Los sindicalistas salieron conformes este mediodía de la Casa de Gobierno: los funcionarios dijeron exactamente lo que esperaban escuchar acerca del acuerdo de precios y salarios. Es decir, que no habrá topes para los aumentos salariales en 2021 porque “un gobierno peronista no les pone techo a las paritarias”, como se jactó el jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, y que el objetivo es buscar “acuerdos políticos” para ponerles límites a los incrementos de precios y aplacar la inflación.
Claro que una abrumadora mayoría de los 18 dirigentes gremiales que estuvieron en el Museo del Bicentenario no pudo evitar una sonrisa cuando Cafiero dijo aquella frase: con 20 o 30 años de trayectoria, saben que todos los gobiernos pusieron algún tipo de límite, explícito o no, a las paritarias. “Somos zorros viejos y sabemos lo que pasó en la Argentina”, reflexionó uno de ellos ante Infobae, aunque reconoció que el encuentro con el gabinete socioeconómico fue, “en principio, muy bueno: nos prometieron cosas importantes para nosotros; ojalá que se cumplan”.
Varios ministros aseguraron que las negociaciones salariales serán libres y el titular de Economía, Martín Guzmán, fue claro al hablar de la meta oficial de combatir la inflación y, para ello, de adecuar las variables macroeconómicas a una pauta que no debería superar el 30%. Lo que endulzó los oídos sindicales es la promesa de que los salarios deberían ubicarse dos o tres puntos por encima.
Según la dirigencia gremial (muy representativa de los distintos sectores internos y con una sola ausencia, la del mecánico Ricardo Pignanelli), el Gobierno informó que para llegar a esa meta se analizarán los salarios y el comportamiento de los precios del último trimestre de 2020 en comparación con los del primer trimestre de 2021 para hacer una proyección anual.
Para que esa proyección no genere expectativas inflacionarias, la Casa Rosada insistió en que buscará “acuerdos políticos” con empresarios y sindicalistas. “Todo está muy bien en las intenciones, pero después nos tocará a cada uno de nosotros pelear los salarios en nuestra actividad. El arranque fue bueno. Habrá que ver cómo se desarrollan los encuentros a partir de ahora”, advirtió un sindicalista.
Luego de las intervenciones de Cafiero, Guzmán y el ministro de Trabajo, Claudio Moroni, fue el turno de la dirigencia gremial. Hablaron los cotitulares de la CGT, Héctor Daer (Sanidad) y Carlos Acuña (estaciones de servicio), Hugo Moyano (Camioneros), Sergio Palazzo (bancarios), Hugo Yasky (CTA de los Trabajadores), Ricardo Peidró (CTA Autónoma) y Sergio Romero (docentes de UDA).
Todos destacaron más o menos lo mismo, aunque con matices. Reconocieron que el proyecto que impulsa el oficialismo para que menos trabajadores paguen el Impuesto a las Ganancias ayudará a encarrilar las negociaciones salariales y a mejorar los ingresos de los trabajadores. Peidró, líder de la CTA Autónoma, de perfil combativo, fue el único que planteó la necesidad de que se establezcan cláusulas gatillo de actualización automática en caso de desfase inflacionario, una alternativa que también tiene prevista reclamar la CGT, pero en su versión moderada: una cláusula en los convenios que fije el compromiso de sentarse a revisar los aumentos en caso de que dispare el costo de vida.
Es la fórmula que utilizó en su reciente acuerdo paritario la Asociación Bancaria, que firmó para 2021 un aumento como quiere el Gobierno: del 29% en tres tramos, aunque también pactó una actualización salarial del 2,1% que estaba pendiente para compensar la inflación de 2020 y el compromiso de revisar el convenio en septiembre y en noviembre próximos.
Una nota distinta fue la que aportó Sergio Romero, titular de la Unión Docentes Argentinos (UDA), quien reconoció ante los funcionarios la mejora del presupuesto educativo y expresó el compromiso que asumió la CGT con la reanudación de las clases presenciales en todo el país.
Entre los discursos sindicales, llamó la atención que luego de pelearse con sus rivales de la CGT a través de los medios durante mucho tiempo, Moyano destacó que en la reunión había dirigentes de distintos sectores, pero que “todos estaban unidos en defensa del salario y de los puestos de trabajo”. ¿Fue una señal hacia la interna cegetista con vistas a la elección de la nueva central obrera que debe hacerse este año? Lo cierto es que las fuertes enemistades no afloraron en ningún momento en el Museo del Bicentenario.
La reunión de esta mañana se complementará con la que los mismos funcionarios mantendrán este jueves con los empresarios. A partir de entonces, aún sin fecha definida, en la Casa Rosada proyectan constituir mesas sectoriales para que, de manera tripartita, se analice la realidad socioeconómica de cada actividad y se monitoree el grado de viabilidad de los aumentos de precios y salarios.
Uno de los que quedó satisfecho con el encuentro fue Gerardo Martínez, titular de la UOCRA, para quien “se planteó el trabajo como un modelo estratégico que impacta en forma multisectorial y que busca identificar con claridad que la inflación es el colesterol malo de la sociedad porque no sólo afecta los salarios sino que genera una corrosión en todo el sistema económico productivo”.
Andrés Rodríguez, secretario general de UPCN, consideró positivo que en la reunión de esta mañana se haya definido “el desafío de recuperar el poder adquisitivo del salario reduciendo la inflación o acordando aumentos salariales por encima de la inflación”. Agregó que lo que falta es “contener los precios para que no se deteriore más la realidad económica de los argentinos, y para lograrlo hay que llegar a acuerdos con los formadores de precios o que el Estado aplique los resortes a su alcance”.
Para José Luis Lingeri, líder del Sindicato Gran Buenos Aires de Trabajadores de Obras Sanitarias, “el problema no es tanto el techo de las paritarias sino cómo se combate la inflación, ya que, como decía Perón, los precios van por el ascensor y los sueldos van por la escalera”. “Tenemos que llegar a consensos y acuerdos viables para sacar adelante la economía -señaló-, pero tiene que haber equilibrio fiscal y se debería acordar con el FMI no forma inmediata, sino cuando el país esté mejor posicionado para evitar que el ajuste lo paguen nuevamente los trabajadores”.
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