Alberto Fernández y Horacio Rodríguez Larreta son adversarios políticos y aliados estratégicos ante la segunda ola del COVID-19. El Presidente siempre quiso vacunar en la Capital Federal a través del PAMI, y el jefe de Gobierno porteño siempre rechazó esa posibilidad alegando su escasa capacidad técnica y el probable aprovechamiento político de la Cámpora que controla la obra social de los jubilados y pensionados.
Durante la conversación por Facetime que compartieron el sábado, Rodríguez Larreta le pidió a Alberto Fernández incrementar su cuota fija de dosis asignada a la Ciudad de Buenos Aires para poder aplicar las vacunas a los grupos de riesgo de más de 60 años.
-No puedo. Me matan los gobernadores, cada provincia tiene un porcentaje ya predeterminado. No hay manera-, contestó el Presidente.
-Eso es cierto. Pero la Ciudad tiene la mayor cantidad de jubilados del país, y por eso necesito más vacunas. Esa es la razón sanitaria-, replicó el jefe de Gobierno.
-Dejá que vacune el PAMI, que ahora no puede.
-No voy a ceder una sola vacuna de la Ciudad-, resistió Rodríguez Larreta.
-Dejá que vacune el PAMI, es la solución-, cerró Alberto Fernández.
El Presidente y el jefe de Gobierno porteño saben cómo funciona el poder en la Argentina. Acordaron que Alberto Fernández haría mención al PAMI en su hilo de Twitter comentando la vídeo llamada y que Rodríguez Larreta debatiría la inesperada hipótesis de trabajo con su gabinete político.
“También me expresó (por Rodríguez Larreta) su preocupación por acelerar la vacunación de los adultos mayores en CABA teniendo en cuenta que en la ciudad reside un mayor porcentaje de ellos. Ante la inquietud, propuse analizar la posibilidad de involucrar al PAMI en la aplicación de las vacunas”, escribió Alberto Fernández en Twitter para honrar su compromiso político.
A su turno, Rodríguez Larreta también cumplió con la palabra empeñada.
El domingo un mensajero del jefe de Gobierno transmitió su respuesta formal a la quinta de Olivos: aceptaba la posibilidad del PAMI, pero no cedería a La Cámpora una sola vacuna que perteneciera por derecho propio a la Capital Federal.
La remozada cercanía institucional de Rodríguez Larreta con Alberto Fernández causó una arremetida silenciosa de los halcones de Juntos por el Cambio. Sin embargo, el jefe de Gobierno optó por tener más stock de vacunas para los jubilados que plegarse a una estrategia política que tiene ciertos réditos públicos e incalculables acechanzas sanitarias.
Alberto Fernández valoró el gesto de Rodríguez Larreta y pagó con una decisión política a la medida de la Ciudad de Buenos Aires. Instruyó a la titular del PAMI, Luana Volnovich, que estableciera las provincias con mayor demanda de vacunas para los adultos mayores y solicitó a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, que estableciera un nuevo método proporcional para distribuir las vacunas en los 24 distritos de la Argentina.
De esta forma, el Presidente ejecuta una decisión del alcance nacional -con beneficio directo a la Capital Federal- y respeta la cantidad de dosis que le corresponde a la Ciudad de Buenos Aires al margen de las cuotas extraordinarias que llegarán a todas las sedes del PAMI porteño.
Alberto Fernández aguarda el nuevo método de distribución de vacunas que diseñará Vizzotti y después comunicará su decisión política los 24 gobernadores. El jefe de Estado tiene un argumento sanitario que es infranqueable: los adultos mayores son las principales víctimas del COVID-19, y la futura redistribución de las vacunas ayudará a evitar que la pandemia se ensañe con los jubilados y pensionados.
Esa explicación técnica tiene una contracara política que es imposible de desmentir: la Cámpora avanza en un terreno virgen a pocos meses de los comicios de medio término, y Rodriguez Larreta esquiva la posibilidad de pagar un costo político ante la ausencia de vacunas para un electorado que siempre lo votó.
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