El año pasado dos fenómenos, que no están vinculados entre sí, cruzaron de manera dramática el país y aún se mantienen: la pandemia por el nuevo coronavirus y los incendios forestales. Hace 20 años en la argentina no se registraban tantos focos ígneos. Desde 2020 hasta el sábado pasado, el fuego arrasó 1.178.088 hectáreas, estos es 11.780 kilómetros cuadrados, lo que equivale a 59 veces la superficie de la Ciudad de Buenos Aires.
Los registros del Servicio Nacional de Manejo del Fuego (SNMF), indican que las principales provincias afectadas fueron Córdoba, Entre Ríos y Chaco. Los dos primeros distritos acumulan el 55 por ciento del total de la forestación carbonizada.
Los lugares más afectados por las llamas fueron la zona serrana y el delta del Paraná, allí hubo pérdidas irreparables de los ecosistemas naturales, que son vitales para evitar la devastación de la biodiversidad del país.
Los incendios en el país, que tienen replicas en buena parte del planeta, ocurren en un contexto de cambio climático que alteran las condiciones ambientales que terminan resultando muy favorables para el desarrollo de los incendios, y si no hubo previsión, las situaciones terminan en situaciones con consecuencias graves.
Las investigaciones judiciales marcan que el 95 por ciento de los incendios fueron provocadas por el hombre, principalmente por negligencia o intencionalidad para deforestar.
Entre las primeras causas se encuentra el uso del fuego para la preparación de áreas de pastoreo, el abandono de tierras, las fogatas y las colillas de cigarrillos mal apagadas.
El impacto más notorio sobre la fauna se presenta en la pérdida de su hábitat y nichos ecológicos, reduciendo la diversidad y su abundancia relativa, con un efecto prolongado en el tiempo.
Por otro lado, mientras la destrucción de los hábitats de los animales afecta fuertemente a las especies con menor movilidad, otras escapan del incendio refugiándose en otros sitios.
Estas especies, a su vez, generan una presión sobre el nuevo ambiente en el que se refugian y provocan desequilibrios en el ecosistema.
Asimismo, la competencia entre especies es mayor, escasean fuentes de agua y especies para la alimentación, afectando consecuentemente las denominadas cadenas tróficas o redes alimentarias que son ciclos energéticos o nutritivos entre las distintas especies involucradas en una comunidad biológica, en el cual cada una se alimenta a partir de la anterior, una consecuencia que perdurará en el tiempo y de la cual se habla muy poco.
Los incendios en los humedales del delta del Paraná, son una verdadera tragedia que demorarán años en recuperarse.
Pablo Cantador, ecologista y experto en avifauna que integra el grupo El Paraná No se Toca, explicó, durante una conferencia a la que asistió Infobae que la situación también es dramática porque por ejemplo, “reptiles que en las islas del Paraná, en invierno se guarecen e hibernan en cuevas y troncos de árboles como iguanas y culebras, quedaron calcinados”.
Los mismo ocurre con “comadrejas y hurones que el fuego atrapó en sus madrigueras. Similar situación ocurrió con las tortugas al desplazarse hacia aguas más profundas. Los mismo ocurre con las aves; si bien muchas especies pudieron escapar sus nidos y pichones resultaron calcinados”. Esta situación, con otras especies de nuestra flora y fauna ocurre, por ejemplo, en la zona patagónica.
Después que el fuego arrasó con la vegetación, se incrementa el riesgo de que las lluvias provoquen inundaciones y aludes de barro y cenizas, como ya ocurrió, por ejemplo, en Jujuy y Salta.
Según los datos suministrados a Infobae por el ministerio de Ambiente, las provincias más afectadas por los desbastadores incendios en 2020 fueron: Córdoba, 331.676 hectáreas; Entre Ríos 309.760 hectáreas; Chaco 85.000 ; Salta 71.869 hectáreas ; San Luis 47.642 hectáreas; Corrientes 45.340 hectáreas y Río Negro 42.613 hectáreas.
El total del área quemada entre enero y diciembre del año pasado fue de 1.151.931 hectáreas. Entre enero y el 13 de febrero de 2021, el Servicio Nacional de Manejo de Fuego, registra una quema total de 26.157,78 hectáreas. En ese período, Ríos Negro, con 9.856 hectáreas depredadas, fue la provincia más afectada por los incendios. En segundo lugar, se ubica la Pampa con 5.075 hectáreas; Buenos Aires, con 5.050 hectáreas; Mendoza, con 1.985,50 hectáreas; Santa Cruz, con 1.916,19 hectáreas.
Al momento de elaborarse el último reporte había tres focos de incendio activos, uno en la zona de Bariloche, en el Bolsón; en Los Lagos, provincia de Río Negro y el último en Ensenada, en Buenos Aires.
En diciembre pasado el Congreso sancionó una ley que desalienta los emprendimientos inmobiliarios y cambios de actividades agrícolas en las zonas quemadas.
La norma, motorizada por Máximo Kirchner, y que contó con el apoyo de Juan Cabandié el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, establece que en el caso de incendios, provocados o accidentales, en bosques nativos o implantados, áreas naturales protegidas y humedales las modificaciones en el uso y destino que dichas superficies poseían con anterioridad al siniestro quedan prohibidas por 60 años, mientras que en zonas agrícolas, praderas, pastizales y áreas de interfase la prohibición es de 30 años.
Una buena parte de los incendios forestales se producen por las denominadas “quemas controladas” que deberían realizarse bajo autorización de la autoridad competente y en ciertas condiciones. Pero esto no se cumple y el fuego se desmadra. Veamos.
Una de las formas de prevenir los incendios forestales, es la realización de quemas controladas para evitar la acumulación de materia seca, combustible, que ante un foco ígneo puede transformarse en un incendio.
Pero es importante planificar las quemas, que en la mayoría de las provincias cuentan con normas específicas que habilitan su realización.
Estas deben realizarse bajo condiciones ambientales precisas: las temperaturas deben ser inferiores a los 20°, el viento debe oscilar entre 5 y 15 kilómetros por hora y se tienen que haber registrado lluvias en los últimos días para que haya un rango de humedad del 40% al 50%.
Desde el ministerio de Cabandié se explicó a Infobae que: “Para evitar que las quemas se transformen en incendios, es necesario que se planifique en todas las regiones susceptibles a incendios una red de cortafuegos que permita manejarlos. La insuficiente traza y mantenimiento de cortafuegos permite que los incendios avancen sin control”.
Por esta razón, el consejo, que está a la vista que no se cumple, es acatar “las leyes vigentes de manejo de fuego en cada provincia y la Ley de Bosques”.
Grupos de ecologistas, como Visa Silvestre, proponen también incentivar otras leyes, como la “Ley de Humedales, que hará posible, destinándole el financiamiento establecido y necesario, que tanto la autoridad nacional ambiental como las autoridades ambientales de cada jurisdicción lleven adelante acciones de control, promoción del manejo y uso sustentable, protección y restauración de los ecosistemas dañados”.
La Argentina es uno de los países que reafirmó su compromiso con el Acuerdo de París, que promueve “el desarrollo integral y sostenible” para luchar contra el cambio climático.
Para poder cumplir con esa prioridad, es fundamental establecer prioridades para la conservación y el uso razonable de los recursos naturales, de los bosques, de la biodiversidad, los humedales, los suelos, el mar y sus recurso.
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