En Casa Rosada ya finalizó el segundo encuentro entre las autoridades de la Nación, la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires y se esperan definiciones en cuanto a las nuevas restricciones con las que se intentará frenar la segunda ola de coronavirus.
Allí se hicieron presentes los tres jefes de Gabinete, Santiago Cafiero, Carlos Bianco y Felipe Miguel; y los referentes de los ministerios de Salud, Carla Vizzotti, Nicolás Kreplak (viceministro de Daniel Gollán) y Fernán Quirós.
En la reunión de este lunes todas las partes se habían mostrado de acuerdo en la necesidad de tomar medidas contra el avance de los contagios de COVID-19, pero hubo distintas posturas en cuanto a cuáles deben ser las restricciones concretas a implementar. El Gobierno bonaerense presentó una postura más estricta, mientras que para el porteño resulta prioritario no afectar la actividad económica.
Para bajar la movilidad, las autoridades provinciales pretendían trabajar sobre tres ejes: la nocturnidad, el transporte público y las reuniones sociales. En lo formal, la nocturnidad y las reuniones sociales ya están limitadas en 110 de los 135 municipios. En cuanto al horario, la limitación que barajaban como plano ideal, en términos epidemiológicos, sería cerrar desde las 22 hasta las 6 por dos semanas más. La decisión no impactaría en actividades productivas, pero sí en bares y boliches.
Se estimaba que el Gobierno porteño aceptaría esa limitación horaria, pero que propondría que sea por menos tiempo, por ejemplo de 0 a 5. Las autoridades de la Ciudad creen que se pueden aumentar los controles, pero que todavía hay tiempo para endurecer las restricciones. De hecho, sus funcionarios repiten en privado y en público que todavía no hay una tensión en el sistema hospitalario, más allá de que ayer hayan registrado el récord diario de contagios y en las últimas horas se acumularon muchas personas en los centros de testeo públicos.
En cuanto al transporte público, la situación es delicada. Según un paper interno que preparó el Ministerio de Transporte de la Nación, los trenes están funcionando al máximo de frecuencia y unidades. Y con respecto a los colectivos, el 85% de las unidades se encuentran en la calle. El resto de los choferes están exceptuados por padecer coronavirus o enfermedades preexistentes que los convierten en población de riesgo.
En ese escenario, los funcionarios nacionales, Santiago Cafiero y Carla Vizzotti, intentaron consensuar una posición para que al menos la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, es decir el AMBA, transiten el mismo camino y no haya diferencias ostensibles en las estrategias de uno y otro lado de la General Paz.
La vacunación era otro tema en la mesa de negociación. La Ciudad lleva inmunizado al 11,5% del total de la población. La Provincia, al 7,9%. De continuar el ritmo de los últimos días, la Provincia cree que a fines de abril podría terminar de vacunar a los mayores de 60 con comorbilidades. Todos estos índices vuelven a analizarse esta tarde.
Hay un punto en el que pareciera haber consenso. El gobierno nacional y la administración de Rodríguez Larreta están decididos a ratificar las clases presenciales. Saben que el año pasado los chicos fueron los que más sufrieron la pandemia y la educación es impostergable. Por eso, esta mañana cuando le preguntaron a Vizzotti por la muerte de un trabajador de un colegio aclaró rápidamente que el foco hoy no está puesto en los colegios, sino en las reuniones sociales, que suelen ser el lugar donde se contagian grandes y chicos.
El mensaje oficial apuntará entonces a evitar que los chicos se reúnan a hacer tareas juntos o que organicen encuentros en hogares. “Por ahora deben conformarse con verse en los colegios, respetar los protocolos y volver a sus hogares”, piden los expertos.
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