(Enviado especial a México). Alberto Fernández mantuvo ayer contacto con Cristina Fernández de Kirchner, Santiago Cafiero y Carla Vizzotti para conocer las repercusiones políticas de un escándalo público que ya afectó al gobierno peronista. El jefe de Estado creyó que la renuncia de Ginés González García implicaba la muerte súbita del affair del “vacunatorio VIP”, pero la aparición de Carlos Zannini como beneficiario extraordinario fue un estiletazo a traición que provocó un cambió abrupto en la estrategia presidencial.
Alberto Fernández desayunaba en el hotel Presidente de México (barrio Polanco) cuando observó en su celular una noticia de último momento (breaking news) que informaba sobre la aplicación vip de la vacuna Sputnik al procurador Zannini, el cerebro jurídico de la vicepresidente Fernández de Kirchner.
“Yo no sabía lo de Zannini. Me sorprendió”, dijo el Presidente antes de encontrarse con poderosos empresarios mexicanos convocados para analizar la situación económica en la Argentina y el mundo.
Cecilia Todesca -vicejefa de Gabinete- y Martín Guzmán -ministro de Economía- explicaron a los empresarios locales su mirada sobre el actual plan económico y proyectaron el futuro crecimiento de la Argentina. “Quiero que inviertan, que produzcan, que den trabajo y que paguen los impuestos”, sostuvo Alberto Fernández cuando concluyó la reunión.
El Presidente terminó feliz su encuentro con las empresas mexicanas, pero la sonrisa le duró un chasquido de dedos. Ya no solo era Zannini el vacunado vip, ahora era el turno de Lisandro Bonelli -sobrino y jefe de Gabinete de Ginés González-, que aparecía en los registros oficiales repartiendo vacunas entre amigos y entenados.
Bonelli siempre fue resistido por el círculo más cerrado del Presidente. Lo acusan de financiar operaciones mediáticas contra Vizzotti, revelar documentos secretos para perjudicar a la empresa Pfizer y ordenar la instalación del vacunatorio vip en la cartera de Salud.
El sobrino poderoso de Ginés ya renunció al ministerio que ahora administra Vizzotti. Pero su rol en el escándalo de los vacunados vip puede traer más dolor de cabeza a la Casa Rosada.
Bonelli es diputado provincial -electo en 2017 en la lista del Frente Renovador de Sergio Massa-, y tiene una licencia como legislador hasta abril de este año. Desea volver a la legislatura bonaerense, a pesar de su relación con los vacunados vip y el vacunatorio vip.
“No. No va a volver como diputado provincial. Es una decisión política tomada. Bonelli está buscando trabajo, y no creo que consiga rápido”, alardeó un miembro de la delegación que tiene la estricta confianza del Presidente.
Cuando Alberto Fernández y la comitiva oficial se preparaban para visitar los laboratorios Liomont, adonde se cierra el proceso de fabricación de la vacuna Oxford-AstraZeneca, un nuevo hecho político multiplicó la repercusión pública del vacunatorio vip y sus beneficiarios con relaciones de poder.
Cansado del goteo informativo con los nombres de los vacunados por gestión de Ginés González García y Bonelli, el jefe de Estado ordenó a Vizzotti que preparara una lista final con todos los funcionarios, amigos y familiares que habían llegado hasta el Hospital Posadas para aplicarse la Sputnik V.
“Hagamos lo que tenemos que hacer. Publiquemos toda la información que tengamos y cerremos este capítulo”, opinó Alberto Fernández en el hotel Intercontinental.
La ministra de Salud se apuró en realizar la lista -no había un archivo oficial cargado con todos los nombres-, y la envió sin escalas a la Ciudad de México. A las 15.30 PM (hora local) se autorizó a publicar la nómina en la agencia oficial Télam, y a continuación esa lista de la cartera de Salud se distribuyó con máxima rapidez a decenas de periodistas que ya habían sido alertados.
Fue una bomba mediática que conmocionó a la delegación oficial y transformó al primer día de la gira en casi una simple anécdota diplomática. La nómina mencionaba -por ejemplo- al ministro Guzmán, al fotógrafo del Presidente, a Eduardo Duhalde y familia, a Daniel Scioli, y al sobrino Bonelli. Se trataba de una lista que no distinguía las razones de la vacunación en el Posadas y que sirvió de poco para encapsular el escándalo político y bloquear el goteo informativo.
Guzmán tiene buen humor y maneras tranquilas. Pero ayer estaba enardecido por la inclusión de su nombre y de sus asesores de confianza en una lista que mencionaba a Duhalde y al Topo Devoto, un operador político kirchnerista con pluriempleo. El ministro exigió una aclaración oficial, y la respuesta destemplada fue simple: “Bancá. Así funciona este trabajo”.
Con todo, y si no hay cambios de último momento, el Gobierno aclararía la situación institucional de Guzmán y su staff de confianza del Palacio de Hacienda.
Guzmán no es el único integrante de la delegación oficial que sintió el impacto de la lista de los 70 que se vacunaron en el Posadas. Esteban Collazo es el fotógrafo presidencial y se aplicó la vacuna por orden del médico personal de Alberto Fernández.
Anoche, en el lobby del hotel Intercontinental, Collazo repetía como una vieja letanía: “Yo no hice nada, a mí me ordenaron que me aplicara la vacuna. Vivo al lado de Alberto (Fernández), y nos tenemos que cuidar”.
Después Collazo corrió entre agentes de seguridad para registrar el abrazo del Presidente con el Tata Martino, actual director técnico de la selección de México. Junto a Fabiola Yañez, los tres comieron en un restaurante del hotel.
Alberto Fernández asume el costo político del vacunatorio vip y de los vacunados vip en el hospital Posadas y en los domicilios particulares (como Duhalde y Chiche). El Presidente también considera que ese costo político menguará con la vacunación masiva y la mejoría en la economía del país. Un cálculo que solo el futuro podrá probar.
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