Riverside Park está ubicado en Manhattan y une el Upper West Side con Harlem y Washington Heights. Se trata de un paseo bucólico de seis kilómetros que los newyorkers utilizan para distenderse y escapar del ritmo enloquecedor de la ciudad que nunca duerme. El viernes pasado, dos días antes de la primavera, Martín Guzmán y Joseph Stiglitz se encontraron en Riverside Park para hablar de la vida, la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la compleja situación de la economía global.
El titular del Palacio de Hacienda y el premio Nobel de Economía quedaron a la tarde, caminaron al lado del río Hudson durante dos horas, y protegidos por el anonimato analizaron la administración de Joseph Biden, la crisis de las vacunas y la relación de Estados Unidos con América Latina.
Guzmán llegó a New York para entrevistarse con fondos de inversión y acreedores privados antes de cumplir su agenda en Washington. El ministro de Economía asume que Argentina no es una prioridad de la Casa Blanca, y Stiglitz precisó a su discípulo en la Universidad de Columbia que Biden está centrado en la relación diplomática con China y en evitar que la inmigración desde América Central complique los vínculos bilaterales con México.
Los consejeros de Biden para América Latina recomiendan fortalecer las relaciones con Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y sostienen que Brasil en el Cono Sur sería el socio inevitable para la nueva agenda regional de la Casa Blanca. En Washington consideran creciente la influencia de Cristina Fernández de Kirchner, y eso implica –para los asesores de Biden– que Alberto Fernández no controla toda la agenda del gobierno nacional.
Stiglitz maneja esa información por sus contactos en la administración demócrata, y Guzmán hizo un catch up que le servirá para interpretar los argumentos geopolíticos que escuchará durante sus reuniones en el FMI, el Banco Mundial (BM) y el Departamento del Tesoro. El ministro ya sabe que hay poca expectativa en DC con respecto a los resultados de su primer viaje a los Estados Unidos en 2021.
Durante la caminata por Riverside Park, Guzmán y Stiglitz coincidieron en la descripción del tablero económico global en épocas del COVID-19, y en la necesidad de profundizar las acciones de los organismos multilaterales para rescatar a los países pobres y medianos que no acceden al crédito con bajas tasas de mercado.
El ministro de Economía aseguró al premio Nobel que Alberto Fernández tiene una propuesta política para cambiar las reglas de acceso de los países medianos a los créditos blandos de los organismos multilaterales, y adelantó que el Presidente argentino insistirá ante la ONU y el G20 en un proyecto destinado a frenar el acaparamiento de las vacunas liderado por los países más ricos.
En este contexto, el Presidente, Guzmán y el titular del Banco Mundial, David Malpass, compartirán este miércoles un encuentro virtual para tratar la situación global y la posibilidad de acceso a nuevos créditos blandos para los países medianos. Alberto Fernández estará en Olivos, Guzmán en la embajada argentina en DC y Malpass en su despacho de la calle H en Washington.
Cuando la tarde caía, Guzmán describió a Stiglitz su estrategia de negociación con el FMI y la decisión política de refinanciar la deuda de capital que vence este año (un poco más de 4.000 millones de dólares) y de evitar un acuerdo de facilidades extendidas que implique un ajuste económico antes de las elecciones de octubre.
El premio Nobel escuchó en silencio la descripción del ministro de Economía. Los dos saben que el FMI exigirá los pagos de capital y que la solución a la vista es cancelar la deuda de capital con la ampliación de los derechos especiales de giro (DEG) que dispuso el G7 en su cumbre de la semana pasada.
Guzmán ratificó a Stiglitz que se reunirá mañana con Kristalina Georgieva –directora gerente del FMI– y que hará el gesto diplomático de confirmar que Argentina no avalará ningún programa que signifique modificar las partidas previsionales, reformar las leyes laborales o reducir el gasto público destinado a la salud, la educación o la crisis social causada por el COVID-19.
Fue una caminata de casi 10 kilómetros. El ministro saludó con un abrazo a su mentor Stiglitz y regresó al hotel en el corazón de Manhattan. Nada cambiará en los próximos meses.
SEGUIR LEYENDO