“Hace varias semanas que no podíamos salir de la esquina del ring. Estuvimos esquivando golpes de la oposición y de los medios. En estos últimos días pudimos meter dos piñas seguidas y tomar aire”. Un importante funcionario del Ministerio de Salud se recuesta sobre el sillón de su oficina y hace un gesto de alivio después de dejar atrás cinco días de buenas noticias. Suelta esa frase y respira. Luego, se queda en silencio. Finalmente, ríe. Sus hombros se derriten.
El gobierno de Alberto Fernández tuvo una de las semanas más positivas de los últimos meses en el “operativo vacunas”. El último martes la prestigiosa revista The Lancet publicó los estudios que demuestran la eficacia de la vacuna rusa Sputnik V, que mostró una efectividad del 91,6% y no registró efectos adversos graves.
La publicación contribuyó en la recuperación de la credibilidad del gobierno nacional en lo que respecta a la gestión de las vacunas. Criticado por la oposición y con la provisión de vacunas cortada debido a la demora del Instituto Gamaleya en la producción, el oficialismo acumulaba días sin poder dar una buena noticia en materia sanitaria.
La importancia de los datos publicados por la revista internacional está vinculada a la objeción científica que arrastraba la vacuna rusa sobre la validación de los resultados de la Fase III. Las dudas que se generaron sobre su efectividad fueron alimentadas por Juntos por el Cambio, donde tomaron el tema como una bandera, criticaron las negociaciones de Argentina con Rusia y resaltaron la falta de dosis para vacunar.
En el último mes y medio llegaron al país 820 mil dosis de la vacuna Sputnik V. El acuerdo contemplaba 5 millones solo para enero. Es decir, lo único que pudo cumplir Rusia hasta el momento fue la entrega de las 300 mil que estaban pautadas para diciembre. En el Gobierno asumen que la gestión ya no depende de ellos, la demora en la producción es el gran problema y no lo pueden resolver desde Balcarce 50, ni desde la cartera de Salud.
Un día después de la publicación de The Lancet, la Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió las primeras cifras de las vacunas de AstraZeneca/Oxford y Pfizer que se empezaron a asignar a los países participantes del sistema internacional COVAX. Uno de ellos es Argentina.
Argentina tiene por contrato 9 millones de dosis. De ese total, el país recibirá 2.275.200 de dosis de Astrazeneca en una primera tabda. En el Gobierno esperan que esas dosis lleguen entre febrero y marzo, y que les permita dar un salto en la cantidad de vacunados. El gran problema que tienen actualmente es que tienen un plan de vacunación armado que no pueden cumplir por falta de dosis.
El mismo día que se confirmó la llegada de las vacunas de COVAX, se conoció que el laboratorio Astrazeneca enviará una partida adicional de 1.200.000 de dosis anticipadas a partir de febrero, que se sumarán a las 22.400.000 que el gobierno nacional ya tiene aseguradas y que serán entregadas entre marzo y julio.
Esta semana se conoció también que la ANMAT comenzó a recibir documentación de la vacuna china desarrollada por el laboratorio Sinopharm. El Gobierno intentará cerrar en los próximos días un acuerdo por 1 millón de dosis para que lleguen antes de febrero. Lo que importa es conseguir vacunas. Y conseguirlas rápido.
Las negociaciones están encaminadas, pero no culminaron. Lo que se está discutiendo es el precio. El valor actual de la vacuna es de 20 dólares por dosis. Es más cara que la Sputnik, que se pagó 10 dólares la dosis y que la desarrollada por Astrazeneca, que vale 4 dólares cada dosis.
El final del combo de buenas noticias fue la exposición de Ginés González García en la comisión de Salud de la Cámara de Diputados. El ministro salió ileso frente a los reclamos opositores y explicó al detalle el estado de la negociación con diferentes laboratorios. Además, le dedicó un apartado al fracaso del acuerdo con el laboratorio Pfizer, el primero con el que el Gobierno inició negociaciones para obtener vacunas.
González García habló de “intolerancia extrema” por parte de la compañía, que no quería que dentro de la ley, que aprobó el Congreso para reglamentar la compra y aplicación de las vacunas en el marco de la emergencia sanitaria, figurara la palabra “negligencia”.
Específicamente se refirió al artículo 4 de la ley 27.573 que faculta al Poder Ejecutivo a incluir “cláusulas que establezcan condiciones de indemnidad patrimonial respecto de indemnizaciones y otras reclamaciones pecuniarias” pero con “la excepción de aquellas originadas en maniobras fraudulentas, conductas maliciosas o negligencia”.
Con esa explicación saldó una de las mayores dudas que tenía la oposición, que era el motivo por el que se había caído la negociación con Pfizer. Los legisladores opositores de Juntos por el Cambio y el peronismo disidente quieren saber ahora cómo continuará el plan de vacunación. En el Ministerio de Salud no tienen una respuesta concreta. Cada paso que den está atado a la cantidad de vacunas que lleguen.
En el Gobierno esperan recibir un cargamento de Rusia, a más tardar, la tercera semana de febrero. Desde el Instituto Gamaleya prometieron que la demora no sería mayor a tres semanas y tanto en la Casa Rosada como en la cartera de Salud esperan que esta promesa se cumpla. No hay reproches a Rusia por la demora ni por el incumplimiento. El argumento para justificar la tardanza siempre es el mismo. Es parte del contexto mundial donde hay una extrema demanda y baja oferta.
Lo que más preocupa en el Ministerio de Salud sobre el plan de vacunación es la logística en la provincia de Buenos Aires. Ginés González García y los principales funcionarios del área recibieron información en la semana sobre supuestas desprolijidades en el cronograma de vacunación y en la clasificación de las personas que son vacunadas.
Los datos llegaron a través de los intendentes y esconden una batalla de fondo con La Cámpora. Hay jefes comunales, del Frente de Todos y de Juntos por el Cambio, que están molestos porque la coordinación de las regiones sanitarias de la provincia y de la organización de la vacunación en los municipios, en varios lugares, está a cargo de militantes de la agrupación ultra k. Hay batallas políticas ocultas detrás del proceso de vacunación y atraviesan a la interna del peronismo.
Las novedades de la última semana plantearon un escenario sanitario nuevo para el Gobierno, que llevaba días sin poder encadenar buenas noticias sobre el plan de vacunación. Todas las semanas los expectativas se corren hacia adelante porque faltan vacunas, pero desde que llegaron las primeras dosis en diciembre, el oficialismo no tenía un encadenamiento de novedades positivas para la sociedad y su gestión.
Al día de hoy el objetivo clave es vacunar a los 14.500.000 de personas que son parte de los grupos de riesgo. Las proyecciones sobre el tiempo se modifican en el tiempo. En principio, el anhelo era poder vacunarlas antes de que culmine abril. En los pasillos de Balcarce 50 ahora reconocen que si se logra vacunar a ese grupo antes del 21 de junio, cuando arranca el invierno, será una batalla ganada en un contexto extremadamente complejo para conseguir vacunas.
Sin embargo, González García espera que la cantidad de vacunados sea mayor. Al menos tener a la mitad de los argentinos vacunados a mitad de año. Son cifras que están atadas a las vacunas que lleguen. La estimación que hacen tiene que ver con que entre marzo y mayo la Argentina debería recibir el mayor caudal de vacunas del total de 60 millones que tiene adquiridas.
Un funcionario con despacho en la Casa Rosada intentó relativizar el impacto de las buenas noticias de los últimos días. Asume que el viento de cola que tuvo el Gobierno, pero reconoce que la semana que viene la historia puede cambiar. Día a día. Paso a paso. Hoy en el podio y mañana a diez pasos del tercer puesto.
“Caminamos sobre un pantano. Todo el tiempo y desde hace un año. Nunca sabemos qué tan profundo es donde pisamos y cuánto tiempo podemos asomar la cabeza afuera del barro”, razonó, con la cautela que merece un escenario de extrema incertidumbre. Tal vez porque sabe que el Gobierno no tiene margen para prometer y no cumplir. Menos, en un año electoral.
Seguí leyendo