Francisco fue clave para su nombramiento como ministro de Economía y para diseñar una estrategia de negociación con los acreedores privados y el Fondo Monetario Internacional (FMI). Martín Guzmán tiene respeto intelectual por el Papa y le pidió una audiencia en Buenos Aires para dialogar sobre la situación de la Argentina, el escenario global atravesado por la pandemia y su pulseada con el FMI que aún resiste refinanciar en un larguísimo plazo la deuda de 44.000 millones de dólares contraída por Mauricio Macri.
Ayer le confirmaron que hoy será recibido por el papa Francisco en la Biblioteca del Palacio Apostólico del Vaticano. Será a solas, a las 11 en punto, hora de Roma.
Guzmán está en Europa fortaleciendo el respaldo de la Unión Europea a la estrategia de negociación con el FMI. En Berlín, ya se reunió con Peter Altmaier -ministro de Asuntos de Economía y Energia- y Wolfgang Schmidt, titular de la cartera de Finanzas. En ambos, por instrucción de la canciller Angela Merkel, se pusieron a disposición del gobierno argentino.
Tras concluir su etapa por Alemania, el ministro voló a Roma. En la capital de Italia tiene una agenda apretada que incluye un encuentro con Stefano Zamagni, titular de la Pontificia Academia de Ciencias Sociales, una reunión con representantes de empresas que invierten en la Argentina, organizada por el embajador Roberto Carles, y el cónclave oficial con Daniele Franco, ministro de Economía italiano, para avanzar en las negociaciones con el FMI.
Guzmán tiene una hoja de ruta para negociar con el Fondo que diseñó con la aprobación de Alberto Fernández y la colaboración intelectual de Gustavo Béliz, secretario de Asuntos Estratégicos. Esa plan se basa en tres pilares económicos y políticos:
1. Utilizar los Derechos Especiales de Giro (DEG) para refinanciar los vencimientos de capital y como soporte extraordinario para apuntalar las economías en crisis de los denominados países medianos
2. Proponer a la comunidad internacional (G7 y Unión Europea) una reformulación de las reglas básicas del FMI al momento de conceder los créditos de Facilidades Extendidas y Stand-By a los países deudores
3. Explicar que la pandemia del COVID-19 colocó al mundo en una crisis institucional parecida a la sufrida tras la Segunda Guerra Mundial y esto implicaría lanzar un denominado Bretton Woods II
La propuesta del ministro de Economía ya fue considerada por la Casa Blanca -de hecho aprobó que los DEG se puedan usar para cancelar vencimientos de capital del FMI- y ahora es puesta a consideración de Alemania, Francia, España e Italia. Por eso, Guzmán recorre las principales capitales de Europa mientras continúa su negociación con la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, y su staff asignado a la Argentina.
El Papa apoya la estrategia de negociación de Alberto Fernández y confía en las gestiones de Guzmán. Su papel en este complejo escenario es clave y silencioso. Francisco es amigo personal del Presidente de los Estados Unidos, Joseph Biden, y una llamada suya a la Casa Blanca puede servir para destrabar una negociación que, en definitiva, es geopolítica.
Francisco ya probó su influencia en Washington cuando Barack Obama ocupaba el Salón Oval: su participación fue determinante para descongelar las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y el régimen comunista de Cuba. Y de hecho, cuando se anunció el acuerdo diplomático, Obama y Raúl Castro agradecieron el rol clave de Francisco.
Guzmán ingresará hoy con su mejor traje oscuro a la Biblioteca Vaticana. Será a las 11, y tendrá el privilegio político de encontrarse a solas con Francisco, en semejante escenario institucional. La agenda es abierta, y confiaron en el Vaticano, que el Papa está muy interesado en la difícil situación social y económica de la Argentina, causada por el efecto devastador del COVID-19.
Además, el ministro describirá cómo marcha su negociación con Georgieva -amiga de ambos- y pondrá foco en la agenda global, un tema que interesa a Francisco desde antes de su llegada al Vaticano. El Papa y Guzmán siempre hablan por teléfono o se escriben mails. Mañana, té por medio, será cara a cara.
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