El 26 de marzo, en un acontecimiento diplomático inesperado, Alberto Fernández y Jair Bolsonaro se encontrarán en Buenos Aires para protagonizar la cumbre del Mercosur. El presidente de Argentina y su par de Brasil tienen diferencias ideológicas y personales que se agravaron en los últimos días por un tuit que respaldó Bolsonaro en contra de la gestión del gobierno y un acto a favor de los derechos políticos de Lula que protagonizó Alberto Fernández desde México.
Sin embargo, Alberto Fernández y Bolsonaro apuestan a la relación bilateral y al papel del Mercosur como bloque geopolítico, y de esta manera se logró que el presidente del Brasil acepte llegar hasta Buenos Aires. Fue una intensa gestión diplomática que ejecutó en silencio Daniel Scioli, embajador argentino en Brasilia.
El 26 de marzo se cumplen 30 años de la creación del Mercosur a través del Tratado de Asunción. Bolsonaro pretendía que el homenaje y la posterior cumbre de Presidentes se hiciera en Foz de Iguazú. Scioli contraofertó Puerto Iguazú, argumentando que Argentina tenía la titularidad del foro regional. Y todo parecía encaminarse hacia este lado de las Cataratas del Iguazú.
“Es mejor Buenos Aires, que Bolsonaro venga a Buenos Aires”, instruyó Felipe Solá a Scioli. El canciller transmitió una orden directa de Alberto Fernández. El Presidente quería darle un marco más institucional, y si finalmente se concreta la reunión a solas con su par brasileño, recibirlo en la Casa Rosada.
Scioli tomó la instrucción de Solá y se puso a trabajar en silencio. Era un campo minado: Alberto Fernández y Bolsonaro tienen distancias ideológicas y personales infinitas, y lograr que el presidente brasileño llegara a Buenos Aires era un esfuerzo diplomático que no estaba en los cálculos de la cancillería argentina y el Palacio de Itamaraty.
A los presidentes de Uruguay, Luis Lacalle Pou, y de Paraguay, Mario Abdo Benítez, les daba lo mismo. Para ellos era también importante una reunión presencial de los cuatro socios fundadores del Mercosur, y si la cumbre era en Buenos Aires, viajarían hasta allí.
Al principio, la diplomacia de Brasil se mostró remisa a mover a Bolsonaro hasta Buenos Aires. Scioli avanzó en toda la línea de poder brasileño -desde Itamaraty hasta el Planalto- y finalmente concretó la visita. Hoy temprano, recibió una llamada desde la Cancillería brasileña, confirmando que Bolsonaro aterrizará en Aeroparque el próximo 26 de marzo. Y a continuación llamó a Olivos: eran las 7.30 de la mañana.
Alberto Fernández agradeció la gestión diplomática de Scioli. El jefe de Estado privilegia la relación bilateral con Brasil y la fortaleza del Mercosur por encima de sus diferencias con Bolsonaro, que fue aliado directo de Donald Trump, descree del Tratado de Cambio Climático de París y afirma que Lula cometió actos de corrupción durante su mandato.
El presidente, en cambio, sostiene que Trump fue un fallido en el sistema político de Estados Unidos, considera que el Tratado de París ayudará a la sostenibilidad del planeta, y opina que la sentencia contra Lula fue un ejemplo práctico de la aplicación del Lawfare contra los líderes populares que se atreven a enfrentar al establishment.
Con la confirmación de la presencia de Bolsonaro en Buenos Aires, la cumbre del Mercosur tendrá a sus cuatro protagonistas principales: Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay. Se sumarán Sebastián Piñera (Chile) y Luis Arce (Bolivia), como estados asociados. Por impacto del COVID-19, es la primera reunión presencial que organiza el Mercosur.
Bajo la presidencia Pro Tempore de la Argentina, los seis países analizarán la situación económica y política de América Latina, propondrán un método común a nivel global para evitar el desabastecimiento de la vacuna, y definirán una agenda futura del Mercosur para favorecer su fortalecimiento institucional.
Aún no está definido si Alberto Fernández se reúne a solas con Bolsonaro. Otra misión imposible para Scioli.