“Así como en Colombia están las FARC, en Rosario está la Brigada de Drogas Peligrosas. El único cartel de drogas que conocí en mi vida es la Policía de Santa Fe”. Esas dos afirmaciones pertenecen a un condenado por narcotráfico, Jorge Halford, el día que le tocó hacer su descargo en un juicio de hace 9 años. Pero la semana pasada resonaron de nuevo, cuando un ex jefe policial de narcóticos de la zona sur de la provincia, Alejandro Druetta, fue condenado a diez años de cárcel por haber favorecido a un traficante para hacer negocios de drogas en una especie de cooperativa estructural.
Casi en simultáneo, el resultado de un censo realizado al interior de la policía de Santa Fe revela dos datos que confirman tan estremecedor panorama: la mayoría de los efectivos policiales están convencidos de que el problema principal de la institución que integran es la corrupción que existe dentro de la fuerza por su relación con el narcotráfico, y también aseguran que la participación de la propia policía en la venta ilegal de armas de fuego “está muy extendida”.
Ese mismo día que se conoció el resultado de esa encuesta realizada entre todos los policías de Santa Fe, el último viernes, en Rosario hubo cinco muertes en diez horas, producto de balaceras y ataques entre grupos que se disputan el mercado de drogas y dirimen sus venganzas en las calles. La noche siguiente, un abogado penalista fue atacado a balazos en una estación de servicios de la zona norte de Rosario. La víctima había asumido tiempo atrás la defensa de un sicario vinculado a la banda de Los Monos y también es el padre de un fiscal del Ministerio Público de la Acusación.
El censo al personal policial es una experiencia inédita en Santa Fe, y estuvo a cargo del Ministerio de Seguridad de la provincia y la Universidad Nacional del Litoral. El propósito es conocer las experiencias y percepciones de los policías santafesinos, en una especie de radiografía de la institución.
El cuestionario fue online, contenía 240 preguntas cerradas, y las mujeres policías contestaron además un módulo especial con otras 14 preguntas. Las respuestas fueron confidenciales y anónimas y de los 21.490 policías registrados, 19.120 respondieron la consulta (un 89%). El nivel más bajo de respuesta se dio en el departamento Rosario, asolada por las bandas narcos.
Si la idea era conocer mejor a la policía, las autoridades de Santa Fe deben estar más que preocupadas, no tanto por que la encuesta revelara algo que no pudiera suponerse, sino porque la fuerza de los datos exime de otras suposiciones.
Cinco de cada diez policías manifestaron que la corrupción policial relacionada con el narcotráfico se encuentra muy extendida. Esta conclusión refleja lo que las autoridades denominan un alto grado de presencia y extensión de las articulaciones ilegales entre narcotráfico y policía en el territorio santafesino.
Si bien el 31,5 % de los encuestados dice no acordar con esa afirmación, hay un 48% en la zona de las opiniones intermedias, y un 20,3% complemente convencidos de esa relación.
Sobre la participación de la policía en la venta ilegal de armas de fuego, casi la mitad de los encuestados considera que está “muy extendida”. Esta cuestión y la de las relaciones con el narcotráfico fueron las dos en las que hubo menos negación, en el marco de varias preguntas sobre prácticas policiales.
Seis de cada diez policías manifestaron su desacuerdo radical respecto a estas otras afirmaciones: “la policía trata de peor manera a las personas pobres que a las ricas, a las jóvenes que a los adultos o no trata adecuadamente a las víctimas de violencia de género”. Y estuvieron menos en desacuerdo con la participación de la policía en la venta ilegal de armas de fuego, y más de acuerdo con el tema de la corrupción policial relacionada con el narcotráfico.
Si bien nueve de cada diez policías encuestados respondieron que la corrupción policial constituye un problema grave o muy grave, más de la mitad reconoció que podrían tener problemas si denuncian esos actos de corrupción. Tal vez por eso la mayoría también respondió en la encuesta que no conocen actos de corrupción en los lugares donde se desempeñan laboralmente dentro de la institución policial.
Tres cuartas partes de los uniformados contestaron que perciben poca o nada de confianza de la ciudadanía respecto de la institución policial, y cuatro de cada diez policías opinaron que la razón principal de eso es también la corrupción policial.
No usaron sus armas el último año
Un dato del censo que llamó la atención fue que ocho de cada diez policías admitieron no haber usado sus armas reglamentarias para disparar en el último año. Sólo el 3% de los trabajadores policiales de la provincia contaron que dispararon sus armas en más de 20 ocasiones en los últimos 12 meses.
Teniendo en cuenta algunos casos de gatillo fácil que arrastra la policía de Santa Fe, el detalle no dejó de ser bien recibido por las autoridades, que consideraron que ahora se están utilizando otros mecanismos para resolver los conflictos.
Del otro lado, no pasó inadvertido que son cada vez menos frecuentes los casos de tiroteos o enfrentamientos entre la policía y los delincuentes.
Que el personal policial no se sienta seguro a la hora de manejar un arma puede ser una explicación, teniendo en cuenta que la mayoría sólo tuvo una formación inicial de muy corta duración: el 54,4% de entre 1 y 6 meses, y siete de cada diez policías de la provincia tuvieron una educación policial de menos de un año. La formación incluye instrucción a nivel físico, en materia de uso de armas de fuego, jurídica, táctica y operativa.
Discriminación y acoso a mujeres policías
El censo tuvo un apartado especial para que respondan las mujeres policías, que hoy son el 35% de la fuerza. Poco menos de la mitad de las mujeres policías sostuvo haber experimentado algún tipo de discriminación en su carrera policial, y varias revelaron que esa experiencia ha sido recurrente.
El 17,6% de las mujeres policías que respondieron la encuesta señalaron haber sido alguna vez acosadas sexualmente por un colega o superior varón en la policía. Y un 2,4% de ellas dijo haberlo sufrido muchas veces. En total se trata de una cada cinco mujeres policías santafesinas las que admitieron haber sufrido acoso, aunque las autoridades consideran que es probable que se trate de una realidad aún más difundida y grave, considerando que en muchos casos todavía no se animaron a contar sus experiencias.
En ocho de cada diez casos se trató de superiores de alta jerarquía, lo que reafirma que las prácticas de acoso sexual suelen estar estrechamente enraizadas en las relaciones de mando y obediencia.
Sólo una proporción pequeña de los acosos sexuales experimentados han sido denunciados: apenas una de cada diez mujeres lo hizo, con lo que sigue tratándose en la provincia de Santa Fe de un fenómeno que permanece en su mayor parte oscurecido y silenciado.
La forma de acoso sexual más difundido se trató de insinuaciones sexuales verbales o físicas, seguida por el acoso virtual o telefónico y el planteo de exigencias.
Vocación o trabajo estable
La vocación profesional fue elegida por seis de cada diez encuestados como respuesta sobre el principal motivo por el que decidieron ingresar a la institución policial. Poco más de un cuarto señaló que eligió ser policía por la estabilidad del empleo policial y la seguridad de contar con un salario todos los meses.
Pero cuando se les preguntó cuáles son las motivaciones que consideraban que guiaban a los ingresantes a la institución en la actualidad, contrastan las respuestas. Señalaron que la gran mayoría de quienes deciden ingresar a la policía hoy lo hacen buscando la estabilidad del empleo policial, mientras que la referencia a la “vocación profesional” aparece señalada en forma minoritaria (13,4%).
Otros datos del censo permiten armar un perfil del policía santafesino: es en un 63% masculino, el promedio de edad es de 36 años, sólo un tercio es propietario de una vivienda, el 10% además de ser policía hace trabajos adicionales para mejorar su sueldo, el promedio de antigüedad es de casi 12 años, la mayoría tiene estudios secundarios, el 1% está en situación de disponibilidad (uso de licencia o prestando servicio efectivo pero con tareas diferenciadas), el 60% utiliza recursos propios y personales para suplir las deficiencias de recursos o medios de trabajo, el 40% dijo que no cuenta con los elementos necesarios de protección personal, como chalecos antibala, arma y municiones, y más de la mitad considera que el de policía es un empleo mal remunerado.
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