La despedida íntima de los restos del expresidente Carlos Saúl Menem, quien falleció ayer a los 90 años, en el Salón Azul del Senado de la Nación, fue también un reencuentro de históricos dirigentes que participaron en su gobierno en importantes roles, tanto en la Casa Rosada como en el Congreso, varios de los cuales hoy ocupan lugares centrales en el esquema peronista -en el sentido amplio-, aunque no todos coincidieron en el mismo momento.
El velorio estaba previsto para las 20. El cortejo fúnebre que trasladó los restos de Carlos Menem llegó puntual, rodeado por un fuerte operativo de seguridad a cargo de la Policía Federal. El Palacio del Congreso estaba circundado por agentes de la Policía Federal y de tránsito de la Ciudad, que habían cortado la circulación en las esquinas. Los miembros más cercanos de la familia -la hija del expresidente, Zulemita Menem, su exesposa, Zulema Yoma, y su hermano, Eduardo- fueron recibidos personalmente por la vicepresidenta Cristina Kirchner, quien se mostró cordial y solícita, según pudo reconstruir este medio.
El acto fue realizado en el salón más importante del Palacio Legislativo, un punto intermedio entre ambas Cámaras, ubicado entre el Salón de las Provincias (del Senado) y el de Pasos Perdidos (de Diputados). Fue organizado exclusivamente por las autoridades del Senado, que conduce Cristina Kirchner, con atención a los pedidos de la familia y no hubo intervención ni presencia de los equipos de Presidencia. Alberto Fernández estuvo en el Salón Azul durante menos de diez minutos, junto a su pareja, Fabiola Yáñez, y su secretario de Prensa, Juan Pablo Biondi, dio su pésame a la familia, saludó, y partió.
Al momento del ingreso del Presidente, a las 21.10, en torno a los restos del exmandatario estaba el exgobernador y expresidente Eduardo Duhalde, quien había llegado poco antes de las 21 junto al exdiputado de su círculo íntimo, Carlos Brown. Para entonces, ya estaban reunidos en torno al féretro, que fue cubierto por una bandera argentina y por una camiseta de River, una treintena de dirigentes del peronismo que habían dado sus condolencias a Zulema, Zulemita y a Eduardo Menem. Los tres estuvieron presentes durante la mayor parte de la ceremonia.
Algunos de ellos, pudo reconstruir Infobae, fueron su primer ministro de Justicia, León Arslanian; el exsenador por Entre Ríos, Héctor Maya; uno de sus principales asesores de política exterior, Jorge Castro; su exsecretario Ramón Hernández; su exsecretario de Defensa Interior del segundo mandato; su exsecretario de Defensa Interior, Miguel Ángel Toma; su exministro del Interior, Carlos Corach; el exgobernador bonaerense y actual embajador en Brasil, Daniel Scioli, y el auditor general de la Nación y expresidente del bloque del Frente para la Victoria, Miguel Ángel Pichetto; entre otros.
El clima fue “cálido” y “afectuoso”, describieron referentes del PJ que estuvieron presentes a Infobae. Para entonces, la vicepresidenta Cristina Kirchner, distanciada de varios de los referentes mencionados, ya no estaba presente en el salón.
El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa fue uno de los últimos en llegar, pasadas las 22, junto a su esposa, Malena Galmarini, y su suegro, Fernando “Pato” Galmarini, exsecretario de Deportes de Menem. Zulemita y Malena, con un pasado en común en la infancia, se abrazaron largamente. La familia Massa-Galmarino permaneció durante aproximadamente media hora, y luego partió. A la salida, Massa dijo a la prensa: “Siento la tristeza que familiares y colaboradores deben sentir en este momento. Nosotros, como Nación, tenemos que reconocer los éxitos y los errores de los expresidentes”. Consultado sobre su relación con Menem, dijo que era “bastante cercana”, pero remarcó el vínculo con la familia de su esposa.
Mientras tanto, afuera, bajo una copiosa lluvia que amainó a medida que caía la noche cerrada, algunas decenas de seguidores se dispusieron a ingresar a la capilla del Salón Azul. Con la llegada del cortejo hubo aplausos, llantos, gritos y muestras de emoción entre los presentes, mujeres y hombres, en su mayoría personas de mediana edad o adultos mayores. “¡Viva Menem!”, gritaron algunos a viva voz, repetidamente. Una mujer lloró mientras se aferraba a su marido. En tanto, sobre Rivadavia se formaba, ya en la oscuridad, una fila para entrar, donde muchos llevaban flores y banderas de la Argentina. La organización del velorio se organizó siguiendo los pedidos de la familia. Así, se decidió que el comienzo de la ceremonia fuera solo para los familiares más cercanos y amigos; luego se abrieron las puertas al público; y a las 00 se cerraron nuevamente para los íntimos. Estaba previsto que volvieran a abrirse a las 7.
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