Al margen del escándalo de las vacunas VIP, la crísis económica y el enfrentamiento del gobierno nacional con la Justicia, la maquinaria electoral del Frente de Todos porteño entró lentamente en movimiento.
A diferencia de lo que ocurre en territorio bonaerense, donde el desembarco de Máximo Kirchner encontró resistencia por parte de algunos intendentes, el Partido Justicialista porteño logró hace tres semanas conformar sin ningún conflicto una lista única para renovar autoridades y puso en marcha el “operativo clamor” para convencer a Matías Lammens de encabezar la lista de candidatos a diputados nacionales.
El senador Mariano Recalde, de La Cámpora, sucederá al gremialista Víctor Santa María -que venía con el mandato prorrogado- como presidente del partido y alternará su lugar después de un año con la legisladora María Rosa Muiños, del Nuevo Espacio de Participación, liderado por el asesor presidencial Juan Manuel Olmos. El acuerdo entre Recalde, Santa María y Olmos fue la columna vertebral del armado del Frente de Todos, que con la candidatura de Lammens obtuvo en 2019 un 35% en el bastión del PRO.
Durante el último año y medio, el camporismo, el albertismo y el peronismo tradicional se movieron en sintonía en la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, algunos integrantes del Frente de Todos -que también incluye a sectores independientes, de centroizquierda y movimientos sociales- comenzaron a mostrar preocupación por el resurgimiento de “la épica de la polarización” y el “repliegue sobre los sectores más duros”. “Es saludable que se haya resuelto lo del PJ, pero con el PJ sólo no alcanza”, sintentizaron ante la consulta de Infobae.
Si bien faltan varios meses para las elecciones, todavía resta definir una de las piezas clave: la cabeza de la lista a diputados nacionales. Hasta el momento Lammens evitó las definiciones públicas sobre su futuro político, incluso después de que el titular del Ministerio de Trabajo, Claudio Moroni, el secretario cegetista Héctor Daer, y el líder de la UOM, Antonio Caló, lo invitaran a una comida para adelantarle su respaldo. Si bien aceptó el agasajo, desde el entorno de Lammens dejaron trascender que “no está desesperado” por competir en las legislativas porque, según su visión, la mejor estrategia para disputar la jefatura de Gobierno en 2023 es poder mostrar una buena gestión en el Ministerio de Turismo y Deporte.
“Lammens está cómodo en el Gobierno y entusiasmado con el trabajo que hace en el Ministerio. Si el Frente de Todos, y Alberto Fernández, necesitan que sea candidato, irá en la lista. Pero lo que tenemos que discutir primero es si vamos a volver a la lógica de la grieta. Para nosotros ese no es el camino”, detalló un miembro de su mesa chica.
Para otros sectores del Frente no hay dudas de que el ex presidente de San Lorenzo debe competir para “revalidar sus pergaminos”, “hacer política” y mostrarse muy activo en el distrito si quiere ser competitivo en el futuro. No obstante, reconocen que por el momento no hay ninguna otra “alternativa viable” y, por lo tanto, no tienen más remedio que esperar. Por otro lado, dentro de la coalición también hay referentes -más vinculados con el kirchnerismo- que verían con mejores ojos una candidatura del legislador Leandro Santoro.
Como en cualquier alianza política, en el Frente de Todos conviven diferentes visiones estratégicas. Para algunos el perfil moderado y centrista de Lammens es el más adecuado para captar votos de indecisos y sectores “no peronistas”. Incluso creen que su candidatura tendría más juego si la lista de Juntos por el Cambio está encabezada por Patricia Bullrich, referente del “ala dura” de la oposición nacional. “Nos conviene que el sector más radicalizado de Juntos por el Cambio tenga más protagonismo”, asegura un legislador.
Y agrega: “Un espacio como el Frente de Todos tal como fue concebido es el mejor aparato para confrontar con Bullrich porque nos permite disputar el centro. No podemos poner a un duro que deje libre el centro, sería ridículo. En Argentina lo que está en disputa es el centro”.
En cambio, otros entienden que para encarnar mejor un proyecto político “federal” es preferible adoptar una línea más confrontativa que “no tenga miedo” de crispar al electorado porteño. Santoro encuadraría mejor con esta estrategia.
De cara a las elecciones legislativas, en el Frente de Todos apostaban todas las fichas a dos variables: el plan de vacunación y la reactivación económica. Pero, repentinamente, lo que parecía un panorama alentador se convirtió en una pesadilla tras el estallido del escándalo de las vacunas VIP. Con cierta resignación ahora esperan que durante los próximos meses el plan de inmunización avance sin sobresaltos y cruzan los dedos para que el electorado se olvide de las irregularidades que hubo. Incluso sintieron alivio al ver que la concurrencia a la movilización del sábado 27 de febrero no fue tan grande como algunos anticiparon.
“Fue un golpe, por supuesto. Pero desde el Ministerio de Salud nos aseguran que para mitad de año va a estar muy avanzada la campaña de vacunación, por eso creemos que va a estar un poco más disipado el tema. Hay que compensar lo que pasó con una vacunación muy eficiente”, argumentó un referente del albertismo.
En cuanto a la Legislatura porteña, calculan que con repetir los números de 2019 alcanzaría para ganar tres o cuatro escaños y así equilibrar un poco la relación de fuerzas con el oficialismo. “Ellos ponen muchas bancas en juego y nosotros muy pocas (porque defienden una elección de 21 puntos). No vamos a llegar a 30 legisladores y tener mayoría, pero vamos a ser una bancada más grande. Paradójicamente, aunque ganen ellos, pueden perder”, explican desde el bloque. También destacan que la alianza estratégica de Rodríguez Larreta y los radicales de Martín Lousteau podría atravesar turbulencias ante una eventual candidatura de María Eugenia Vidal. Sin el apoyo del bloque radical, el oficialismo porteño ya no podría avanzar con sus proyectos sin negociar con la oposición.
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