El gobierno nacional inicia una semana clave para decidir cómo contener la segunda ola de coronavirus. Pasó la Semana Santa, la acumulación de días no laborables que el oficialismo dejó pasar sin restricciones para que la gente pueda viajar y el sector turístico no vuelva sufrir un nuevo golpe en sus finanzas. Una decisión con redito económico y electoral.
La aceleración con la que empezaron a aumentar los casos activó nuevamente el tridente político que más exposición tuvo en la pandemia. Preocupado por el ritmo vertiginoso en el que empezó a subir la curva de contagios, el presidente Alberto Fernández desempolvó su relación con el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta y, pese a estar aislado por tener coronavirus, se puso de acuerdo en la idea de evaluar nuevas medidas en el AMBA.
En esa charla virtual que tuvieron el jefe de Gobierno porteño le planteó que, además de las dos variables estipuladas por el ministerio de Salud para determinar la incidencia de los casos, -que fueron recomendadas a los gobernadores para utilizar como parámetros a la hora de restringir la circulación- sería importante incorporar dos variantes nuevas: la velocidad de la vacunación y la cantidad de camas de Terapia Intensiva que están ocupadas.
Con esos nuevos parámetros, sostuvo Rodríguez Larreta, podrán tener una panorama más claro e integral del escenario sanitario. Ambos coincidieron en que es determinante la velocidad en el proceso de vacunación, lo que les permitirá ir comparando la cantidad de vacunados con el impacto real de la pandemia en los centros de salud. El equilibrio de esas variables sostendría las posibles medidas.
Pese a las diferencias en cómo encarar la contención del virus, el tridente tiene una mismo temor: el estrangulamiento del sistema sanitario frente a un aumento desproporcionado de casos. Que se rompa la dinámica naturalizada en los últimos días y la segunda ola se convierta en un verdadero dolor de cabeza.
Fernández habla casi todas las semanas con el gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, así que solo bastó llamarlo una vez más para plantearse que era necesario que los tres discutieran cómo frenar la velocidad de los contagios en el punto geográfico más poblado del país. El virus está teniendo el mismo comportamiento que el año pasado. Se concentra en la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano, y luego comienza a expandirse.
Este lunes Rodríguez Larreta se comunicará con Kicillof para empezar a discutir las medidas que se pueden aplicar en el AMBA. Deben encontrar un punto medio. La gestión porteña pretende cerrar lo menos posible. Es parte de una postura política que han mantenido durante toda la pandemia. En territorio bonaerense son más proclives a tomar medidas restrictivas, si consideran que el sistema sanitario está en peligro.
El viceministro de Salud bonaerense, Nicolás Kreplak, ya dejó en claro lo que piensan en el Ejecutivo bonaerense. “Si no se toman medidas fuertes hay mucho riesgo de que se sature el sistema de salud”, precisó durante el fin de semana. El Gobernador adhirió a esa mirada dijo que los números de casos “son alarmantes” y que en la provincia ya se detectó la cepa de Manaos, una de las más contagiosas y que mayor preocupación le genera al Gobierno. También se registró un caso nuevo en la provincia de Formosa, en la localidad de Clorinda.
Aunque aún no está confirmada la fecha, durante la semana se van a reunir Fernández, Kicillof y Rodríguez Larreta para definir cómo van a actuar en el AMBA. La intercomunicación permanente entre el conurbano y la Capital Federal los obliga a tomar medidas coordinas. Un ejercicio que realizaron sin mayores contratiempos durante el 2020, pero que se debe poner en funcionamiento nuevamente después de varios meses donde la relación se fue degastando por los conflictos políticos.
Esta semana se llevarán adelante múltiples reuniones de trabajo en las que el tema que ocupará toda la agenda es el plan de acción para frenar el impacto de la segunda ola. La primera fue en la mañana del domingo pascual. El Consejo Federal de Salud (COFESA), que está integrado por todos los ministros de Salud del país, se reunió ayer por la mañana para comenzar a discutir las medidas que pueden tomarse en los próximos días.
Algunos de los ministros presentes coincidieron tomar medidas rápidas para frenar los contagios, teniendo en cuenta que el país, según prevé el Gobierno, cuenta y contará con las dosis suficientes para vacunar a los grupos de riesgo. Las medidas, entonces, serían para retrasar la multiplicación de casos y, en esa ventana de tiempo, acelerar la vacunación. Otros se aferran a la idea de monitorear y seguir evaluando el sistema sanitario.
Este lunes por la mañana el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, recibirá en su despacho de la Casa de Gobierno a la ministra de Salud, Carla Vizzotti, en lo que ya se convirtió en una reunión de rutina en el inicio de la semana. Será para evaluar el tablero general del coronavirus en el país. Los contagios, la capacidad del sistema sanitario, la velocidad en la circulación del virus y las medidas que están en discusión.
En la mañana de hoy Cafiero convocó a los jefes de Gabinete de la provincia de Buenos Aires, Carlos Bianco, y de la Ciudad de Buenos Aires, Felipe Miguel, para mantener una reunión a las 16 en la Casa Rosada. Del encuentro participarán también los tres ministros de Salud: Carla Vizzotti, Daniel Gollan y Fernán Quirós. El objetivo es empezar a discutir con más precisiones las medidas que se tienen que tomar en el AMBA.
Los gobernadores también tendrán un rol preponderante durante los próximos días. Saben de la necesidad del Gobierno de tomar medidas restrictivas pero, según el formato que viene manejando la Casa Rosada, el costo político deberían absorberlo ellos porque son los encargados de decidir el alcance de las medidas. En ese sentido, esperan que Alberto Fernández se haga carga de avanzar con un paquete de medidas y ellos apoyarán bajo un consenso amplio.
Al Gobierno le cuesta avanzar con medidas restrictivas de gran calibre. Las que giran por las oficinas oficiales son la reducción de circulación durante la noche, el mayor control en el transporte público, la limitación en las actividades recreativas y la reducción de gente en los encuentros sociales.
Fernández debe buscar el mayor consenso posible para explicar las medidas que están por delante y que serán necesarias para no poner en riesgo el sistema sanitario. Si el Gobierno falla en la explicación e implementación de esas pedidas, podría tener un alto costo político. Pondrá en juego un gran caudal de su autoridad en el momento en que le pida a la sociedad que cumpla con las restricciones que les impongan.
Las medidas que se tomen deberán ser por poco tiempo para que no lastimen al sistema productivo. Quien lo dejó más claro fue el ministro de Economía, Martín Guzmán: “Hoy la economía no podría soportar una cuarentena estricta como la que se implementó en marzo de 2020″.
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