El presidente Alberto Fernández, con la confirmación del positivo de COVID-19, pasó a integrar una lista de 18 primeros mandatarios o primeros ministros que se infectaron con coronavirus desde el inicio de la pandemia. Sin embargo, es el único que atraviesa esta situación después de haber recibido las dos dosis de la vacuna contra la enfermedad.
La lista la había iniciado el 27 de marzo el británico Boris Johnson, lo cual generó un fuerte impacto internacional porque era uno de los políticos de primera línea mundial que se resistía a aplicar medidas más restrictivas y de control para frenar la pandemia. Si bien tuvo varios días internado en terapia intensiva, se recuperó días después y, tras dejar el hospital, encaró confinamientos y bloqueos.
Luego de ese caso impactante, según una investigación elaborada por el portal especializado Statista, el 30 de abril, le siguió el primer ministro ruso Mikhail Mishustin y el 1° de junio Juan Orlando Hernández, de Honduras.
El 7 de julio, la región se conmovió porque otro referente político que resistía el cierre de actividades y confinamientos -y que aún sigue con esa posición- terminaba infectado. Fue el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, que se contagió de COVID-19 y, si bien nunca estuvo internado ni requirió asistencia médica de alta complejidad, se mantuvo con positividad viral durante unas dos semanas.
Días después, el 9 de ese mismo mes, y también en Sudamérica, fue el turno de Jeanine Áñez, la primera mandataria de Bolivia que confirmó que se infectó; le siguió Alexander Lukashenko, de Bielorrusia, que atravesó por la misma situación a partir del 28 de julio; y posteriormente Alejandro Giammattei, de Guatemala.
El 2 de octubre, en otro evento que tuvo un gran impacto político no sólo en su país sino a escala global, se confirmó que Donald Trump, el presidente de Estados Unidos, había enfermado de coronavirus, justo cuando debía encarar el tramo final de una campaña por su reelección, que venía con chances cada vez más adversas de poder superar. Tanto su actitud ante la pandemia -rechazó hasta el uso de mascarilla o tapabocas y negó cerrar la economía- como su propio comportamiento cuando se enfermó, lo dejaron afuera de la Casa Blanca.
El 25 de octubre fue el turno de Boyko Borissov, primer ministro de Bulgaria; el 24, el de Andrzej Duda, presidente de Polonia; el 3 de noviembre Abdelmadjid Tebboune, de Argelia; el 16 de noviembre Ambrose Dlamini, presidente de Eswatini (ex Suazilandia); y el 17 de noviembre el francés Emmanuel Macron, quien superó la enfermedad sin demasiadas complicaciones.
Más cerca del anuncio de Alberto Fernández estuvo la confirmación del contagio del presidente Andrés Manuel López Obrador; antes, el 13 de enero, le ocurrió lo mismo a Armen Sakissian, el segundo primer mandatario de Armenia que sufría esa situación; y el 11 de enero se confirmó la infección por de coronavirus de Marcelo Rebelo de Sousa, de Portugal.
El positivo por COVID-19 que se conoció hoy sábado pasada la medianoche y que informó el propio presidente Alberto Fernández a través de su cuenta de Twitter casi que contesta una pregunta que ni siquiera la ciencia mundial aún se pudo contestar: la posibilidad de que una persona pueda contraer coronavirus a pesar de estar vacunada. En el caso del primer mandatario argentino recibió las dos dosis correspondientes de la vacuna Sputnik V, formulada con dos adenovirus diferentes.
Hay que señalar que por estas horas aún falta la confirmación de su positivo que brindará el test PCR sobre el que aún se aguarda el resultado. Y también persisten dos interrogantes: falta confirmar a través de un estudio genómico si se contagió de la misma variante originaria del SARS-COV-2 o de las nuevas cepas que circulan en el país -Manaos, Reino Unido, Río- cómo así también qué cantidad de anticuerpos generó como vacunado.
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