Alberto Fernández apuesta a su reelección pese a las ambiciones políticas de Máximo Kirchner y La Cámpora

El Presidente ya trazó una hoja de ruta para continuar en la Casa Rosada hasta 2027 y su primer paso estratégico consiste en derrotar a Juntos por el Cambio en los comicios de octubre

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Alberto Fernández entrando al despacho presidencial de la Casa Rosada
Alberto Fernández entrando al despacho presidencial de la Casa Rosada

Alberto Fernández ya decidió competir por su reelección en 2023 y tiene un exhaustivo plan político que se apoya en la vacunación masiva contra el COVID-19 y en una mejora en las condiciones económicas del país. El Presidente y su círculo más cercano consideran que estas eventuales circunstancias pueden significar un triunfo en los comicios de octubre. Y esa victoria -calculan- despejaría el camino para optar por un nuevo mandato en la Casa Rosada, pese al proyecto de poder propio que construye Máximo Kirchner sostenido por Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora.

En el plan político diseñado por Alberto Fernández y su staff de personalísima confianza, el factor tiempo es clave para lograr sus resultados estratégicos. Asumen que tienen una base electoral del 30 por ciento del padrón y que para derrotar a la oposición es necesario sumar -al menos- un porcentaje superior al 10 por ciento.

Los asesores presidenciales consideran que estos diez puntos electorales, perdidos por Alberto Fernández en un año de gestión, se pueden recuperar con la vacunación masiva y la materialidad de una mejora económica que modifique el actual humor social de la clase media y media baja.

Desde esta perspectiva, el jefe de Estado y sus aliados en la Casa Rosada esperan con profunda fe religiosa que Vladimir Putin cumpla su palabra y entregue las millones de dosis de Sputnik V que prometió en su última llamada a Buenos Aires. El deseo oficialista tiene el nombre de agosto: los estrategas de Alberto Fernández asumen que el plan de reelección presidencial será robusto si pueden probar que en ese mes de invierno ya vacunaron a más de cinco millones de argentinos.

Esa pretensión política tiene un problema estructural en estos días de febrero. No hay en el país semejante cantidad de vacunas rusas, y si las hubiera ya distribuidas en todo el país, no hay aún suficiente aparato logístico para aplicar un promedio de un millón de vacunas por mes.

Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán
Alberto Fernández y su ministro de Economía, Martín Guzmán

Al margen de la vacunación masiva como argumento electoral, el plan de reelección de Alberto Fernández se apoya en la recuperación económica de la Argentina. Los estrategas presidenciales manejan dos conceptos básicos al momento de explicar la economía en tiempos: “Materialidad efectiva” y “Sensación de materialidad”.

No son conceptos elaborados por Émile Durkheim o Guillermo O´Donnell. Se trata de ideas pragmáticas que apuntan a explicar que si hay “Materialidad efectiva”, la mejora económica llegó a un determinado sector del electorado, y que si eso no sucede, sería importante alentar la “Sensación de materialidad”, que implica asegurar que la mejora se acerca y que el oficialismo es la única coalición política que puede transformarla en realidad.

Un documento oficial explica -en números- el argumento de la “Materialidad efectiva” asegurando que “la construcción creció en diciembre 27,4 por ciento interanual”, que “en el sector automotriz las terminales tuvieron el mejor enero en cuatro años”, que " la siderurgia tuvo un enero extraordinario con el consumo de energía subiendo más del 50 por ciento” y que “ya se recuperaron todos los puestos de trabajo perdidos por los efectos del COVID-19″.

En cuanto a la “Sensación de materialidad”, su significado es una expresión de deseos. Y así lo explican en los despachos más importantes de Balcarce 50: ”Si no te llegó la mejora económica, y sabés que ya le llegó a tu vecino o a tu amigo, quedate tranquilo que te va a llegar. Y votanos en octubre”, sintetizan.

Máximo Kirchner en la apertura de las sesiones ordinarias 2020
Máximo Kirchner en la apertura de las sesiones ordinarias 2020

La apuesta a la mejora de la economía encierra una decisión política que tiene connotación de secreto de Estado. El Gobierno no cerrará ningún acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), si sus recomendaciones implican perder las elecciones de 2021 y enterrar la voluntad presidencial de competir en 2023 por cuatro años más de mandato en la Casa Rosada.

“Martín Guzmán está negociando las condiciones del Acuerdo de Facilidades Extendidas. Y nuestra voluntad es acordar con el FMI. No hemos cambiado esa decisión política”, explicó a Infobae un integrante del Gobierno que aparece en la mayoría de las fotos oficiales.

-¿Y si el acuerdo significa un ajuste económico, la reforma laboral o cambiar la fórmula de los haberes jubilatorios?-, preguntó Infobae.

-No habrá acuerdo. Nosotros queremos ganar las elecciones. Y después cerramos con el FMI.

-¿Cómo van a explicar esa decisión política?

-La pandemia cambió al mundo, y alteró todas las reglas de juego. Lo explicamos con la Pandemia.

-En septiembre hay un vencimiento, ¿cómo van a hacer?

-Buscaremos una decisión política de los países. Ya tenemos el apoyo de Macron, Xi Jinping, Putin y Merkel.

El plan de reelección de Alberto Fernández se apoya en la vacunación masiva contra el COVID-19 y un eventual rebote de la economía. La estrategia necesita tiempo, que Putin cumpla con su palabra y que el board del FMI acepte dictar un waiver para postergar el pago de la deuda externa, si el Gobierno rechaza sus recomendaciones por las consecuencias políticas que puedan causar en los comicios de octubre.

Máximo Kirchner continúa acumulando poder interno y también aguarda los resultados de las elecciones de medio término. Es apoyado por La Cámpora y conducido por Cristina Fernández de Kirchner, que sueña con entregar la banda presidencial a su hijo mayor.

Ya se sabe cómo actúa CFK cuando se trata del poder.

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