La mezcla exacta de amistad personal y pragmatismo político por ahora funciona contra la operación de acoso y derribo que ejecuta el kirchnerismo duro para eyectar a Marcela Losardo del Ministerio de Justicia. Losardo no desea dejar en una posición incómoda a su amigo el Presidente, y Alberto Fernández extremó en las últimas horas su blindaje de poder para evitar que la ministra de Justicia caiga y cause una nueva crisis en el Gobierno.
Losardo sufre hastío frente a las constantes operaciones políticas y mediáticas que se cocinan en el Instituto Patria, el Senado y la cartera de Justicia. La ministra no está dispuesta a apretar a los jueces y fiscales que investigan los casos de corrupción de Cristina Fernández de Kirchner, y ese límite ético personal juega en contra de su estabilidad en el Gabinete Nacional.
Alberto Fernández sabe que Losardo está angustiada y harta por los constantes embates del kirchnerismo duro, pero le pidió a su amiga de toda la vida que resista y que se mantenga firme en el Ministerio de Justicia.
Losardo sabe que su caída puede transformar al Ministerio en una anexo de la Cámara Alta, complicar aún más la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Judicial, y causar un efecto dominó que barra a los secretarios y ministros mas cercanos al Presidente.
CFK posteó en su cuenta oficial de Facebook una carta abierta cuando se cumplió un año de la asunción presidencial de Alberto Fernández. La vicepresidente escribió “funcionarios que no funcionan”, una acertijo político que fue resuelto sin dificultad en Balcarce 50. Desde su perspectiva de poder, Cristina señaló que esos funcionarios eran: Santiago Cafiero, Marcela Losardo, Vilma Ibarra y Gustavo Beliz. Todos del núcleo duro mas cercano al jefe de Estado.
Con el discurso de Alberto Fernández en la Asamblea Legislativa y el descargo de la Vicepresidente en la causa Dólar-Futuro, los alfiles del kirchnerismo duro asumieron que había llegado la hora de Losardo. No perdieron tiempo e instalaron en ciertos medios y en las redes sociales que la ministra de Justicia ya vaciaba los cajones de su despacho y que el sucesor reconocía el liderazgo político de Cristina.
La presión sobre Losardo no tuvo en cuenta dos circunstancias de poder. Si el Presidente sacrificaba a la ministra abría la temporada de caza contra Cafiero, Ibarra y Beliz, que son blancos móviles del Instituto Patria desde el 10 de diciembre de 2019.
Y, a su vez, con otro ministro de Justicia tampoco se garantizaba que la Corte y Comodoro Py aceptaran los reclamos políticos de los defensores a ultranza de la honestidad penal de Cristina Fernández de Kirchner.
Es decir: Alberto Fernández daba una señal opaca a sus aliados en el Gobierno y nada cambiaría a favor de CFK. Un resultado de suma cero que afectaría -otra vez- la imagen presidencial.
El mix de amistad personal y pragmatismo político evitó -por ahora- que Losardo renuncie como ministra de Justicia. Alberto Fernández no tiene nada que reclamar a Losardo -ni ineficiencia ni Vacunatorio VIP-, y sabe que su amiga de la facultad está harta de la línea dura del kirchnerismo.
Por eso Losardo quiere renunciar al cargo, y no lo hizo aún a pedido del jefe de Estado.
Alberto Fernández y su ministra de Justicia ayer conversaron sobre los próximos pasos a seguir. Si no hay un cambio abrupto en las decisiones políticas, Losardo a las 10.00 tomará juramento a la nueva subdirectora Nacional del Servicio Penitenciario Nacional (SPF), en una ceremonia restringida a los medios de comunicación.
Y dos horas más tarde, en el Museo del Bicentenario de la Casa Rosada, Alberto Fernández y todos los gobernadores firmarán el “Acuerdo Federal para una Argentina Unida contra la Violencia de genero”, en el marco del Día Internacional de la Mujer”.
A la ceremonia oficial fue invitado el Gabinete Nacional. Y en primera fila, para que no haya dudas del respaldo político, estará Losardo. No se sabe aún si Cristina también participará del evento.
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