“No son 3000 vacunados”, dice una voz importante en la Casa Rosada. “No hay una asociación ilícita montada”, detalla otra voz que camina los pasillos de Balcarce 50 todos los días. “Hay una decisión política de transparentar la vacunación. Es lo que estamos haciendo”, sostiene un funcionario con llegada directa al presidente Alberto Fernández.
En el Gobierno están convencidos que aún están arriba del ring. La piña inesperada los hizo caer al suelo, pero no hizo falta que tiren la toalla blanca para pedir piedad en el medio del escándalo más grande de la gestión del Frente de Todos, que dejó a la luz una lista de vacunados vip. Privilegiados en tiempos de pandemia.
El impacto que generó la revelación del último viernes, día en que se conoció que existía un grupo de personas, cercanas al poder político, que habían sido vacunadas a discreción y por fuera del sistema estatal de vacunación dispuesto por el propio Gobierno, aún sigue generando ondas expansivas.
El escándalo dañó la credibilidad del gobierno nacional. Lo saben todos en la Casa Rosada. Nadie puede negarlo con fundamentos. Asumirlo, entonces, es el primer paso para rearmar el discurso, acomodar la gestión y buscar en el subsuelo de la política los detalles del operativo de vacunación. La soga a la que quieren aferrarse con fuerza.
El plan de vacunación era, y sigue siendo, uno de los ejes del proyecto electoral. El Gobierno sabe que para poder ganar las elecciones de medio término necesita mostrar que puede vacunar a la mayoría de los argentinos en los próximos seis meses, además de dar indicios más claros de una recuperación económica.
Esta semana Argentina recibirá un millón de dosis de la vacuna desarrollada por el laboratorio chino Sinopham. Además, llegaría otro conteiner de dosis de la Sputnik V. Los próximos cuatro días serán los más importantes para el Gobierno en lo que respecta la provisión de vacunas.
Sin embargo, el escándalo de la vacunación VIP lo tapará todo. Es como una gran ola -inesperada- que terminará por cubrir los primeros metros de la playa. Tendrán que volver abrir la sombrilla y acomodar las reposeras.
La decisión de confeccionar la lista con los vacunados vip del Hospital Posadas, que estuvo a cargo de la nueva ministra de Salud, Carla Vizzotti, tuvo un objetivo concreto: mostrar transparencia en la gestión. Justamente, lo que no hubo en los últimos dos meses, en los que se vacunaron ministros, funcionarios, empresarios y periodistas bajo las sombras y mientras la sociedad miraba la vacunación a cuentagotas del personal de salud.
El Gobierno quiere que la publicación de esa lista con 70 nombres sea el principio del fin del escándalo. El punto de partida para comenzar a recuperar la credibilidad perdida en los últimos tres días. Todo esfuerzo es poco frente al daño causado por el ex ministro de Salud, Ginés González García, y su equipo de trabajo. La inmoralidad de sus actos golpearon de lleno en la capacidad de generar confianza.
En verdad, el puntapié inicial fue el mismo viernes, cuando Alberto Fernández, luego de deliberar con sus ministros y secretarios de mayor confianza, decidió echar a González García. No hubo margen de tolerancia. La rapidez disminuyó el enorme costo político que ahora debe pagar el Presidente y su Gobierno. La demora en esa decisión hubiese agravado las consecuencias.
En la Casa Rosada toman la decisión de Fernández como un hecho poco valorado en el submundo de la política. Resaltan que en pocas horas desplazó a uno de sus ministros más importantes, nombró a su sucesora y pidió avanzar en un plan para transparentar el proceso de vacunación.
“Nos hicimos cargo al 100%, pusimos las cartas sobre la mesa, tomamos decisiones y estamos dando explicaciones. Quizás no alcancen. ¿Qué más podemos hacer?”, explican cerca del jefe de Estado.
El movimiento presidencial también fue tapado por los destellos de una bomba con anticuerpos contra con el coronavirus. Vacunas para unos pocos. Privilegios a espaldas del Presidente. Los que tengan que pagar, pagarán. Afuera. Que siga la gestión y a trabajar para recuperar la credibilidad perdida. Así interpretan la actualidad en algunas oficinas del gobierno nacional.
Mientras Fernández está en México, en Buenos Aires la conducción de la gestión quedó en manos de Santiago Cafiero. La línea entre el jefe de Gabinete y la actual ministra de Salud está abierta a toda hora. Ambos trabajan en el proceso que el Gobierno afrontará para minimizar los daños y ganarle a la desconfianza con más vacunas en los brazos de los argentinos.
Entre los errores que aumentaron el impacto del escándalo está la falta de información sobre la vacunación a ministros y funcionarios que rodean al Presidente. En la Casa Rosada hicieron una autocrítica sobre la comunicación. Específicamente, la información sobre la vacunación al personal estratégico y los motivos por los que lo hicieron, más allá de no estar en los principales grupos de riesgo.
El ministro de Economía, Martín Guzmán, se vacunó hace cerca de 20 días junto a sus funcionarios más cercanos. Alberto Fernández lo sabía. Lo hizo en la antesala de una gira por tres continentes. No hubo explicaciones formales de la cartera que conduce. Tampoco del ministerio de Salud, donde también se vacunó un grupo de funcionarios sin explicar ante la sociedad los motivos.
El círculo más chico que rodea al Presidente también se vacunó. Es entendible. Conviven con el hombre que conduce los destinos del país. Pero la información sobre la vacunación de ese personal recién quedó a la luz este lunes.
La vacunación es el tema más sensible de la agenda política y social. En menos de un mes se cumplirá un año del inicio de la pandemia. Hace dos meses llegaron las primeras vacunas. El Gobierno vacunó a cerca 700 mil personas, con la primera dosis, de los 40 millones que viven en el país. La cuenta habla por si sola.
El Frente de Todos debe asumir - y en alguna medida lo hace - que las explicaciones sobre la vacunación, y todo lo que rodea ese proceso, deben ser extremadamente claras. Menos detalles, más suspicacias.
En el Gobierno reconocen que se deberían haber señalado los motivos concretos de porqué se vacunaba al personal que estaba en el entorno del Presidente o de algún ministro. La explicación no se dio en tiempo y forma. Ahora, con el escándalo de las vacunación vip generando nuevos capítulos cada día, es tarde.
En los despachos del oficialismo no dejaron de lado el impacto que tendrá el tema en las próximas elecciones. Entienden que el volumen de la vacunación que esperan tener en los próximos meses dejará atrás la novela de los vacunados con privilegios.
Consideran que fue un hecho puntual y aislado. No es sistemático. Exponer los nombres de los vacunados y transparentar el proceso de aquí en adelante debería bastar para diluir el impacto que pueda causar en las urnas. Hay una crisis política a la que le reducen el nivel de importancia. No la niegan ni la sobredimensionan. ¿Cómo se soluciona? Reconociendo los errores y abrazándose a la gestión. Y eso es lo que están haciendo.
Este fin de semana se sumaron dos nuevos ejes al proyecto del oficialismo que desemboca en las elecciones legislativas: vacunación, recuperación económica, transparencia y orden administrativo. El fino equilibrio de las variantes depende de la gestión. Otra vez, al igual que en el inicio de la pandemia, el Gobierno tiene la gestión como un desafío. En esta oportunidad, también deberá demostrar que las vacunas son para todos. Y todas. No para unos pocos.
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