(Enviado especial a México). Alberto Fernández no estaba satisfecho con la defensa del oficialismo frente al caso de los vacunados VIP y diseñó una ofensiva política que ejecutaría durante la conferencia de prensa protagonizada por su anfitrión Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En un mismo movimiento mediático, el Presidente deseaba separar a los vacunados posibles de defender y con el silencio condenar a los amigos, familiares y conocidos que se aplicaron la Sputnik V por obra y gracia de Ginés González García.
En este contexto binario, donde en ningún momento reconoció el error de no informar qué funcionarios necesarios se habían vacunado legalmente, Alberto Fernández arremetió contra la oposición política y la Justicia federal que investiga este probable caso de corrupción pública.
“Cuando tomé nota de lo que había pasado, reaccioné y perdí a un ministro en cuyo ministerio pasaron estas cosas, bajo su dependencia. He leído que han hecho una denuncia. El hecho ya es lo suficientemente grave como para que un ministro de la talla de Ginés (González García) haya tenido que renunciar. Les pido a los fiscales y a los jueces que terminen con las payasadas”, dijo el Presidente en la conferencia de prensa.
Asimismo, Alberto Fernández apeló a su conocimiento del derecho positivo para afirmar que las denuncias no prosperarían porque no hay un tipo penal vigente que castigue la conducta de una persona que se “adelante en la fila” para obtener la Sputnik V.
Sin embargo, el Código Penal en su artículo 174 (inciso 5) hace referencia al “que cometiere fraude en perjuicio de alguna administración pública”, un norma jurídica que contradice el concepto político de “payasada” y que habilita la posibilidad de investigar la presunta existencia del vacunatorio VIP y el uso que hizo Horacio Verbitsky por recomendación de “su amigo Ginés”.
González García, cuando era ministro de Salud, decidió entregar vacunas a un empresario marplatense y su familia porque lo conoce desde hace décadas. Y para la misma época avaló que un equipo de su ministerio viajara hasta la casa de Eduardo Duhalde para que lo vacunara in situ.
A esta conducta reprochable, y sujeta a la investigación judicial, se debe agregar la actuación en las sombras de Lisandro Bonelli –sobrino de González García– que invitó a sus amigos de Buenos Aires a aplicarse la Sputnik, pese a que no corrían ningún riesgo de muerte ni pertenecían a la categoría de “trabajadores esenciales”.
Cuando terminó de cuestionar a la Justicia, el jefe de Estado avanzó contra Juntos por el Cambio. “Hubo una campaña despiadada de la oposición, desatada para hacerles sentir a los argentinos que la Sputnik V era veneno. Ahora los que me denunciaron me piden que les dé veneno a ellos y que consiga más veneno. Quisiera que la Argentina funcione de otro modo”, opinó Alberto Fernández.
Y remató: “Cuando el ARA San Juan se hundió, nadie le pidió la renuncia a nadie. Cuando ocurrió el desfalco de la deuda, nadie le pidió la renuncia a nadie. Una vez pido que tengamos honestidad intelectual. Con mi conducta di cuenta de lo que debíamos hacer”.
Alberto Fernández considera que puede ganar los comicios en 2021 –y soñar con su reelección en 2023–, si el plan de vacunación funciona y la crisis de los vacunados VIP queda encapsulada y con mínimo impacto en la campaña proselitista. Una estrategia electoral que depende de muchísimos factores vinculados a su imagen pública y a la actuación de la Justicia federal.
En este contexto, aplicando un juego de suma cero, el Presidente aprovechó la conferencia de prensa para defender su posición sobre el affaire de las vacunas y cuestionar a la administración de Mauricio Macri. Alberto Fernández puede probar que no sabía de los casos irregulares empujados por González y su sobrino Bonelli, pero el juicio definitivo ocurrirá cuando se sumen los votos en octubre.
Al margen de sus críticas a la Justicia federal, los medios de comunicación y la oposición, Alberto Fernández hizo un gesto político que fue elogiado en el Frente de Todos y adentro del propio gobierno nacional. El Presidente aseguró que Eduardo Valdes y Jorge Taiana, dos legisladores que se aplicaron la Sputnik V, no habían cometido ningún error público.
Esta opinión contradice su decisión de excluirlos de la gira por México. Si no hubo error público, entonces por qué Taiana y Valdes no viajaron en la delegación oficial que regresa mañana a Buenos Aires. Taiana y Valdes, dos expertos políticos que conocen todas las reglas del juego, agradecieron la mención positiva a Alberto Fernández, que ya los perdonó.
Junto a la reivindicación de Valdes y Taiana, el Presidente defendió sin dudar a Martín Guzmán, que se aplicó la vacuna –con su staff más cercano– para poder viajar alrededor del mundo y esquivar un eventual caso de COVID-19.
Guzmán y su equipo negocian con el Fondo Monetario Internacional (FMI), y la aplicación de la vacuna –ocurrida el 29 de enero– fue una decisión que tomó Carla Vizzotti con el respaldo de Alberto Fernández. Guzmán anoche estaba de pésimo humor y solicitó un respaldo público que hoy consiguió del mismísimo jefe de Estado.
El malhumor del ministro de Economía no sólo estaba vinculado a los cuestionamientos que recibía por aparecer en la lista de vacunados VIP del Hospital Posadas. Sucede que un familiar directo estaba viendo un programa de televisión abierta, y un periodista había desollado a Guzmán porque se había aplicado la Sputnik sin tener la edad o los antecedentes correspondientes.
Hace tres horas, Guzmán apareció en el lobby del hotel Intercontinental para recibir a Carlos Slim, un poderoso empresario mexicano con importantes inversiones en la Argentina. El ministro ya había recuperado la sonrisa, y su mamá también.