Mendoza está en estas semanas en el momento más importante del año: la vendimia. Las uvas maduras camino a convertirse en vino, esa sangre que le da vida a una provincia que meses atrás sorprendió con un muy pequeño, aunque ruidoso, movimiento a favor de la independencia. Rodolfo Suárez, el gobernador radical de la provincia, niega moviendo la cabeza: no, la independencia no tiene sentido. Pero una provincia con más poder, sí. Porque, añade, Mendoza no es Formosa.
“No podríamos llegar a ser independientes”, dice Suárez durante una entrevista en la Casa de Gobierno con un grupo de corresponsales extranjeros y en la que participó Infobae. “Yo me acercaría más a un sistema como el de los Países Bajos, antes que a la independencia, y a buscar que nosotros, por tener frontera, podamos cobrar algunos impuestos. Buscaría otro sistema de coparticipación, y activar más pasos a Chile”.
Las provincias que tienen formalmente un poder superior y diferenciado en los Países Bajos son las de ultramar: Aruba, Curaçao y San Martín. Esos territorios cuentan con un nivel de autonomía muy superior al de las 12 provincias de los Países Bajos en el continente europeo. Así y todo, entre esas provincias hay diferencias de hecho: Zuid Holland, que incluye La Haya, y Noord Holland, que incluye a Amsterdam, cuentan con agencias autónomas e ingresos que les dan preponderancia sobre las demás. El Reino de Holanda, así, incluye diferentes países con diferentes estatus legales. Algo de eso sucede también, aunque a otro nivel, en España, y eso inspira a Suárez cuando piensa en el futuro de su provincia.
Suárez, sucesor en el gobierno de la provincia del combativo Alfredo Cornejo, titular de la Unión Cívica Radical (UCR), es un hombre calmo, que explica con naturalidad y sin estridencias lo que quiere, y en parte no puede, hacer en una de las dos únicas provincias que no permite la reelección de su gobernador. Quiso impulsar la minería para, alega, desarrollar el sur de la provincia y bajar ese 25 por ciento de pobreza que tiene Mendoza, pero pronto se dio cuenta de que debía quitarse la idea de la cabeza si no quería exponerse a males mayores. Relajado durante una luminosa tarde de sol en Mendoza, dice que cuando deje el gobierno escribirá un libro sobre el tema, porque no puede comprender aún que hasta René Pérez (Residente), de “Calle 13”, haya intervenido en la campaña “agua o cianuro”.
El gobernador, ex intendente de Mendoza, y que el mes próximo cumplirá 58 años, tenía la esperanza de conversar con detenimiento sobre la minería, el vino y otros temas con Alberto Fernández durante la reciente visita del presidente a la provincia. No fue posible, Fernández llegó al mediodía, muy retrasado para una nutrida agenda que se iniciaba con un desayuno. “Todo muy acelerado”, se lamenta Suárez.
- ¿Tiene sentido pensar en la independencia de Mendoza?
- Yo creo que no hay un movimiento al respecto, un movimiento que tenga peso. Nosotros dependemos de la coparticipación nacional. Argentina tiene un ingreso de divisas importante que tiene que ver con la soja. Hoy, a 500 y pico de dólares, la soja es un alivio para la Argentina. En el gobierno de (Mauricio) Macri no superaba los 200. Hay un sentimiento de mendocinidad, sí, que no pasa en otras provincias. El mendocino se siente muy orgulloso de su provincia, y Mendoza sí tiene una marca. Una marca que tiene que ver con su mayor institucionalidad. Mendoza es una provincia que no es Formosa, aunque no me gustan las comparaciones y esté hablando de un colega. Pero acá el empleo público no ocupa al 90 por ciento de la población, como ocurre en otros lados. Acá hay producción, acá para nosotros es importante la recaudación, pero no podríamos llegar a ser independientes.
- ¿Qué podrían ser entonces?
- Yo me acercaría más a un sistema como el de los Países Bajos, antes que a la independencia, y a buscar que nosotros, por tener frontera, podamos cobrar algunos impuestos. Buscaría otro sistema de coparticipación, y activar más pasos a Chile.
- Eso sería una reformulación del federalismo argentino.
- Sería una reformulación... Pero para eso nosotros tendríamos que diversificar nuestra matriz productiva. En la situación actual eso no sería posible. Tendríamos que sacar adelante una propuesta mía que fue un rotundo fracaso, la de que haya explotaciones mineras en Mendoza. Es impresionante la riqueza que tenemos en el sur de la provincia, en oro, en plata...
- Esa propuesta fracasada marcó para mal el inicio de su gobierno, ¿no?
- Yo lo dije en toda la campaña y lo dije en todos los debates, que desarrollar la minería era la salida nuestra para crear riqueza y optimizar el uso del agua, que es el bien escaso de la provincia. Todo lo que se ganara tenía que ir al agua, a su tecnificación, a represas. Gané con el 52 por ciento de los votos, fue lo primero que hice y salió la campaña “agua o cianuro”. Hasta con René (Residente) de Calle 13, que me decía “oye gobernador Rodolfo Suárez, mi hijo vive en Argentina, ¡se va a contaminar con el cianuro!”. ¡Y el hijo vive en en Buenos Aires!
- Si pudiera dar marcha atrás, ¿presentaría de otra manera esa propuesta que hizo a finales de 2019?
- Yo decía que las cosas se pueden hacer bien, como en Australia, Canadá, Chile. La gente salió a las calles y era un caos. Los servicios de inteligencia nos dijeron que quería venir gente del sur, de Buenos Aires y que no podían parar a la gente... Se armó una ola que no vio venir nadie, yo no la vi. La campaña del miedo fue terrible. Yo pedí que no usaran la fuerza pública, no quería un solo herido. Estaba además pasando lo de Chile, y eso contribuía al clima. ¡Salía a protestar gente que no tenía trabajo! Y yo decía, ¡si esto es para que tengan trabajo, vivan mejor y generemos riqueza! Si somos tan mendocinos y nos queremos independizar, creamos que podemos hacer las cosas bien como en tantos lugares del mundo. Yo voy a escribir un libro sobre esto, porque no lo puedo entender. Fueron activistas de la política y algunos vinculados al agro. Una explotación minera que genera 3.000 empleos en forma directa consumiría apenas el agua que consumen 70 hectáreas de viñedos.
- Renuncia entonces definitivamente a su idea.
- Yo dije que saliéramos rápido de eso, era una escalada tremenda. ¿No quieren minería en Mendoza? Bueno, no hay minería en Mendoza. La hay en San Juan, que está creciendo mucho. ¿No se explota la minería metalífera en Mendoza? No se explota. En el sur de la provincia hay oro hasta en veta. Impresionante. Justo del otro lado de la cordillera hay minas en Chile en las que trabajan 14.000 personas. Lo están haciendo por túneles, van a terminar sacando la de Mendoza... Obviamente es un chiste, pero tenemos que plantearnos una alternativa de desarrollo de Mendoza. Estamos desarrollando el cannabis, apostando a la industria del conocimiento. Hay muchos jóvenes que quieren venir a Mendoza a trabajar. les gusta la ciudad.
- ¿Qué ve un inversor en Mendoza para decidir instalarse allí?
- Lo que tiene Mendoza respecto del resto del país es que tiene institucionalidad, y eso hace mucha diferencia para los inversores. Vienen a Mendoza porque ven que las instituciones son más serias y la justicia funciona de otra manera. Pero la macroeconomía no la manejamos nosotros.
- ¿Se sorprendería de que un día, si regresa al gobierno de Mendoza, el peronismo apoyara la minería?
- Yo lo apoyaría, sería una sorpresa grata. Tenemos la posibilidad de no seguir teniendo al 25 por ciento de la población por debajo de la línea de la pobreza. Tenemos todo para que eso no ocurra.
- ¿Tiene Mendoza hoy suficientes vacunas?
- No, no. Las que nos van dando... La provincia de Buenos Aires es la que más tiene, y es también la que tiene más población. Como estado subnacional no podemos comprar, no tenemos acceso al mercado de vacunas en el mundo. Es el estado nacional el que debe comprarlas, nosotros no tenemos capacidad de negociación ni plata.
- ¿Cuánto influye en Mendoza el éxito de la campaña de vacunación en Chile?
- Para nosotros sería importante que los chilenos pudieran venir. Nunca ha estado la Argentina tan barata. Si chilenos vacunados pudieran venir a Mendoza y consumir, sería fantástico. Pero ahora hubo un rebrote y todo se frenó. Una pena.
- ¿Qué cree que va a pasar a nivel nacional con la pandemia?
- Nosotros no estamos tranquilos, la incertidumbre nos acecha a todos. Viene el otoño y el frío, vamos a ver cómo se comporta el virus, es bastante incierto todo lo que va a ocurrir. Estamos sumando camas de terapia y respiradores. La vacunación va a mitigar, pero no va a ser una mitigación absoluta. Mendoza es el mayor corredor biocéanico que hay entre Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina para la salida al Pacífico por Chile. La cantidad de camiones que pasa por Mendoza es enorme. Así llegó el virus a Mendoza en su momento. Cuando viene el invierno el paso se corta y quedan entre 3.000 y 5.000 camioneros esperando. Hay muchísima circulación internacional acá, y esos suministros no se pueden parar. Venían muchos camioneros contagiados, muchos de ellos de Brasil. Nosotros hicimos controles de temperatura y todo, pero hacerle un PCR a cada camionero que ingrese... En un primer momento demoraban 14 horas, era imposible tenerlos parados tanto tiempo. Y exigirlos antes de que lleguen es muy relativo. Se pueden contagiar en el camino, es un viaje de 3.000 kilómetros en el que se pueden contagiar en cualquier momento. Estos controles son muy difíciles de llevar a la práctica y producen un caos tremendo, por eso no exigimos PCR ni cuarentena para venir a Mendoza y estamos mejor que en otros lados. Algunas conclusiones hay que ir sacando también de esto...
- ¿Y qué exigen entonces para controlar el virus?
- Hacemos la toma de temperatura, que hay que decir que si alguien se toma un ibuprofeno antes, la baja. Nosotros apelamos a la conciencia, a que la gente se cuide. Hay turismo interno y estamos en un nivel estabilizado de casos.
- Mendoza está en plena cosecha de la uva, ¿cómo han manejado eso en medio de la pandemia?
- La fiesta de la vendimia era imposible hacerla, porque en una noche tenés 250.000 personas en la calle. Pero les hemos dado trabajo a los artistas y generamos puntos de vendimia, buscamos darle trabajo a la gente que espera todo el año para esta fiesta. Ahora, el tema de levantar la cosecha es otro tema. La temporada en Mendoza comienza con la cereza y termina con la nuez. Eso involucra a entre 15.000 y 20.000 trabajadores clandestinos. Lo que hicimos esta vez es dar cursos a los mendocinos para que trabajen en la cosecha. La Argentina es un estado que hace muchísima asistencia social a través de muchísimos planes. Se emiten cerca de 25 millones de cheques mensuales de asistencia. Quien recibe la asistencia social la pierde si encuentra un trabajo. Entonces la gente no quiere trabajar en la vendimia, porque si lo hace pierde la asistencia social para todo el año. Una cosa difícil de entender el sistema, pero es así. Lo que hicimos nosotros fue gestionar ante el gobierno nacional que la gente pueda cosechar y no pierda la asistencia social. Le enseñamos a la gente a cosechar para que aprendiera algo además de cobrar. Se inscribieron cerca de 5.000 personas. Hay que ir haciendo el empalme, que si el Estado le paga a alguien vaya haciendo algo y aprendiendo también. Tenemos generaciones de padres e hijos que no han visto trabajar a sus padres y han estado viviendo de la asistencia del Estado.
- ¿Alguna otra provincia hizo esto?
- No. Es una política innovadora. Y que la gente trabaje. Circula un video con un cubano que dice “oye, ¡acá si no trabajas vas preso y en Argentina dicen que si no trabajas te pagan!”. Obviamente yo pertenezco a un espacio político diferente al del presidente, he mantenido muchas discusiones con otros gobernadores y el presidente acerca del manejo de la pandemia y la economía. Les digo las cosas que debo decir, pero en general no lo hago en la prensa. Y hay que decir que esto es muy relativo todo. Las conclusiones habrá que sacarlas al final.
- Tuvo al presidente hace dos semanas en Mendoza, ¿qué pudo hablar con él?
- Estuve muy poco con él, solamente el viaje del aeropuerto al lugar. Fue a Chile con otros gobernadores y no fui yo. Me dijo que él no había invitado a nadie, que los otros gobernadores se habían invitado solos. Yo le dije que no me enteré hasta que estuvieron todos en Chile. “No, si salió antes en los diarios”, me dijo. Y ese fue todo el diálogo que tuve, no pude hablar mucho más con él.
- ¿Cómo lo vio? ¿Cansado, bien?
- Llegó muy tarde, este evento era un desayuno y llegó a las 12 del mediodía, con lo cual se superpuso a otras actividades. Todo muy acelerado en una situación de la vitivinicultura que es compleja en Mendoza. Nunca un año es igual al otro. Siempre hay variables, desde el clima hasta el precio y el stock del vino.
- ¿Es cierto que en Mendoza faltan botellas para envasar el vino?
- Es así. Siempre falta el vidrio, las botellas. Tenemos una fábrica acá. Es un mercado muy competitivo y es una actividad que no podía parar de ninguna manera en la pandemia. Los productores te cuentan lo que cuesta conseguir botellas y lo caras que están. Se debe a la pandemia, pero es un tema recurrente. En Argentina llegamos a consumir, 40 o 50 años atrás, 70 litros por persona y por año. Ahora hemos subido de 18 a 20 durante la pandemia. La cerveza es un rival difícil para el vino, lo que hay que hacer es salir a vender al mundo. Hay un mercado que se ha ganado, pero la macroeconomía de Argentina dificulta que estos mercados sean estables. Hay muchos insumos en dólares. Un año nos conviene exportar y otro año lo hacemos a pérdida. Pero una vez que se gana un mercado hay que sostenerlo, no lo podés abandonar. Brasil y Estados Unidos son nuestros mayores mercados, Europa no tanto. Estamos abriendo mercados en China y creando hubs de distribución.
- ¿Cómo ve a su partido y la posibilidad de competir por la presidencia en dos años o seguir sometidos al PRO?
- La diferencia no pasa por estar sometidos al PRO o no. Pasa por tener vocación de poder o de ser oposición. A veces en la historia, el radicalismo ha estado cómodo con el rol opositor. Yo creo que hay que apostar a gobernar. Hay que buscar las personas y las propuestas válidas ante la sociedad. Hay que seguir dentro de Juntos por el Cambio, pero adentro hay que dar la competencia. Y si se pierde, apoyar a quien gane. En el futuro la polìtica argentina no va a ser bipartidaria sino bi-coalicionista. El radicalismo tiene que tener vocación de poder y de gobernar.
- ¿Le gustaría saltar a la política nacional?
- No, yo no tengo un proyecto político personal. Pero Mendoza es una marca. Todo el tiempo que pasa va a estar signado, tanto mi gobierno como el nacional, por la pandemia. En todo caso, hay algo de la pandemia, dentro de la enorme tragedia, que fue positivo: los mendocinos pudimos conocer una Mendoza que no conocíamos, una Mendoza que estaba preparada solo para los extranjeros. Lugares impresionantes cuyo costo para los turistas va de los 300 a los 800 dólares. Lugares en la montaña, cotos de caza a los que la gente llega en vuelos privados y helicópteros. Y nosotros no conocíamos todo eso. Bajaron un poco los precios para que pudieran ir los mendocinos. Ah, y tengo una novedad interesante.
- ¿Cuál?
- Estamos cerrando un acuerdo con Buenos Aires, vamos a hacer con la ciudad un distrito del vino. Todavía no sabemos el lugar, pero contará exenciones impositivas y todo lo que le permita funcionar como sucede con otros distritos como el audiovisual o el tecnológico. Una vinoteca, un centro de interpretación del vino... Es una idea muy buena. A nosotros nos viene bien y al barrio lo revaloriza. Lo vamos a sacar adelante este año y estoy invitando a las bodegas a que sean parte de esto.
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