Un grupo de legisladoras de la Cámara de Diputados pidió la expulsión del diputado del PRO Eduardo Cáceres, que forma parte del interbloque de Juntos por el Cambio. El legislador está procesado en una causa por violencia que inició quien fuera su pareja, Gimena Martinazzo, también dirigente del partido que fundó Mauricio Macri.
Desde la cúpula del PRO adelantaron a Infobae que si bien la denuncia y la posterior imputación de Cáceres datan de diciembre, la diputada resolvió pedir la suspensión del diputado luego de que fuera procesado sin prisión preventiva. El legislador sanjuanino está acusado por lesiones agravadas por el vínculo y fue embargado por $250.000.
La presentación ante las autoridades de la Cámara de Diputados la hizo Graciela Caselles y adhirieron las legisladoras Jimena López, Mónica Macha, Mara Brawer, Carolina Moises, Liliana Schwindt, Verónica Cáliva, Liliana Yambrun, Patricia Mounier, Estela Beatriz Hernández, Melina Delú, María Graciela Parola, Alcira Figuero y Victoria Rosso.
“La violencia de género en el hogar constituye una flagrante transgresión de los principios consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Entre otras cosas, la violencia contra las mujeres es una violación del derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona (art. 3); del derecho a no ser sometida a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes (art. 5); de la igualdad ante la ley y el derecho a igual protección de la ley (art. 7); del derecho a recurrir a un tribunal imparcial (arts. 8 y 10); del derecho a circular libremente (art. 13), y de la libertad de reunión y asociación”, sostuvo Caselles en su presentación, que envió a Sergio Massa, presidente del cuerpo.
Cáceres y Martinazzo habían iniciado una relación a comienzos de 2013 que llegó a su fin en febrero del año pasado. Sin embargo, terminaron en buenos términos y se frecuentaron en más de una oportunidad, ya que los dos hijos de él y el hijo de ella tenían buena relación.
Algunos meses después de finalizada la relación, el 23 de noviembre de 2020, ambos se encontraban en el departamento de Cáceres, en Libertador y San Juan de Ameghino, en la ciudad de San Juan, cuando él empezó a preguntarle por un supuesto romance que tenía con un amigo en común. En un momento, Cáceres le arrebató el celular a Martinazzo y le mandó un mensaje al supuesto tercero en discordia, un hombre llamado Víctor Castro Ciotti, amigo en común de ambos, y que ya había sido confrontado por Cáceres por este tema.
A pesar de que Martinazzo le decía que no había tenido ningún tipo de relación con Castro Ciotti, Cáceres decidió enviarle un mensaje desde el teléfono de ella: “¿Estás”, le preguntó, y a continuación le envió un emoji de un beso.
Mientras Cáceres esperaba la respuesta de Castro Ciotti, Martinazzo vio cómo su ex pareja descargaba en su celular la aplicación Warm con el objetivo de recuperar mensajes robados de una supuesta conversación entre ella y Castro Ciotti.
“Mientras esperaba la respuesta del mensaje que había enviado Cáceres a Castro Ciotti desde el teléfono de la deponente, el denunciado se empezó a ofuscar y comenzó a sacar él mismo conclusiones. Así transcurrieron varias horas en las cuales la damnificada tomaba mates esperando que el denunciado le restituyera el teléfono, sin dormir ambos en toda la noche”, sostuvo Martinazzo en su declaración cuando realizó la denuncia.
Se hizo el 24 de noviembre, y no hubo novedades. Ninguno de los dos durmió esa noche, y por la mañana Martinazzo le pidió a Cáceres que le volviera a escribir a Castro Ciotti para aclararle que había sido él quien le había escrito el mensaje la noche anterior. En vez de hacer eso, Cáceres volvió a escribirle a Castro Ciotti, esta vez a través de Telegram.
“A las 9:00 horas aproximadamente, el Sr. Castro Ciotti, se comunicó al teléfono particular de Eduardo Cáceres, le manifestó que había recibido una llamada y un mensaje de la suscripta y le preguntó qué pasaba al acusado. Cáceres y Castro Ciotti entablaron una conversación telefónica, tras lo cual este último le dijo que no sucedía nada entre él y la deponente”, declaró Martinazzo.
Cerca del mediodía, cuando la mujer ya había recuperado su celular, Cáceres volvió a arrebatarle el teléfono móvil. Esta vez Martinazzo reaccionó con vehemencia: “El acusado le arrebató el teléfono y dio media vuelta, tras lo cual la deponente (Martinazzo) se colgó del cuello del acusado en un intento de sacarle el celular. El imputado comenzó un forcejeo. Inmediatamente la tiró al piso, quedando la suscripta boca arriba y luego Cáceres se le subió encima y se sentó arriba de ella, dándole la espalda y con las manos intentaba taparle la boca, ya que la deponente pedía a gritos auxilio. En un momento dado, el acusado giró y la agarró de los pelos y la tiró al sillón. Una vez en el mismo, la dicente comenzó a defenderse golpeándolo con el taco de su bota que tenía puesta en el hombro del acusado”.
“En ese momento (Martinazzo) se defendió con las manos, lo que provocó rasguños en el rostro, en la mano, en el pecho y en la espalda del encartado (Cáceres). Ella le suplicaba a Cáceres que la dejara respirar y que le diera el teléfono, mientras estaba aprisionada con el cuerpo de él y con el sillón no logrando respirar, estando casi sin fuerzas, temiendo en ese momento por su vida”, amplió la mujer en la denuncia.
A continuación, la mujer denunció que mientras la golpeaba, Cáceres nunca soltó el teléfono celular de la víctima y seguía buscando información de otras supuestas relaciones sentimentales de ella.
Como si haberla agredido no fuera poco, Martinazzo declaró que luego del hecho, “el imputado le sugirió que se pusiera una remera o una camisa manga larga a los fines de ocultar las lesiones que le habían quedado en los brazos, ya que no podía llegar marcada por los golpes a su domicilio y que la vieran así sus hijos”. “En un momento dado, el acusado se acercó, la abrazó, le dijo que la amaba y le pidió disculpas sobre cómo se había portado con ella, ofreciéndole llevarla a su casa en su camioneta”, concluyó Martinazzo. Después de un rato, él la llevó a su casa.
Finalmente, al otro día Cáceres se hizo el desentendido y le escribió como si nada hubiera pasado: “Gordita, te amo. Estaba por decirte que vinieras a almorzar”.
Para Martinazzo, las consecuencias de esa noche de violencia fueron un rasguño a la altura de la ceja izquierda, un rasguño en el mentón, un rasguño en la parte derecha de cuello, hematomas en ambos antebrazos producto del forcejeo, en ambos codos, rasguños en la mano izquierda, hematomas en la muñeca y mano izquierda, un rasguño en la espalda en la región derecha y hematomas en la pierna derecha y rodilla izquierda.
Ahora la causa seguirá su camino judicial. Por la acusación, lesiones agravadas por el vínculo, Cáceres se enfrenta a una posible condena con prisión efectiva.
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