El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, decidió nombrar a Juan Maquieyra como jefe de asesores, un puesto que se encontraba vacante y cuyas funciones eran asumidas por otros secretarios en la habitualidad de Uspallata, la coqueta sede del gobierno porteño.
En términos políticos, la movida es una promoción. Maquieyra es un joven militante del PRO que integra La Fundación y que supo construir confianza con Rodríguez Larreta en los últimos años.
Su nombre llegó a los diarios antes que a la función pública. En 2012, mientras estudiaba en los Estados Unidos y ya militaba en el PRO, tuvo la posibilidad de hacerle una pregunta a Cristina Kirchner durante una presentación en la prestigiosa universidad de Harvard.
“¿Usted quiere reformar la Constitución para ser reelegida?”, indagó. Eran días durante los cuales varios dirigentes habían empezado a jugar públicamente con la idea de una “Cristina Eterna”.
La jefa de Estado dijo que no pretendía reformar la Constitución y aclaró que un cambio de ese tipo requería del consenso de las principales fuerzas políticas de la Argentina. Maquieyra, entonces con 25 años, sonrió. Antes había apelado a la ironía para agradecer la posibilidad “única” de poder entrevistar a Cristina Kirchner en momentos donde la Presidenta era cuestionada por no dar reportajes.
En esa misma ocasión, CFK se enojó con otro estudiante que le preguntó por la inflación y lanzó una frase de la que luego se arrepintió: “Chicos, estamos en Harvard... esas cosas son para La Matanza, no para Harvard”.
Maquieyra dejará la conducción del Instituto de Vivienda, un lugar muy apetecible por los recursos millonarios que administra y por los puentes que permite establecer con líderes de movimientos sociales. No obstante, su designación como jefe de asesores es interpretada en clave electoral. Su jefe, Rodríguez Larreta, tendrá este año un test clave rumbo a su máximo objetivo: las presidenciales de 2023. De hecho, en el gobierno porteño ya empezaron a discutir qué sucederá con los funcionarios que tienen buena imagen y podrían convertirse en candidatos.
Uno de los mejores posicionados en todas las encuestas es el ministro de Salud, Fernán Quirós. La ciudadanía valora no sólo su gestión de la pandemia, sino la rigurosidad y seriedad con la que comunica las decisiones de su cartera. Pero una futura postulación política enfrenta varios escollos. El primero es que Quirós es un cuadro más técnico que político y no está entusiasmado con la posibilidad de competir en agosto.
El segundo es de gestión y mucho más difícil de superar. Rodríguez Larreta sabe que sería inconveniente remover a su principal estratega del área de Salud en un año donde la pandemia aún no fue superada y cuya finalización todavía no surge con claridad en las proyecciones de los especialistas.
Recientemente, los rusos admitieron que tienen dificultades para distribuir su vacuna Sputnik V y el Gobierno todavía no pudo cerrar acuerdos con otros laboratorios que garanticen un flujo constante de arribo de dosis a la Argentina, lo que prorroga los plazos para una definición.
La otra funcionaria que creció en las últimas semanas es la ministra de Educación, Soledad Acuña. Es la cara visible del regreso de las clases presenciales. Venció la resistencia de los gremios y del Ministerio de Educación Nacional, que tardó en adecuar su discurso a las demandas de un sector amplio de la sociedad. Sin embargo, cuando le preguntan sobre el tema Acuña da una respuesta similar a la de Quirós: la seduce mucho más la gestión que una banca en el Congreso. Conoce el trabajo y su implicancia porque fue legisladora.
Mientras tanto, Rodríguez Larreta se dio cuenta de la importancia de recorrer el país para apuntalar su sueño presidencialista. Hoy viaja a Corrientes y en las próximas semanas tiene previstas otras salidas de la Capital Federal.
El jefe de Gobierno sabe además que tiene una contrincante interna en el PRO, promovida por Maurico Macri: Patricia Bullrich. La ex ministra de Seguridad es la preferida del núcleo duro de votantes de Juntos por el Cambio y es más que probable que encabece la lista de candidatos para la Cámara baja. La dirigente está en su salsa: se mueve con naturalidad a la hora de plantear una oposición extrema al kirchnerismo.
Rodríguez Larreta también está atento a los movimientos del radicalismo, que esta semana se reunió para empezar a construir un candidato propio para el 2023. La prenda de negociación podría ser el debate por la sucesión porteña. Algunos imaginan al jefe de Gobierno construyendo un acuerdo que implique una suerte de entrega de la conducción de la Ciudad a Martín Lousteau. En el PRO por ahora no quieren saber nada con esa posibilidad: “Sería una locura entregar nuestro único y principal bastión electoral luego de 16 años de poder”.