La reunión que viene gestándose hace días por la fuerte suba de casos de coronavirus en todo el país entre el presidente Alberto Fernández y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, no se concretará hoy, como venían discutiendo el gobierno nacional y el porteño, sino el sábado que viene. El alcalde visitará la quinta de Olivos a las 10, para analizar los pasos a seguir ante la escalada de contagios de COVID-19.
Ayer, con la confirmación de 16.056 nuevos contagios, la Argentina alcanzó la cifra más alta de casos desde octubre. Entre ellos, 8.063 eran de la provincia de Buenos Aires y 1.707 de la Ciudad.
El encuentro había sido propuesto en principio para esta tarde, pero después de varios diálogos durante la mañana entre los funcionarios de ambas administraciones, resolvieron encontrarse dentro de dos días. Entre otras cosas, se discutirán los parámetros que se usarán para determinar la implementación de nuevas medidas restrictivas.
La convocatoria llegó a la sede de Uspallata desde el gobierno nacional. En particular, desde la Secretaría General de la Presidencia, a cargo de Julio Vitobello, uno de los hombres más cercanos a Alberto Fernández en la Casa Rosada. A pesar de que en los últimos días hubo diálogos y articulación entre funcionarios de alto rango de la Nación y la Ciudad, en la Casa Rosada buscaron que esta semana se produjera una “escenificación” con la administración de Rodríguez Larreta.
Con la pelea por la coparticipación aún vigente, en el entorno del jefe de Gobierno porteño recibieron el convite con cierto grado de recelo. El jefe de Gobierno se reunió con el vicejefe de Gobierno, Diego Santilli, con el jefe de Gabinete porteño, Felipe Miguel, y con el secretario general, Fernando Straface, para analizar la convocatoria del Presidente. Finalmente, coincidieron en que el encuentro tenga lugar el sábado.
En la Ciudad consideran que el escenario frente a la pandemia es distinto con respecto al año pasado, por motivos sanitarios como políticos. Fuentes de la administración porteña aseguraron a Infobae que mantendrán el espíritu de cooperación con la nacional, pero creen que ahora tienen margen para una gestión más independiente. Sobre todo, en el año electoral, con Larreta como uno de los principales líderes de la oposición de Juntos por el Cambio, que le disputará poder en las legislativas al Frente de Todos.
En la Ciudad confían en el mayor conocimiento científico del coronavirus y su forma de transmisión, en el mayor grado de infraestructura sanitario en el ámbito porteño, y en la experiencia en la articulación de los procesos de testeo, cuidados, protocolos y control. Consideran que todos esos procesos están mejor desarrollados en comparación con 2020. Además, este año hay vacunación. Aunque es lenta debido a la falta de dosis (que dependen de las negociaciones del gobierno nacional en el complicado mercado internacional), están conformes con el curso de la inoculación porteña, que suma un factor de confianza para evitar la dependencia de la Nación.
En términos de medidas sanitarias que afectan todos los otros ámbitos de la vida pública y privada, el gobierno porteño, al igual que el año pasado, tiene una mirada reticente a la suspensión de actividades comerciales y educativas. En ese sentido, cree que hay que mantener las clases presenciales y los comercios abiertos, pero insistir en los protocolos.
En el gobierno nacional, también con una mirada puesta en las elecciones, tienen por ahora una postura similar. Atentos al humor social y a su eventual impacto en las urnas, quieren cerrar lo menos posible. Pero la segunda ola amenaza con superar en gravedad a la primera. Tanto por la llegada de nuevas cepas –que ya circulan en el país– como por el relajamiento de parte de la población. Si la situación se sale de control, las autoridades deberán lidiar también con el costo político de una crisis sanitaria.
Mientras tanto, la Nación recibe presiones de la Provincia, desde donde el ministro de Salud, Daniel Gollán, sugiere públicamente y en privado restricciones y recomendaciones más severas y mantiene un discurso de mayor alerta que su par nacional, Carla Vizzotti, que sigue la línea más moderada exigida por el Presidente. Ayer, el viceministro bonaerense, Nicolás Kreplak, mostró un video de turistas yendo a la costa argentina por Semana Santa y pidió “reforzar al máximo los cuidados”. “Los casos escalan a una velocidad nunca vista hasta el momento. El sistema de salud tiene un límite”, dijo. Por ahora, no se espera que el gobernador Axel Kicillof esté presente en el encuentro entre Larreta y Fernández.
De fondo, entre Nación y Ciudad subyace una disputa política de múltiples ribetes que estalló en la segunda mitad del año pasado, cuando Alberto Fernández decidió de manera unilateral quitar más de un punto de la coparticipación a la Ciudad para otorgárselo a la Provincia, en medio de las fuertes protestas por los sueldos y las condiciones de trabajo de la policía bonaerense que complicaron al gobernador Axel Kicillof. Larreta inició una demanda ante la Justicia para revertir la medida, que sigue en pie.
La jugada de Alberto Fernández fue un parteaguas en la relación con el alcalde porteño, que fluyó en sintonía durante la primera mitad del año por la gestión inicial de la pandemia, pero que fue deteriorándose a medida que la administración porteña se diferenció de la nacional sobre la forma de enfrentar el virus al promover mayores aperturas ante el impacto cada vez mayor de la crisis a nivel económico.
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