuerdo significativo y respetuoso”, sintetizó el jefe de Gobierno en el Zoom que protagonizó con su equipo de confianza cuando iba con su van desde Olivos a la Ciudad de Buenos Aires.
La historia continuará.