El fiscal Jorge Di Lello falleció este sábado, luego de estar internado durante varios días en el instituto Fleni por haber sufrido un accidente isquémico transitorio. Las complicaciones de ese accidente parecían no haber dejado secuelas y se habían controlado sin dejar daños neurológicas ni motrices. Pero el descubrimiento de una obstrucción de carótida más su cuadro de diabetes e hipertensión complicaban medicarlo y estabilizarlo. Estaba siendo sometido a distintos estudios pero en la noche del sábado falleció.
Di Lello, un histórico habitante de Comodoro Py, era el fiscal federal con competencia electoral en la Capital Federal. No solo actuaba en primera instancia sino también ante la Cámara Electoral.
Las versiones sobre su salud venían preocupando a los habitantes de los integrantes del edificio de Retiro. La Procuración había decidido que lo reemplazara Ramiro González durante su licencia médica. El aviso de su muerte corrió rápido vía Whatsapp.
Sus allegados lo confirmaron a Infobae. Su hijo Matías, fiscal federal de San Nicolás, venía preocupado hace varias semanas. Sobre la medianoche del sábado un comunicado oficializó la información. “La Asociación de Fiscales y Funcionarios del Ministerio Público Fiscal de la Nación lamenta comunicar el fallecimiento del Fiscal Nacional en lo Criminal y Correccional Federal y con competencia Electoral Dr Jorge Felipe Di Lello, de una extensa trayectoria dentro del Ministerio Público Fiscal. Sus restos serán inhumados en el Cementerio Memorial de Pilar el día de mañana (domingo) a las 11 horas”.
Di Lello nació en 1949 e ingresó a la Procuración General de la Nación en septiembre de 1992, cuando fue designado adjunto en la Fiscalía Federal N° 5. Casi dos años más tarde, Norberto Oyarbide, que ocupaba la Fiscalía Federal N° 1, fue nombrado juez. Esa vacante le permitió a Di Lello ser nombrado titular de esta fiscalía clave porque es la que tiene competencia electoral.
Entre 2006 y 2012 fue vicepresidente de la Asociación de Magistrados en representación del Ministerio Público Fiscal por la lista Bordó. Pero para las elecciones de 2014 se candidateó por la Lista Transparente, conducida por Gregorio Corach, juez de la Cámara del Trabajo y hermano de Carlos Corach, ex secretario de Legal y Técnica durante el gobierno de Carlos Menem.
Además, estaba a cargo de la Unidad Fiscal para la Investigación de delitos cometidos en el ámbito de actuación del Registro Nacional de Armas, creada por el procurador Esteban Righi en 2005. Y había quedado a cargo de una área multidisciplinaria del Ministerio Publico en la Villa 31 y 31 bis para manejar con un abordaje integral la problemática del narcotráfico.
Hincha de Huracán y orgulloso egresado del Colegio Nacional Buenos Aires, Di Lello no ocultaba su amor por el peronismo. En los 70 perteneció a Montoneros y estuvo preso por su participación en un golpe de la organización. “Peronista sin beneficio de inventario”, aclaraba. Era el más político de los fiscales.
Hablar de política le encantaba. Por eso, quizás, llegó a tener su propio programa de radio. Su despacho estaba rodeado de frases y fotos. Sobre la pared naranja que veía desde su escritorio, aparecían las imágenes de Alicia Moreau de Justo, Raúl Alfonsín, y de Eva y Juan Domingo Perón. También el histórico saludo del líder del Justicialismo con Ricardo Balbín. “Esto lo arreglamos entre todos los argentinos o no lo arregla nadie”, decía una placa que se mandó a hacer, firmada por “Fiscalía Nacional Electoral”.
De puertas abiertas, exhibía sus recuerdos y siempre hablaba de los años que llevaba casado con su esposa. Ramona, una de las empleadas de maestranzas del quinto piso de los tribunales de Retiro, era la encargada de acercarle el café o una fruta para controlar que cumpliera con la dieta.
Desde allí le tocó intervenir en distintas causas de alta repercusión. Desde la causa por escuchas contra el entonces ex jefe de Gobierno Mauricio Macri -a quien le pidió el sobreseimiento antes de que asumiera en la Casa Rosada- hasta el capítulo electoral por la causa de los cuadernos, en donde firmó un dictamen que revolucionó a parte de Comodoro Py cuando cuestionó cómo se habían tomado las declaraciones de los arrepentidos -sin dejarlas filmadas- y pidió el sobreseimiento de Máximo Kirchner, Eduardo “Wado” de Pedro y otros integrantes de La Cámpora.
Motorizó la indagatoria de Amado Boudou cuando aún era vicepresidente. Y fue en su despacho cuando, años después, se apareció Alejandro Vandenbroele, el monotributista acusado en la causa Ciccone, para pedir convertirse en arrepentido. “Roma no paga traidores”, le avisó. Ahí quedó oficializada su declaración que lo convirtió en imputado-colaborador.
A él también le cayó la presentación que impulsó Cristina Kirchner en lo que se llamó la contradenuncia por la operación dólar futuro. Llamó a CFK como testigo cuando todos la escuchaban como imputada. En 2017, Di Lello dio impulso a una investigación contra el entonces presidente Mauricio Macri, el titular del grupo SIDECO Franco Macri y el secretario General de la Presidencia Fernando De Andreis, junto a los responsables de la línea aérea AVIANCA. Se analizaban los delitos de asociación ilícita, negociaciones incompatibles, defraudación contra la administración pública y tráfico de influencias. El planteo, hecho un 1 de marzo cuando Macri inauguraba las sesiones ordinarias, indignó al entonces jefe de Estado.
A el también le habían delegado la investigación por enriquecimiento ilícito para el ex juez Norberto Oyarbide, cuyo patrimonio aún no se pudo esclarecer. Por estos días, por sorteo, le habían tocado en su fiscalía dos denuncias contra Fernando Iglesias y De Andreis, las dos por enriquecimiento ilícito.
Aunque conocía como pocos la lógica de Comodoro Py, repetía que la política tenía que dejar de buscar la solución a todos los problemas en los tribunales de Retiro.
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