El salto político que dio Amalia Granata en Santa Fe y la visibilidad internacional que les dio la presidencia de Jair Bolsonaro los envalentonó. Después de décadas de ocupar roles secundarios en el sistema político, un sector del movimiento evangélico se reagrupó en un nuevo partido y se lanzará en las próximas elecciones para confrontar con el Gobierno nacional, a la caza de cargos legislativos desde donde puedan intervenir con su agenda “celeste” de reacción a la ola feminista.
El sello con el que competirá es Una Nueva Oportunidad (UNO), un partido nacional que formalizó su nacimiento el 15 y 16 de febrero pasado en la ciudad de Rosario. La cara visible del espacio es el pastor y diputado provincial de Santa Fe, Walter Ghione, uno de los seis nombres desconocidos que ingresaron a la Legislatura local de la mano de la periodista y modelo Amalia Granata, cuando consiguió en 2019 más de 280 mil votos y la posicionó como la tercera lista más votada.
“Nos tenemos que parar fuertemente desde un frente opositor. Queremos tratar de hacer más política a nuestra base social. Todavía no sabemos bien quiénes son nuestros aliados, pero sí tenemos claro cuál es nuestro adversario”, confió Ghione a Infobae.
Los miembros de UNO tienen presencia en unas catorce provincias. La mayoría pertenece a congregaciones que integran la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), la entidad más grande y representativa del país que agrupa a este tipo de instituciones religiosas. Y si bien la entidad se abstiene de apoyar públicamente un partido y candidaturas específicas, los miembros que deciden dar el salto electoral suelen mantenerse orgánicos a los lineamientos de la institución. “Los documentos que emite la Aciera nosotros los tenemos muy en cuenta, nos alineamos”, consideró Ghione.
El culto evangélico tuvo un importante crecimiento en las últimas décadas. Según la Encuesta Nacional sobre Creencias y Actitudes Religiosas en Argentina -realizada en 2019 por el grupo del Conicet encabezado por los investigadores Fortunato Mallimaci, Verónica Giménez Béliveau y Juan Cruz Esquivel-, los adherentes a este credo crecieron de un 9 % al 15,3% de la población desde el año 2008. El número arroja un peso electoral relevante que podría definir elecciones ajustadas. Si son efectivos, calculan, podría aportar un piso de entre 3 y 5 por ciento de votos en algunos distritos, ayudados por las redes sociales como Facebook, el “boca en boca” y el nutrido padrón de la red evangelista pentecostal. El modelo ya funcionó en Santa Fe.
En la asamblea de origen en Rosario, la cúpula partidaria de UNO resolvió abrir el juego de alianzas y la libertad de acción para evaluar cuál es la mejor opción a seguir. La expectativa es sumar músculo para los escaños locales, lograr la personería nacional en cada jurisdicción y apuntalar a las bases evangélicas en la maquinaria electoral. El objetivo es tener “vuelo propio”, aprovechando la capilaridad que tienen el movimiento. “Tenemos una fuerza que es muy territorial, muy militante y 100% evangélica”, señala el presidente de UNO.
En la organización cristiana impone el pragmatismo. Dicen que no quieren “ser funcionales al kirchnerismo”. Por lo tanto, en las provincias donde no tengan una capacidad de disputa con una fuerza propia, resolverán confluir en frentes más amplios.
En estos meses hubo contactos políticos con Patricia Bullrich y Rogelio Frigerio; las dos de las alas internas que pulsean en el PRO, el titular de la Fundación Pensar, Francisco Quintana; y el diputado nacional Federico Angelini. También dialogan con el radical Alfredo Cornejo y dirigentes de Despertar, el armado del economista José Luis Espert. Con Juan José Gómez Centurión, en cambio, están lejos.
“Estamos viendo una apertura de la oposición para integrarnos. Nosotros tenemos un voto más independiente, con valores cristianos. Charlamos con todos”, confía Ghione.
Valores tradicionales y conservadores
Según la encuesta del Conicet, los creyentes del culto evangélico son quienes más se oponen al aborto. Son, también, los más duros: el 43% de la muestra está de acuerdo que se prohíba el aborto en toda situación, aún en casos de violación o riesgo de vida de la madre. También son los que más apoyan el “modelo patriarcal” de familia en comparación al resto de la población: el 67,% de los seguidores considera que el matrimonio entre el varón y la mujer es el único modelo posible, y el 37,6% cree que la mujer debe permanecer en su hogar para el cuidado de los hijos.
“Nosotros tenemos una base política que tiene a la vida, la niñez y la familia como ejes principales”, señala Ghione. Las banderas del partido político apuntan contra la legalización del aborto, la diversidad de género y el empoderamiento de las mujeres.
Aunque se asocia a una visión conservadora dominante, en el movimiento evangélico es heterogéneo a su interior. Existe un ala “progresista” nucleada en la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), que tiene veinte congregaciones afiliadas. De hecho, algunos fueron impulsores Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos (MEDH) contra la dictadura militar de 1976. Un caso curioso ocurrió en 2017 con Eduardo Trasante en el primer pastor evangélico elegido concejal de Rosario por una fuerza de izquierda por la agrupación Ciudad Futura. Cinco años antes, su hijo había sido asesinado por un grupo narco y se convirtió en un activista social. Algún medio lo bautizó “el pastor piquetero”. Después le tocó el turno al propio Trasante: el año pasado lo mataron de un disparo en su casa. Hace poco Ghione visitó a sus hijos.
Sin embargo, en los últimos años, gran parte del movimiento evangelista se radicalizó y asumió cada vez posturas de mayor oposición a los gobiernos progresistas o “nacional populares” de la región. Le pasó a los dirigentes del Partido dos Trabalhadores (PT), Lula da Silva y Dilma Rousseff, quienes perdieron su base evangelista en manos del ahora presidente Jair Bolsonaro. Proscrito el histórico dirigente fabril de la arena electoral, aquel viraje fue una de las causas del éxito político y electoral del mandatario de extrema derecha.
El fenómeno es un llamado de atención para las coaliciones políticas que tienen su base de sustentación en un electorado de corte popular. Los evangélicos cuentan con más de 500 colegios evangélicos, 200 centros de rehabilitación para adictos y labor social en prisiones. En pandemia, desplegaron un trabajo intenso de asistencia en comedores y merenderos.
Esa estructura organizativa coincide con la muestra del Conicet, ya que el culto evangélico es predominante en los niveles educativos más bajos y más pobres, en contraste a otras creencias y religiosidades. Representan el 26,5 % entre los que no tienen estudios y 21,5 % en el grupo de los que cursaron el primario. El dato es más ilustrativo si se contrasta con las personas que se perciben a sí mismas como “sin religión”: el 27,2 % tienen un título universitario y el 23,4% de los que cursaron un terciario.
En el caso argentino, el debate por la legalización del aborto, primero en 2018 y luego con la sanción de fines de 2020, implicó la activación política de los creyentes del culto evangelista. Las iglesias pentecostales fueron las más activas a la hora de salir a las calles en rechazo al proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. Según Ghione, a raíz de la polarización política y los debates en relación a la perspectiva de género, “muchos hermanos nuestros han sido separados o dejados de lado” en sectores del peronismo que hoy están en el Frente de Todos. “Nuestra propuesta en estas elecciones es una alerta a toda la comunidad evangélica y a la sociedad en general de que ‘vienen por nosotros’. Estas políticas que lleva adelante el Gobierno nos llevan a Venezuela con escala en Formosa, es el mismo modus operandi”, apunta.
¿Habrá una bancada evangélica? Hasta el momento, el partido UNO siente como dirigentes propios entre los legisladores nacionales al bautista David Schlereth (Neuquén), el adventista Gustavo Hein (Entre Ríos) y la pentescostal Dina Rezinovsky (Ciudad de Buenos Aires). “Este año va a ser muy difícil, pero estamos siempre a la espera. Nuestra construcción política no es para la próxima elección, sino para la próxima generación. Los tres evangélicos que tenemos en el Congreso no representan el 15% de la población nacional”, concluyó Ghione. Por lo pronto, personalidades de la farándula o con conocimiento público potencian la influencia de los evangélicos, como ocurrió con Amalia Granata. En Córdoba, están entusiasmados en que se sume a la campaña una figura de “la bailanta cuartetera”.
SEGUIR LEYENDO: