En el afán de buscar la reelección para el presidente Alberto Fernández, ambición para la cual los resultados de los comicios de medio término que se celebran este año son centrales, el Gobierno analiza con preocupación las performances electorales en distintos países del continente en el contexto de la pandemia de coronavirus, que resultaron adversos para los oficialismos.
Aunque cada país tiene sus particularidades políticas y económicas, un fantasma atravesó los procesos proselitistas que se celebraron en los últimos meses: la pandemia de COVID-19, con sus consecuencias sanitarias, sociales y económicas. El coronavirus marcó a fuego los comicios en el mundo y el mismo escenario adverso le tocará atravesar dentro de seis meses (o más, si se atrasan o suspenden las primarias, como quiere un sector del oficialismo) al gobierno del presidente Alberto Fernández.
El jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, mandó a confeccionar un documento que analiza las performances electorales que tuvieron los oficialismos en distintos países en los últimos meses. En el paper no se analizan cifras exactas, pero se tienen en cuenta los resultados totales y se citan como casos testigo los gobiernos de Estados Unidos, Bolivia, y Ecuador, en el contexto de la pandemia de coronavirus. Los resultados son negativos. En noviembre, el presidente republicano estadounidense Donald Trump perdió los comicios presidenciales contra el líder demócrata Joe Biden; en octubre, el opositor boliviano Luis Arce, del Movimiento al Socialismo (MÁS) le ganó al referente de Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa; y la semana pasada, en Ecuador se impuso en la primera vuelta Andrés Arauz, el delfín del exmandatario Rafael Correa.
Como informó Infobae, el presidente Alberto Fernández dejó saber que irá por la reelección en 2023 si el Frente de Todos (FDT) logra imponerse, bajo su comando, en las elecciones legislativas que se celebrarán este año. En este contexto, el jefe de Gabinete empezó a analizar la performance de las tres elecciones a nivel presidencial que hubo en América Latina y EE.UU, donde los resultados fueron desfavorables. Paradójicamente, por motivos de afinidad ideológica, el gobierno argentino mostró en los últimos meses su apoyo a las oposiciones en esos países, a pesar de que a nivel local su ambición es una derrota de los partidos y coaliciones contrarias, con la principal fuerza, Juntos por el Cambio, a la cabeza.
En la Casa Rosada parten de la base de que para ganar las próximas elecciones necesitan dominar dos recursos: la vacunación y la situación económica. En el primer caso, la ambición es llegar a la mayor parte de la población para mostrar un “triunfo” en la gestión de la pandemia, en particular, con la inoculación masiva de la población. En el segundo, se busca que haya, al menos, optimismo entre los votantes respecto del ámbito material. Es decir, que haya un sentimiento generalizado de que la economía empieza a rebotar, o que haya una percepción de que existen signos de que esa es una posibilidad en el corto plazo. Ya sea por la situación particular de cada uno, o por la mejora de allegados o miembros de círculos cercanos.
Con una perspectiva favorable respecto de la inoculación, sumado a un funcionamiento más alentador de las variables económicas, el Gobierno apuesta a mejorar su imagen en el conurbano, pero también a apuntalar la percepción del oficialismo en el interior del país. Prueba de esto son los viajes que realizó el Presidente -y tiene programados para los próximos meses, en especial cuando comience la campaña-, junto a su jefe de Gabinete, el ministro del Interior, Eduardo “Wado” De Pedro, y el ministro de Economía, Martín Guzmán. La campaña aún no comenzó, pero el Frente de Todos busca sentar las bases para un triunfo en un contexto complicado por el coronavirus.
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