Las diferencias internas agobian al Gobierno, que busca imponer la crisis sanitaria como único tema de la agenda política

Tras dos semanas de foco en la sucesión de la ministra de Justicia, Alberto Fernández explicita su preocupación en la inminencia de la segunda ola y soslaya las disputas políticas adentro del Frente de Todos

En las últimas semanas salieron dos ministros del Gabinete

Se cumple un año de la irrupción de la crisis del coronavirus en la Argentina y las desavenencias al interior de la coalición del Frente de Todos se reeditan y complican al Gobierno. En el año electoral, después de dos semanas de foco en el espinoso tema de la Justicia, y tras el duro golpe que representó el ”vacunatorio VIP”, Alberto Fernández hace lo posible por enfocar la agenda pública en las cuestiones sanitarias.

Las condiciones políticas y económicas en el país son diferentes en relación a la misma fecha del año pasado, cuando el Presidente recién llegaba a la Casa Rosada y se ponía al frente de la pelea contra el desconocido coronavirus, que unía a todos bajo la amenaza a la salud. En los últimos meses, bajaron los índices de aprobación sobre la gestión, la economía, que ya estaba en crisis, resultó aún más golpeada por la pandemia, dos ministros se vieron eyectados del Gabinete, y aún humea el escándalo por la vacunación irregular. Por si fuera poco, se acerca la segunda ola de COVID-19, las vacunas llegan a cuentagotas y el ritmo de la vacunación es lento, pero la conciencia social sobre la importancia de los cuidados disminuyó ostensiblemente.

En este delicado contexto, no cesan de brotar las desavenencias internas. El jueves, el gobierno nacional fue el foco de un fuerte ataque político desde la provincia de Buenos Aires, cuando Sergio Berni, ministro de Seguridad bonaerense, arremetió con insultos contra el secretario de Seguridad nacional, Eduardo Villalba, y la ministra Sabina Frederic -que responden al Presidente- por la supuesta falta de intervención en la búsqueda de M, la nena de 7 años que se encontraba desaparecida y fue hallada en Luján.

El affaire entre Berni y Frederic se reeditó una vez más esta semana (Presidencia)

El día del ataque hubo furia en el gobierno nacional, que se vio reflejado en Frederic y atacado en su conjunto. El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, recibió a la ministra y le brindó su apoyo. Sin embargo, Alberto Fernández mantuvo silencio. Para calmar las aguas, en Casa Rosada adjudicaron el conflicto a una decisión personal de Berni. Sin embargo, con el pasar de las horas, el ministro recibió el apoyo de la cúpula provincial. Incluso públicamente. El sábado, la ministra de Gobierno del gobernador Axel Kicillof, María Teresa García, minimizó el hecho en una entrevista radial, elogió la gestión de Berni y aseguró que “cada uno tiene su temperamento”. También remarcó que la pelea no daña la tarea de coordinación entre la Provincia y la Nación en cuestiones de Seguridad. El ministro, entre otras cosas, había tomado del cuello a Villalba, gritándole que se alejara con su “trajecito”.

Días atrás habían habido fuertes cuestionamientos al Presidente desde su propio entorno por la salida de Marcela Losardo de Justicia. Primero le facturaron al primer mandatario que hubiera dejado que la situación de su amiga llegara al punto de “agobio” que la obligó a salir del Gabinete. Y luego, criticaron la decisión de nombrar a Martín Soria, un hombre “sin credenciales” y de “estilo confrontativo”, que además es afín al kirchnerismo duro.

Mientras tanto, se colaron diferencias entre el Ministerio de Salud bonaerense y el de la Nación por la implementación de medidas preventivas ante la segunda ola de coronavirus. Hace dos semanas, el ministro provincial Daniel Gollán dijo en conferencia de prensa que se evaluaba cerrar las fronteras y provocó alerta. El adelanto causó resquemores en la órbita nacional y el Gobierno tuvo que salir a aclarar que esa medida, por el momento, no iba a implementarse. Si bien era cierto que estaba bajo análisis, en el ministerio que conduce Carla Vizzotti privilegian la prudencia.

En Gobierno cuestionaron la salida de Marcela Losardo

Al panorama se suma la pelea que subyace entre el ala económica liderada por el ministro de Economía, Martín Guzmán, y la de funcionarios de peso vinculados al Instituto Patria -entre ellos, el titular de Enargas, Federico Bernal-, con distintas miradas sobre la forma de enfrentar la crisis económica. En particular, en torno al pacto con el FMI, la lucha contra la inflación y la actualización de tarifas, temas cuyos tratamientos tienen consecuencias sobre el humor social en el año electoral.

En el Gobierno no hay espacio para negar las diferencias. Pero en Casa Rosada marcan matices. “Una cosa es la pelea personal de Berni con Frederic, o la de Alberto con las políticas de (el gobernador de Formosa, Gildo) Insfrán que complican por los derechos humanos. Otra distinta es la situación en Justicia, donde talla profundo Cristina. No todo se reduce a las diferencias con La Cámpora. De hecho, Axel Kicillof, aunque responde a Cristina Kirchner, no forma parte de La Cámpora”, argumentaba un importante dirigente de la coalición.

En privado, en Gobierno hay quienes caricaturizan a la provincia como la “república separatista bonaerense”. Algunos de sus ministros, como Berni, exsecretario de Seguridad nacional, y Daniel Gollán, exministro de Salud nacional, tienen peso propio. No solo porque gobiernan en el distrito más importante del país, sino principalmente porque tienen el aval de Cristina Kirchner, la jefa política con mayor cantidad de votos de la coalición.

Sin embargo, hay consenso en torno a la idea de que sus acciones y declaraciones no son necesariamente órdenes de la vicepresidenta. “Cristina no los manda, pero tampoco los frena. Son librepensadores, que marcan opiniones. Después se las asocia al Frente de Todos en su conjunto, pero no todas son consensuadas con Nación”, dijo una fuente de Gobierno.

En Balcarce 50 toleran esas posiciones en función de la unidad del frente nacional de cara a las elecciones legislativas. “No hay forma de que ganemos separados. Ya aprendimos de las experiencias de 2013, 2015 y 2017. Hay que mantenerse juntos”, dijo un diputado con llegada a la Casa Rosada. Aunque en Nación cayó muy mal el accionar de Berni, y no es la primera vez que Gollán “marca la cancha” -en palabras de un funcionario- a la Nación con sus declaraciones sobre políticas de salud nacionales, el plan, por el momento, es aceptar las diferencias.

El ministro Gollán adelantó medidas que luego fueron aclaradas por el gobierno nacional

Los funcionarios argumentan que toda coalición puede conllevar discrepancias. Recuerdan, por ejemplo, la pelea feroz entre una de las fundadoras de Cambiemos, Elisa Carrió, y el ministro de Justicia de Mauricio Macri, Germán Garavano. Aunque admiten que en ese caso, Garavano permaneció en su cargo.

En este contexto, el Presidente apuesta por mantenerse aferrado a la unidad. La evidencia más visible es su persistente aversión -y la de buena parte de su círculo- al uso de la palabra “albertismo” para describir sus apoyos. “Preferimos hablar de todismo”, repiten los referentes del entorno de Alberto Fernández. Aunque la posición no es unánime. En la Casa Rosada hay quienes abogan por diferenciarse de La Cámpora con un espacio propio, de los “moderados”. Mientras se acercan las elecciones, en la cúpula del Ejecutivo resienten cada vez más estas intenciones. Una muestra reciente fue el pedido del Presidente para que se desactivara la marcha que impulsaba el Movimiento Evita para el 1ro de marzo, con la consigna “por una Argentina sin privilegios”, a pesar de que días antes había manifestado, en privado, su aval.

La periódica filtración de las internas causa preocupación en el Gobierno. Creen que resta votos y abre flancos fáciles para los ataques de la oposición de Juntos por el Cambio. El día de la presentación del libro del expresidente Mauricio Macri -Primer Tiempo- en el Centro de Exposiciones de la Ciudad, la exministra de Seguridad Patricia Bullrich tuvo la oportunidad de referirse crítica y jocosamente ante la prensa a la pelea entre su sucesora, Frederic, y Berni.

Consciente de las diferencias, la estrategia del Gobierno es manejarlas en privado. De hecho, hay malestar con quienes ventilan cuestionamientos internos a terceros, sean fuerzas políticas, o medios. Y en especial, cuando lo hacen por lo bajo.

Desde la oposición de Juntos por el Cambio aseguran que el Presidente no tiene poder y que sigue a ciegas las órdenes de la vicepresidenta Cristina Kirchner. En el Gobierno desechan esa teoría y aseguran que el panorama es más complejo. Quienes conocen de cerca a Alberto Fernández sostienen que se relaciona con su personalidad “tolerante” e inclusive a la “bonomía” del Presidente. Otros lo atribuyen directamente a la naturaleza de la coalición y buscan restarle importancia al problema. “En las democracias parlamentarias de Europa, esto ni siquiera es un tema”, dijo una fuente de Casa Rosada. Muchos piensan que las grietas internas son altamente dañinas y debilitan al Presidente. En este sentido, hay quienes creen que son insoslayables, y quienes opinan que debería actuar para frenarlas.

Esta semana, el Presidente preparó en secreto junto a sus asesores más cercanos -Santiago Cafiero, Vilma Ibarra, y Alejandro Grimson- la primera cadena nacional del año. En soledad desde su despacho, sin filminas, ni presencia de otros gobernadores, con un inesperado y solemne discurso, el Presidente buscó que el efecto sorpresa y el peso propio de la herramienta de comunicación oficial por excelencia, lograsen un impacto concreto en la concientización en la ciudadanía sobre el coronavirus. Tanto sobre la inminencia de la suba de contagios, como en la necesidad de evitar el ingreso de la nueva cepa de Manaos. El problema, hoy, leen en Gobierno, es que en la población no hay una sensación de alarma y preocupación por lo que podría ocurrir si no hay cuidados.

Preocupado por esta situación, después de dos semanas de eje en las diferencias con la Justicia, el Gobierno buscará que las acciones oficiales se centren en los cuidados y buscará mantener ordenado el ecléctico espacio oficial con mensajes de unidad. Aunque a juzgar por los acontecimientos políticos que marcaron las últimas semanas indican, el año electoral seguirá las líneas de la segunda mitad del anterior y estará marcado por las diferencias internas en el Frente de Todos.

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