Evolución de los nuevos contagios diarios total país, desde el comienzo de la pandemia.
Después de la primera ola de contagios por coronavirus, que tuvo su pico máximo el 21 de octubre con 18.326 nuevos casos informados en un solo día, el número de positivos con COVID-19 comenzó a descender, y llegó a su piso la primera semana de diciembre. Entre el 6 y el 8 de ese mes se registró un promedio de 3.300 casos diarios por la pandemia. A partir de entonces, en coincidencia con el movimiento de gente que comenzó el fin de semana largo del 8 de diciembre, los contagios reportados día a día comenzaron a aumentar nuevamente.
El pico de contagios confirmados en lo que va del verano se registró el 7 de enero, cuando se reportaron 13.835 nuevos casos en 24 horas. Desde entonces, comenzó a observarse una baja, lenta, hasta llegar a los 8.374 nuevos contagios detectados de ayer. En promedio, los contagios para los últimos siete días fueron de 7.807.
En el acumulado desde el primer caso detectado en el país el 3 de marzo de 2020, Argentina se aproxima a los 2 millones de contagios.
Los expertos consultados por Infobae prefieren hablar de un amesetamiento en el descenso de nuevos casos diarios y enumeran un combo de razones. Cansancio social después de un año de una cuarentena muy extensa; relajamiento de las medidas de prevención como el distanciamiento social y el uso de barbijo, especialmente en los jóvenes; y mayor movimiento por las fiestas y las vacaciones de verano, con la consiguiente circulación del virus.
Paradójicamente, el anuncio del Gobierno del comienzo de la vacunación –cuando aún no llegó una dosis significativa de dosis– generó una falsa sensación de que ya la pandemia estaba bajo control.
“Después de haber llegado a casi los 14.000 nuevos casos diarios en enero, los números se estancaron varios días entre 11.000 y 13.000, y después, empezó una meseta por debajo de los 10.000 contagios. Pero los números siguen siendo altos porque hay mucha circulación viral por el movimiento hacia los lugares de veraneo. Hay gente con COVID que va a la playa y gente que regresa con COVID”, sostiene el médico infectólogo Eduardo López, en diálogo con Infobae.
Su colega Ricardo Teijeiro, coincide en que los casos no descienden de un piso alto por el comportamiento social. “No estamos siguiendo las medidas de prevención como corresponde y sigue habiendo mucho movimiento de gente por el verano, reuniones sociales y rupturas de las burbujas. Estamos estabilizados en una meseta alta. Después de haber bajado a un mínimo en diciembre, el número se duplicó y triplicó. Si bien no estamos en la cantidad de nuevos casos de enero, sin conductas preventivas, no van a bajar significativamente”, señala este ex integrante de la Comisión Directiva de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI).
El físico e investigador del CONICET Jorge Aliaga, en tanto, aclara en primer lugar que los números reflejan solo los casos detectados. “Hablamos de confirmados, no de personas que enfermaron. Es importante esta distinción porque en el medio puede haber una variable sobre cómo funcionan los anteojos con que se miran los números. En abril de 2020, en el Reino Unido, veían uno de cada 50 casos, y hoy ven 1 de cada 5. Mejoraron 10 veces lo que ven. Y eso es porque hay más testeos y están más preparados”, advierte.
Ex decano de la Ciencias Exactas de la UBA, considera que en la suba de diciembre, hubo un factor combinado. “Por un lado, subieron los casos. Por el otro, se los está viendo mejor porque hay más testeos. De hecho la positividad tardó mucho en bajar del 50 y pico por ciento al 20% promedio de ahora. Pero hay un cambio sustancial en la positividad”. Se llama así a los casos con COVID-19 confirmado sobre las personas hisopadas.
El número de nuevos testeos diarios, en efecto, ha aumentado con relación a las cifras que se manejaban hasta septiembre. Mientras que ese mes tuvimos un promedio de 23.000 testeos diarios. El mes pasado, ese número fue de 45.000 análisis por día en promedio. Representa un 95% de aumento entre septiembre y enero de 2021. Ayer, la cifra de análisis diarios realizados fue de 47.745.
Sin embargo, al considerar test por millón de habitantes, Argentina aún muestra un número bajo: al día de ayer teníamos 140.883 test por millón de habitantes. Y si eso se compara con los números de otros países es una cifra bastante inferior. Dinamarca, por ejemplo, testeó al 50% de su población. Argentina, solo al 14%.
Sobre cómo impactó el traslado de grupos hacia la costa bonaerense, Aliaga afirma que “si se registran bien, no deberían subir los casos en los lugares de veraneo, ya que se registran por el lugar de residencia, no por el lugar de carga a partir del hisopado”.
Y agrega que ese movimiento de gente tiene dos efectos: “Si la gente se contagió en el lugar de veraneo, el contagio se refleja en lugar de residencia. Y si vuelve asintomático con el virus a su domicilio, y contagia en el lugar de residencia, también eso impacta en los números de la localidad donde vive”.
Más jóvenes infectados
Otra tendencia que se verificó en el repunte de casos en el verano fue la baja en la edad de afectados que en relación a la primera ola. “Los jóvenes y adultos jóvenes se cuidan menos, participan más de las movidas en las playas, no usan barbijo, no respetan el distanciamiento. Hice un recorrido estos días por una zona de cervecerías y quedé espantado. Apenas la gente se sienta en la mesa, se saca el barbijo. El aire libre reduce el contagio, pero no lo elimina”, señala López, infectólogo del Hospital Gutiérrez.
“Si se juntan 200 individuos en una playa, uno al lado de otro, aún al aire libre, existe un riesgo mayor de contagio de lo que se cree, por la ruptura del distanciamiento social. A esto se suma que suelen hablar más alto, gritar o cantar, por lo cual la exhalación de partículas virales aumenta. Es más riesgoso juntar 150-200 individuos en una playa gritando sin barbijos, que en una disco cerrada con un 30% de su ocupación y con distanciamiento social”, advierte López.
Teijeiro coincide en que “los jóvenes son los que están más liberados, y se trasladan más a la zona de descanso, rompen la burbuja de su familia, y tienen mayor intercambio con otros grupos”. Y si bien admite que no aumentan el consumo de camas críticas o de internación, porque la letalidad en este segmento etario es baja, “el riesgo es que pueden contagiar a un adulto”.
La letalidad – un indicador que mide fallecidos en relación a los casos detectados- no aumentó desde el comienzo de la pandemia, y ronda 2,5. Es decir, la cantidad de personas que muere se sigue manteniendo más o menos igual: entre 2 y 3 de cada 100 infectados confirmados.
Velocidad y descenso de casos
En cuanto a la velocidad de los contagios, los números indican que fue mayor en la segunda ola que en la primera. Tomó más tiempo -ocho meses- llegar al pico de octubre en la primera ola, mientras que en la segunda, se alcanzó el pico en dos meses, entre diciembre y enero.
En los inicios de la pandemia el tiempo de duplicación fue menor de 15 días. Progresivamente, el valor fue aumentando, aunque a un ritmo muy lento. Para el día 10 de diciembre, el valor era de 237 días, es decir que al virus le tomaba casi 8 meses duplicar el número de casos. Sin embargo, ese número fue bajando en forma marcada en la segunda ola y, entre enero y lo que va de febrero, el promedio se ubica en 129 días.
Pero el ritmo de descenso de los nuevos casos es similar entre la primera y el rebrote que comenzó en diciembre, según los expertos. “Después del pico de octubre, la bajada fue muy lenta desde octubre, recién cayó debajo de 4.000 a principios de diciembre. Llevó un mes y 20 días. Y en esta segunda ola, la caída fue similar con un pico menor. De los 14.000 nuevos casos, descendió un 40% a los 8.374 de las últimas 24 horas, en un mes aproximadamente”, sostiene López.
Aliaga destaca que el ascenso de contagios en enero “se dio sobre un piso alto de 4.500-5.000 casos por día. Sobre eso pegó la subida, y ahora estamos volviendo a ese lugar”.
Y precisa que los nuevos contagios diarios no tuvieron el mismo comportamiento en todo el país. “Los casos bajan fuerte del 8 al 15 de enero, pero del 15 al 22 el descenso es mucho más lento. En el interior de la Provincia de Buenos Aires y en el resto de las provincias, hubo una suba rápida de casos en el rebrote del verano, pero luego la bajada fue muy fuerte. En AMBA hubo menos nuevos casos que en CABA, donde hubo una primera bajada rápida y después se amesetó”.
De acuerdo a este experto, “en el interior, los nuevos casos diarios ya están casi en los niveles de noviembre, pero CABA y la Provincia de Buenos Aires viene bajando más lento” y " la suba de diciembre no fue tan generalizada en todo el país”.
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¿Tercera ola de invierno?
Infobae le preguntó a los expertos consultados si se podría esperar una tercera ola en invierno. “Creo que tiene que estar en los cálculos de las autoridades. Va a depender de cuanto vacunemos, aunque hay que tener en cuenta que la vacuna impacta, más que nada, en la hospitalización y el número de fallecidos. La estrategia es vacunar a adultos mayores, a los residentes en geriátricos y al personal de salud. Si corremos la vacunación hacia el invierno, el riesgo de que se contagien los adultos mayores es alto. Son 7.300.0000 personas que tienen más de 60 años de sesenta. Como mínimo deberían llegar 15 millones de dosis para cubrir ese objetivo. De la Sputnik se necesitan las dos dosis. En el caso de la de AstraZeneca, son dos componentes de la misma, aunque hay ventana para aplicar la segunda dosis que podría extenderse a tres meses, según un trabajo que aún no fue publicado. Igual, hay que conseguir 7.300.000 dosis al menos”, señala López.
Teijeiro cree que en el invierno va a haber un aumento de casos. “No sé si una tercera ola o una continuidad de ésta. Aunque todo va a depender de lo que pase estas semanas. No creo que la vacunación modifique la situación en las próximas semanas. Salvo que se consigan vacunas en una cantidad importante”, afirma.
Aliaga menciona el ejemplo de lo que sucedió en Europa. “Antes de la segunda ola, tenían muy pocos casos, casi habían desaparecido, y luego hubo un rebrote muy fuerte. Evidentemente, se confiaron en que no tenían casi casos, y cuando volvieron a la actividad, en ambientes cerrados por el frío, y con una cepa más contagiosa, el virus volvió con todo”.
Para el ex decano de la Facultad de Exactas de la UBA, todavía no hay ningún efecto de baja de contagios por la vacuna porque la población vacunada es aún mínima. “Son eficaces realmente 20 días después de las segunda dosis”, advierte.
Según su análisis, “parte del problema de diciembre, fue el cansancio social, las fiestas, la noticia de la vacuna que dio la sensación de que ya no había problemas, y esto generó un mensaje confuso. La gente dijo ‘ya está’, y no es así. A lo mejor, la ansiedad de dar una buena noticia, terminó generando un efecto contrario”.
Visualizaciones interactivas: Daniela Czibener.
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